porque sino no me entendian una mierda con nuestro Argentinismo puro xD) bueno que les guste... 
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Cap 01: Conociendo a mi bola de pelos.
La lluvia caía copiosamente en la fría noche de invierno. Un cúmulo de nubes sombrías envolvía todo el cielo dando un aspecto a las calles oscuro y sombrío. El aire helado que penetraba en los huesos se hacía tan insoportable como las miles de gotas de lluvia cayendo y empapando su ropa, humedeciendo su cuerpo. Fuertes y precisas, como finas dagas afiladas. Un fuerte escalofrío sacudió el cuerpo del joven erizándole por completo la piel. Instintivamente alzó los hombros encogiéndose en el proceso mientras sus pasos se aceleraban hacia su destino.
No es que no le gustara la lluvia, de hecho, le encantaba el sonido que emitían las gotas al caer, el olor a humedad que desprendía la tierra mojada, el día transformado en un gris apagado lleno de melancolía. Era muy relajante poder contemplarlas… pero siempre tras el cristal de su casa, resguardado y seco. No en mitad de la calle como se encontraba en ese momento, sin paraguas que lo cobijara de aquella tormenta invernal que le calaba en lo más hondo de su ser.
-Odio la lluvia… - gruño profundamente entre dientes.
Sasuke aceleró de nuevo el paso, llegando casi a correr por las calles de Konoha mientras alzaba entre sus manos la mochila negra de la universidad, lo único hasta ahora cobijaba parte de su cabellera de la tromba de agua. Dos manzanas más, tan solo dos calles y por fin habría llegado a su hogar.
Por el camino ya iba pensando lo que haría nada más entrar. Cenar, tomar una ducha caliente y relajante, para posteriormente dormir tranquilo y en la gloria. Esa era su rutina cada día al finalizar los estudios. Era un chico bastante listo, no necesitaba a penas estudiar para sacar excelentes notas. Le gustaba su mundo tranquilo y monótono, sin circunstancias que lo perturbaran ni contratiempos. Principalmente era una persona manipuladora, un controlador nato en todo momento de su vida y sus acciones bien medidas.
Al llegar frente a la puerta de su apartamento, sacó las llaves del bolsillo que tintinearon en el exterior ante la cerradura. Sin preámbulos se adentró en el vestíbulo, dejando a un lado la mochila empapada, así como los zapatos y la chaqueta húmeda colgada en el perchero. Dirigió una mano hacia el interruptor de la luz cuando calló en la cuenta de que algo extraño estaba fuera de lugar en aquella situación. Las luces de su casa… ya estaban encendidas.
Contempló durante unos segundos todo su alrededor, minuciosamente. La primera idea que cruzó su mente fue la de estar siendo asaltado por un ladrón. Adoptó una postura de defensa avanzando con sigilo pasillo hacia delante. La entrada hacía esquina colindante con el amplio salón, fue allí donde encontró todas sus sospechas. Un individuo desconocido, más o menos de su altura se encontraba en pie, de espaldas a él.
No se lo pensó dos veces, con impulso saltó sobre él tirándolo de boca contra el suelo, inmovilizando por la espalda con su propio peso sentado encima.
-¡No te muevas! – gritó amenazante paralizándole ambas manos por encima de su cabeza. Quedó sorprendido cuando el extraño sujeto giró la cara hacia un lateral dejando ver por completo el rostro. Era joven, rondaría más o menos su edad. Cabellos rubios terminados en punta, ojos de un azul intenso como el mismo cielo, piel un tanto tostada y unas extrañas marcas se extendían por toda la mejilla, como los bigotes de un animal. Pero eso no era lo único que llamaba la atención de aquel chico, sino…
-¿Quién eres tú? – exigió Sasuke con soberbia frunciendo el entrecejo.
Sentado sobre sus posaderas, el moreno no dejó de examinarlo con curiosidad. Algo comenzó a golpearle suavemente por la espalda en leves toquecitos, pero no le prestó atención, se había quedado boquiabierto tras descubrir lo que sobresalía de la cabellera dorada. Unas orejas peludas y puntiagudas de un color más oscuro que su pelo rubio, bien parecidas a las de un felino.
-¿Pero qué demonios…?
… Eres tú, quiso completar en la frase sin lograrlo. Giró el rostro para ver lo que le continuaba golpeando suave por detrás. Y allí alzada y zarandeándose de un lado hacia otro por la punta dorada, se encontraba una cola de animal.
-Yo soy Uzumaki Naruto – pronunció de pronto el joven sin dejar de mover graciosamente la cola de un lado para otro - ¿Eres Sasuke?
Le dio la impresión de que se iba a arrepentir contestando afirmativamente.
-Sí… - respondió conciso tras un escueto silencio en el que no dejó de observar incrédulo esas extrañas anomalías del espécimen tirado en el suelo. Cuando por fin pudo reaccionar su voz volvió a sonar igual de arrogante - ¿Quién demonios eres? ¿Qué quieres? ¿Por qué estas en mi casa? ¿Y cómo diablos has entrado?
Naruto resopló con un deje de fastidio mostrando media sonrisa divertida.
-Sin duda eres su hermano… tenéis el mismo carácter prepotente… - Por no nombrar el gran parecido físico, pensaba el rubio. Aunque los rasgos de Itachi eran más maduros y serios… todo lo contrario de su personalidad oculta. Pero este nuevo chico, se veía más… interesante. Naruto entrecerró los ojos en la misma actitud defensiva – Si me dejaras levantarme podría darte la maldita carta.
-¿Qué carta?
-La que me dio Itachi para ti.- intentó moverse pero lo tenía paralizado - Esta en mi pantalón, justo en el bolsillo izquierdo. La misma que no me dejas sacar porque estas sentado sobre mi trasero… ¡Teme! ¡Mueve el culo de una vez!
No solía fiarse de desconocidos y mucho menos de uno que se había infiltrado en su casa así de improvisto. Reticente, levantó un poco el peso accediendo él mismo al bolsillo para sacarle la carta. Volvió a dejarse caer en la espalda inmovilizándolo pese a la sarta de insultos que comenzó a despotricar el rubio en su contra.
Intrigado por los acontecimientos inesperados, Sasuke abrió con impaciencia el sobre comenzando a leer la indiscutible letra de su hermano mayor.
"Estúpido hermano menor, no quiero que pienses que soy un irresponsable, pero el otro día me acordé que fue tu vigésimo cumpleaños…"
Sasuke frunció el ceño notando como la ira se expandía en cantidades industriales desde su interior.
-Bastardo… - susurró colérico - Estamos en Enero, y mi cumpleaños fue… ¡Hace seis meses! – gritó escéptico aunque continuó leyendo.
"Sí, ya lo se, llego con un poco de retraso. Pero sabes que el negocio de familia me mantiene ocupado mucho tiempo. Me esta costando vender las lentillas Sharingan. Ya sabes, cosa de chinos. Todos los días tengo que pelearme con unos cuantos amarillos que me las falsifican y las venden en el top manta a un precio muy inferior de las originales. ¡Malditos chinos cudeiros…!
En fin, lo que te quería decir estúpido hermano menor, es que mi socio Deidara encontró algo que estoy seguro de que te va a gustar como regalo. Una especie animal insólita en el mundo. Un humano mezclado con genes de gato. No hace falta que me lo agradezcas, sé que soy el mejor. Si la perfección existiera, yo sería lo más cercano a ella.
PD: Te juro que no le he puesto un dedo encima. Esta sin estrenar. Tan virgen y puro como el agua del Everest. Buen provecho."
Sasuke no había terminado de asimilar esas palabras cuando el espécimen en extinción comenzó revolverse parloteando de nuevo.
-Tú no intentarás violarme también… ¿Verdad? – desconfió el rubio – Te aviso que tengo las uñas afiladas y muy mala leche cuando me tocan los rabos. Si alcanzas a ver la cara de tu hermano lo comprobarás…
Pero Sasuke no le prestaba atención, tan solo estrujaba entre sus manos la dichosa carta que le estaba rompiendo la monotonía de su armoniosa vida.
-¡Maldito degenerado del demonio! – maldijo a su hermano, sumido en sus pensamientos - ¡Para que diablos quiero yo un gato que no sea de metal y unido a un coche descapotable! – dirigió su hosca mirada hacia el neko alzando un dedo hacia la puerta - ¡Tú, largo de mi casa!
-No, no… – Naruto elevó una mano que giraba indicándole – Lee el dorso de la carta.
¿Pero todavía hay más? Sasuke le dio la vuelta al papel arrugado y comprobó como la carta continuaba con un párrafo más…
"Desconsiderado. ¿Te estás planteando tirar a la basura tu regalo? Estúpido hermano menor… si no lo quieres, guárdamelo para mi. En un mes pasaré a recogerlo. ¡Frígido!"
Como si esa carta tuviera la culpa de todo, el papel quedo reducido a trizas que rompía una y otra vez frenético con las manos mientras murmuraba.
-¡Estúpido, estúpido, estúpido, estúpido…! ¡Aniki te mataré!
Cuando vio que el papel ya no se podía defender, sacó el móvil del bolsillo, marcando de memoria el número de su hermano… Tras la espera recibió tan solo el mensaje de la operadora al otro lado indicándole que el teléfono se encontraba apagado o fuera de cobertura en ese momento.
-¡Mierda! – rugió.
-Tienes una bonita casa… me gusta – la voz de Naruto le sacó de sus pensamientos. Ahora paseaba tranquilo por el salón mirando la decoración… ¿Cuándo se había deshecho de su agarre? – Me gusta el sofá – argumentó restregándose contra él cual gato por su casa.
-¡Ehhh! Bájate de ahí, nadie ha dicho que te vallas a quedar aquí. – se incorporó veloz.
-Pero Itachi dijo…
-¡Me importa una mierda lo que dijera el psicópata de Itachi! Tú te largas. – alzó un dedo amenazador indicando la salida.
-No, no. – Naruto retrocedía en el camino. Puso su cara más desvalida intentando convencerlo - Fuera hace frío y está lloviendo. Compadécete por una noche de este pobre neko…
-¡LARGOOOO!
No había manera de persuadirlo. Ese tío era Satanás en persona. Naruto comenzó a correr por toda la casa perseguido de cerca por Sasuke que intentaba darle alcance. Trepó, esquivó y saltó todo lo que pudo huyendo del frenético moreno que enrojecía de la furia por momentos.
-¡No te molestaré! ¡Ni siquiera notarás que estoy aquí! ¡Soy muy silenciosoooo! – gritó subiéndose a uno de los muebles del comedor – ¡Meouww!.
-¡Vete de una vez gato del demonio! – vociferó agarrándolo de una pierna y comenzando a estirar. La verdad, para ser un gato-humano tenía que reconocer que era sorprendente su agilidad.
-¡Bastardo dame una oportunidad! ¡Soy un gato muy pulcro! ¡Higiénico! ¡No ensucio nada!
-¡Lo que te voy a dar como te pille va a ser una manta de ostias!
-¡Se limpiar! ¡Se planchar! ¡Se cocinar ttebayoo! – Naruto se agarraba con uñas y dientes del mueble intentando no caer a las garras del diablo.
Y por arte de magia, sin saber por qué, Sasuke se detuvo de golpe dejando el forcejeo. Un sonido gutural sonó en la estancia. El sonido de sus tripas hambrientas lo delató en el momento más comprometido. Ambos se miraron y las mejillas del moreno se cubrieron de un leve sonrojo ante el rugido de su estomago. Desde luego, era lo primero que iba a hacer nada más llegar a su casa…
-¿Tienes hambre? – cuestionó el rubio - ¡Yo te haré la cena!
Con una habilidad pasmosa vio descender al rubio y colarse dentro de la cocina en menos de lo que pudo reaccionar.
-No, no… ¡Oye! – lo siguió despotricando en su contra por el camino. Cuando entró Naruto ya estaba abriendo armarios, sacando utensilios de cocina al igual que comida del frigorífico. Sasuke se cruzó de brazos desafiante – ¿Es que eres sordo o qué? No quiero que me hagas la cena. Lo que quiero es que te largues de mi casa.
Vio como las orejas peludas descendían en un gesto afligido al igual que su cola. Los hombros del gato temblaron en un leve espasmo, dejándolo con un extraño sentimiento de culpabilidad inexistente en él.
-Solo esta noche por favor… - le escuchó murmurar flojito con la cabeza y las orejas agachadas – No tengo a dónde ir. Te haré la cena en recompensa… es solo que… no me gusta la lluvia…
Naruto ladeó el rostro hacia el moreno, mostrando la humedad que se agolpaba en sus brillantes ojos a punto de ser volcada en lágrimas.
Pasaron varios segundos en silencio. Sasuke no pestañeaba, parecía que se estaba replanteando la oferta. Finalmente el moreno se frotó la cara con cansancio suspirando rendido. Maldito cargo de conciencia…
-Esta bien – accedió – Te doy una noche. Mañana no te quiero ver por aquí ¿Me has oído gato estúpido? - la cola del neko comenzó a moverse frenética hacia los laterales, sus orejas habían vuelvo a alzarse y en su cara brillaba una radiante sonrisa, que muy a su pesar, le enterneció. Debía reconocer que ese extraño chico era bastante guapo… ¿En qué demonios estaba pensando? ¿Guapo esa bola de pelos? ¡Ni de coña! Giró brusco el cuerpo volviendo a sonar huraño – Voy a darme un baño. No toques nada que no sea estrictamente necesario ¿te queda claro?
-Tan claro como el agua del mar muerto – acompañó a las palabras con una cálida sonrisa.
Aún reticente, Sasuke salió de la cocina encaminando los pasos hacia el cuarto de baño.
-Jeje, nadie es capaz de soportar el ojitos brillosos mode on – murmuró Naruto malicioso cambiando el rostro a uno aprovechado – Lo aprendí del gato de Shrek… que fiera el tío… es mi ídolo…
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El ambiente dentro del baño era caldeado. Tan cálido y reconfortante que adormecía los sentidos, de no ser por… los insultos que alguien recibía constantemente.
-Te mataré aniki… arrancaré cada una de tus partes, las quemaré y luego las tiraré al río para que te sientas identificado con Kisame…. – resonó dentro de la bañera llena de espuma. La esponja se estrujaba con furor y sus dientes rechinaban ofuscado - ¿Cómo se te ocurre regalarme un gato? ¿Un gato a mi? Que soy más arisco que ellos…
A Sasuke no le gustaba el contacto con la gente, era un antisocial declarado y menos con humanos medio animales extraños. Tan solo accedía a sobrellevar aquellas personas que era le era imposible evitar. Por ejemplo alguno de sus compañeros de universidad.
-Y encima un gato dobe con voz estridente…
Un olor ajeno al jabón acudió a su nariz. Olía bien, olía apetitoso, y sobretodo olía comestible… Salió del baño movido más por el hambre que por otra cosa. Se colocó una camiseta ancha y oscura así como ropa interior. En el comedor le esperaba una mesa preparada para la cena.
-¿A que huele? – pronuncio acercándose hacia los cuencos humeantes recién sacados de la hoya.
-Ramen – contestó sonriente el neko sentándose en una de las sillas – Estoy seguro de que te va a gustar.
Sasuke contempló la escena sumamente incómodo. ¿Se tenía que sentar a comer con él? ¿Con esa bola peluda? Puso una mueca de desagrado.
-Vamos siéntate – insistió el rubio sin percatarse de su gesto – A este paso se va a enfriar…
El sonido de sus tripas volvió a rugir. No muy convencido pero terriblemente hambriento Sasuke accedió a sentarse junto a él y a probar con desconfianza algunos fideos. La comida no estaba mal, aunque no se podía decir que fuera un alimento muy nutritivo. A pesar de ello, no pronunció su disconformidad. El apetito se tragó sus palabras en cada engullida.
Durante un buen rato no conversaron, tan solo el sonido de succión que efectuaban al sorber la sopa era lo que cortaba esa tensión. Naruto devoraba el alimento como si su vida dependiera de ello, o eso, o realmente tenía mucha hambre… a saber la de días que llevaría sin comer ese estúpido neko. Por lo tanto, fue el primero en terminarse el cuenco. El rubio suspiró complacido palpándose socarrón la gorda barriga llena. Acto seguido comenzó un auto monologo con él mismo. Que si el ramen era la mejor comida que había probado en la vida, que no sabía elegir cual le gustaba más si la casera o la preparada de bolsa, que si era un alimento elemental en una dieta equilibrada… tonterías. Sasuke no lo escuchaba en absoluto.
-¿Vives tú solo aquí? – le preguntó el neko curioso indicando la casa.
-Sí, y pretendo que sea así por el resto de mis días. – le contestó sarcástico y de mala gana. Segundos después se estaba reprendiendo mentalmente por iniciar una conversación con él, cosa que no pretendía.
-Es una casa muy grande para ti solo… - murmuró como rebatiendo la ofensa.
-Eso no es asunto tuyo.
Naruto se cruzó de brazos sacando los morritos en un gesto de enfado pensando lo cretino y prepotente era aquel humano.
-Ero-senin tenía una casa parecida… – volvió a pronunciar involuntariamente en voz alta segundos después – Aunque sobre la mesa no adornaban jarrones sino más bien latas de cervezas, sake o cualquier destilado licor…
Fue cuando Sasuke se dio cuenta de que ni siquiera se había molestado en investigar de donde había salido aquel gato y cómo llegó a parar a su casa. Había acogido por una noche a un completo desconocido. Algo completamente inusual en él.
-¿Ero-senin? – preguntó el moreno intrigado. Sin darse cuenta, comenzaba a prestar más atención de la pretendía al misterioso animal.
-Sí, la persona que se encargaba de cuidarme… un viejo ermitaño jubilado y pervertido. – sin pretenderlo, a sus labios había asomado una triste sonrisa de melancolía – Vivíamos en el país del remolino, muy lejos de aquí, era una villa muy tranquila. Siempre he estado con él desde que recuerdo, ha sido como un padre para mí. No uno ejemplar… un poco alcohólico, degenerado y derrochador de dinero… pero por lo menos el único que accedió a cuidarme. No se nada de mis padres, tampoco tengo familiares o hermanos. Ero-senin me dijo que ambos murieron, pero nunca me dijo por qué…
Sasuke se mantenía expectante sintiéndose levemente identificado con ese chico. Él tampoco contaba con padres ya.
-¿Y qué le ocurrió? – preguntó curioso.
-Ero-senin… murió. – quedó en silencio durante unos segundos hasta volver a formar esa triste sonrisa y continuar el relato – Tampoco se lo que ocurrió exactamente. Ese mismo día, cuando se enteraron de su fallecimiento, comenzaron a llegar a casa un grupo de vecinos… llevaban antorchas, pretendían quemar mi hogar… conmigo dentro.
Los ojos negros de Sasuke se abrieron de par en par ante lo revelado aunque no dijo nada.
-Ya sabes como es la gente de un pueblo pequeño y mentalidad cerrada. Nunca me aceptaron por mi físico. Me llamaban monstruo, engendro, me tiraban cubos de agua y basura… - Naruto resopló acostumbrado – era mi pan de cada día…
Los curiosos ojos negros indagadores examinaron con dedicación las orejas peludas, esas extrañas marcas en la cara y la cola que no dejaba de ir de un lado hacia el otro, contoneándose lenta y precisa, sobresaliendo por detrás del rubio. Sí que era algo raro, pero no como para calificarlo de monstruo, eso era bastante cruel.
-Pero a ti te gusta mi cola, ¿Verdad? – le escuchó pronunciar sacándolo de su investigación. Sasuke levantó la vista hasta conectar con ese azul cielo impropio de los gatos, se había dado cuenta de que lo observaba. Pero fuera de molestarse, la sonrisa de Naruto creció más, moviendo efusivamente su extremidad peluda. El moreno no contestó, se mantuvo impasible mirando como el neko se levantaba y se acercaba hacia él colocándose de medio lado…
-¿Quieres tocarla? – le ofreció ingenuo mostrando más su trasero – Vamos, prometo no arañarte como a tu hermano…
Tentado estuvo de estirar de ella para comprobar si era real… pero sus ojos habían captado de nuevo algo más interesante en esa zona. Ya no era la cola lo que centraba su atención… sino el redondo trasero enfundado en esos pantalones naranja chillón que se le ajustaban prieto a su contorno. Inmediatamente desvió la mirada al notar como el calor se le subía a la cabeza y las puntas de sus orejas le ardían del bochorno.
-Me voy a la cama. – fue lo único que pronunció áspero tras levantarse y salir del comedor. Segundos más tarde volvía a entrar con el entrecejo fruncido y señalándolo con un dedo amenazante. – Te lo advierto, y la advertencia consiste en amenazar por las buenas… - pausó concentrando una ira que sobresalía como un aura maléfica desde su cuerpo – Ni se te ocurra tocar nada. Conozco mi casa a cada palmo. Como vea que has tocado algo, que has robado algo… te juro que te encontraré y acabaré contigo.
Desapareció pasillo hacia delante dejando a Naruto paralizado y con una gota deslizándose lentamente por su sien.
Tras llegar a su cuarto se apoyó en la pared reflexivo. ¿Por qué el estúpido gato le había contado algo tan personal como aquello? No se conocían de nada, pero parecía que el rubio, a pesar de su terrible vida, estuviera hecho a abrirse a la gente con esa facilidad pasmosa.
Se froto las sienes con insistencia, estaba cansado, enervado de tanto pensar. Hoy había sido uno de los días más agotadores que recordaba haber vivido sin la presencia de su hermano. Ese enfermo zoofílico sí que era demoledor. Comenzó a caminar arrastrando el paso hasta colocarse frente al mullido lecho.
-¿Puedo dormir en tu cama? – le golpeó de improviso la voz de Naruto a sus espaldas. Sasuke se giró sobresaltado encontrándolo tras él, moviendo alegremente su cola de neko. ¿Cómo había echo para colarse sin hacer el más mínimo ruido?
-No – negó rotundo dándole empujones a los hombros hasta sacarlo del cuarto – Tú dormirás en el sofá.
Las orejas y la cola del gato cayeron en un gesto abatido mientras entrecerraba los ojos y murmuraba sarcástico "bastardo".
Con un portazo le cerró la puerta en las narices atrancándola con cerrojo. Sasuke maldijo palabras inteligibles por lo bajo hasta terminar recostándose relajado sobre su cama. Cruzó ambas manos tras su cabellera y se dedicó por unos minutos a mirar el apasionante acabado mate de su techo. Sin poder evitar pensar que ese chico seguramente había pasado una cruel vida, tan dolorosa como la de él mismo. No quería relacionarse más con él, ni escuchar más relato. Lo mejor sería continuar con su actitud fría y despiadada para que terminara hartándose de él, como hacía con todos los de su entorno. Era lo mejor, alejarlo y no entablar ningún tipo de contacto… porque en el fondo… se sentía tremendamente identificado con aquel chico y sobretodo comprendido.
Escuchó el maullido encrespado del gato rondando por la casa… menuda nochecita iba a pasar…
-Te mataré aniki – susurró cerrando los ojos – te mataré…
Continuará…
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Amm... los comentarios van abajo por favor
capas te digo q ta bueno y es un asco) en lo personal me gusto solo que....
