Disclaimer lavamanos tipo Disney
Esta historia fue escrita desde el 2002 al 2004, por una piba y un pibe que, al comienzo de la historia, tenían 15 años, al igual que el protagonista.
Es probable que cada tanto encuentren chistes o comentarios homofóbicos, machistas, racistas y/o de mierda en general. Básicamente, éramos literalmente nenes y bastante boludes, como la gran mayoría de las personas lo es a esa edad. Esos comentarios NO reflejan la postura actual del staff de PA y francamente, son bastante vergonzosos. Pero decidimos dejar la historia exactamente tal cual fue escrita y no lavarnos las manos de nuestros errores.
Capítulo 62: Odio. Venganza. Palabras de despedida.
Hacía ya más de media hora que la última explosión había sacudido el suelo del laboratorio, y ahora todo estaba en la más absoluta de las calmas. Sus ocupantes se miraban entre sí, discutiendo sin palabras si debían salir o no. La incertidumbre se respiraba en el aire.
¿Qué podría significar este silencio? ¿Habrían los muchachos conseguido derrotar a esa criatura finalmente? ¿O lo que oyeron no fue más que el golpe definitivo de esa bestia para dar muerte a aquellos ilusos que osaron oponérsele? El padre de Touji estaba histérico, los asistentes del profesor Elm, silenciosos, y Takashi… Takashi rogaba mentalmente por la victoria de su amigo, y su vida.
La vida y la muerte, una lucha constante se llevaba a cabo entre ellas. Pero en el caso particular del hombre tendido sobre escombros de lo que alguna vez fue una casa del pueblo New Bark, con su hermano menor de rodillas a su lado, parecía ser que la segunda tenía la victoria asegurada.
-Voy a decírtelo todo, Touji… -dijo Kosuke en voz baja –escúchame bien…
El chico seguía sujetando la mano de su hermano mayor. Demasiados sentimientos, demasiadas cosas en su cabeza como para pronunciar palabra alguna. Rika, Harry, Reiko, y Shin se mantenían algo alejados, pero lo suficientemente cerca como para escuchar y ayudar en caso de que fuera necesario. Hikari se acercó lentamente, con los ojos negros llenos de lágrimas.
-Cuado mataron a mamá… -comenzó a relatar Kosuke –Yo no creí la historia de la policía… no creí que lo hayan hecho unos ladrones corrientes… las pistas no cerraban por completo, no me quedé conforme. Mamá era joven, hermosa, exitosa, era una de las mejores entrenadoras de todo Johto, todos la querían… no pude aceptarlo… no pude aceptar su muerte… -Touji sabía que el asesinato de su madre de alguna manera estaba relacionado con la desaparición de su hermano, pero no tenía idea de qué era lo que lo había hecho cambiar tan drásticamente.
-Una noche, mientras investigaba en las afueras de Cherrygrove, apareció un hombre que nunca había visto. Joven, bien peinado, vestido de traje, con un Fearow a su lado. Me dijo que había alguien que quería hablar conmigo, que quería ayudarme en mi investigación -dejó escapar una pequeña risa amarga –En aquel momento, los jóvenes de esa época solo habíamos oído del equipo Rocket por historias, puesto que hacía varios años que estaban fuera de circulación, nunca pensé que… fui muy ingenuo. El caso es que seguí a ese hombre con Smaug, no tenía nada que perder; si resultaba ser una trampa y me atacaba para robarme mis Pokémon, sabía defenderme, y muy bien… tenía una confianza total en mis habilidades y mis Pokémon. Me guió a través de bosques laberínticos y montañas, hasta que aterrizamos en un claro. El hombre se detuvo antes de llegar y me instó a que continuara solo. Así lo hice, con cautela, y encontré a un hombre solo, también de traje, que ya había pasado hacía rato sus cuarenta. No me inspiraba confianza; tenía una mirada de suficiencia que no me agradaba. Me habló en tono amigable, casi como un padre… me dijo que era un viejo amigo de mi madre, y que al igual que yo, estaba buscando a los responsables de su muerte. Dijo que me ayudaría, que me suministraría toda la información que fuera a caer en sus manos… -Kosuke carraspeó, un fino hilo de sangre descendió por la comisura de su boca. Touji sintió como la desesperación comenzaba a apoderarse de él. Kosuke inhaló una bocanada de aire con dificultad, y continuó:
-Por supuesto que le creí… ¿Por qué no habría de hacerlo? Todos querían a mamá, tenía amigos en todo el mundo… Esa noche regresé a casa pensando que por fin iba a acercarme a la verdad. No le dije nada a papá, ya que él solo parecía querer olvidar lo que pasó… no quería saber la verdad, solo quería olvidar… pero yo no, no podía quedarme tranquilo… vos ya tenías casi catorce años, pero estabas destrozado… no quería echarte un peso más en la espalda…
En las siguientes semanas seguí reuniéndome de vez en cuando con ese hombre. Intercambiábamos datos, o al menos eso era lo que creía… me dijo que estaba cerca, que estaba muy cerca de descubrir a los asesinos. No pasaron muchos días cuando me llamó diciéndome que por fin los tenía. Que los había atrapado cuando intentaban salir de Johto. Fui sin demora al lugar que me indicó… y los vi, eran dos, dos tipos comunes y corrientes, tal vez con apariencia algo más sospechosa que el promedio de la gente, pero nada muy llamativo. Parecían aterrados.
¿Ellos eran? ¿Ese par de bandidos corrientes habían asesinado a mi madre? ¿Por qué?
Una furia que no conocía se apoderó de mí… los golpeé, los insulté, pero no me dieron respuestas. No me dieron los motivos que los impulsaron a cometer esa atrocidad… pero tampoco negaron haberlo hecho. Estaba tan furioso, me cegaba la ira…
“Adelante, hacelo” me dijo el hombre que los había atrapado… y yo… yo… -se detuvo, y desvió la mirada de la de Touji –Lo hice… los maté… con mis propias manos… a sangre fría… -Alzó lentamente una mano frente a sus ojos, de la cual se deslizaron varias gotitas de sangre que le salpicaron el rostro.
La incredulidad se reflejaba en el rostro de Touji, Hikari solo bajó la mirada, tratando de alguna manera de ocultarla.
-Sí… fue en ese momento que parte de mí se perdió… había asesinado a dos hombres… era un asesino, un criminal… no importaba si había sido por venganza. Lo hecho, hecho estaba, ya no podía volver atrás. No podía volver a casa, no podía mirar a papá a la cara, no podía mirarte a vos a la cara… mi pequeño hermano que se estaba convirtiendo en hombre. No podía estar cerca de vos…
Touji abrió la boca para decir algo, pero se calló.
-Fue entonces cuando ese tipo… ese hijo de puta… -la serenidad en la mirada del joven pareció, por un momento fugaz, trastocarse en ira –hizo su jugada maestra… me tenía donde me quería, había caído directamente en su trampa… pero yo no lo sabía, solo veía en él a un amigo, un apoyo, incluso una figura paterna… me dijo, después de muchos rodeos, que lideraba un grupo de entrenadores de elite llamado Equipo Rocket… mi reacción al oír ese nombre fue la usual; estuve a punto de montar en Smaug y alejarme de ahí, vivir errante durante años, lejos de todo y de todos. Él previó lo que pensaba hacer y pronto comenzó a hablarme, a explicarme que las cosas no eran como las habían pintado, que no eran criminales despiadados, sino una organización que buscaba alzar los nombres de Johto y Kanto en el mundo con la ayuda de los Pokémon. Sinceramente, en aquel momento no me habría importado mucho si el equipo Rocket se dedicara a saquear orfanatos… no me pregunté como era que mi madre tenía como amigo al líder de esa organización… fui demasiado ingenuo para ver la verdad… ya había dado el primer paso, no había marcha atrás.
En ese momento, ese hombre se presentó con su nombre real: Giovanni. Me reconoció como el mejor entrenador en ambas regiones… me dijo que tenía la fuerza y el carácter para ser grande… para ser muy grande… incluso su mano derecha…
No podía regresar a casa, era un asesino, y fui demasiado cobarde como para entregarme a la justicia… solo quedaba un camino posible para mí. Estreché su mano, sin saber que con eso sellaría mi destino.
Touji intentaba procesar la información en su cabeza, pero todo era demasiado confuso.
-Jeh… -Kosuke miró al firmamento unos instantes. Amanecía –No soy el entrenador que todos en este pueblo admiraban… no soy nada de lo que la gente creía que era… qué decepción, ¿eh, Touji?
-¡No! ¡Cometiste un error, todos los cometemos! –gritó Touji.
-La verdad… tenés que saberla completa -continuó Kosuke, pasando por alto el anterior comentario de su hermano, hizo una mueca de dolor, que provocó que Hikari casi saltase del suelo, y continuó;
-A partir de ahí me despedí de mi vida pasada. Simplemente desaparecí y me entregué por completo a la vida del equipo Rocket… ahí me sorprendí al encontrar a dos viejos amigos.
-¿Viejos amigos? –preguntó Touji confuso.
-Era un mundo nuevo para mí, todos sabían mi nombre y me trataban con respeto… al principio me enviaban a misiones de inteligencia, y yo las cumplía al pie de la letra, después vinieron… otro tipo de misiones… ya había matado una vez, ¿Por qué no volver a hacerlo? Con el correr del tiempo, ya no pude detenerme… ya no distinguía entre el bien y el mal, mi moral estaba definitivamente muerta y enterrada. ¿Y sabes cuál es la mejor parte? Me gustaba. Me gustaba tener ese control, ese poder sobre la vida y la muerte… Los meses pasaron, y me había vuelto conocido y temido en muchas partes… pensé que podía continuar con ese estilo de vida indefinidamente, pero ocurrieron cosas que escaparon a mi control. Hace unos meses, en un asalto a la ciudad de Ecruteak, apareciste vos… el verte dio una sacudida tremenda a la relativa paz interna que tenía. No podía dañarte… no podía permitir que la organización te viera como un punto débil para manipularme cuando lo creyeran conveniente… tampoco podía dejar que interfirieras en nuestros planes… yo era un miembro de elite del equipo Rocket, pero por sobre todo, era tu hermano… Después de esa vez, tuvimos otros encuentros… y no hay mucho que pueda decirte sobre eso. No tenía pensado salirme de la senda que había elegido. Quería encontrar el momento oportuno para explicártelo todo, pero no fui capaz… tenía miedo de decirte la verdad.
En cuanto a la existencia del M11, sabía que era el único sobreviviente de los clones de Mew, y que tenía muchos años encerrado y dormido en uno de los laboratorios de máxima seguridad de la organización. Su escape hace más de dos meses no me afectó demasiado. En ese tiempo, viejas dudas comenzaron a asaltarme… dudas sobre mamá. Las cosas seguían sin cerrarme del todo… tenía miedo de averiguar la verdad, pero gracias a la intervención de mis dos amigos, me decidí a descubrirlo todo. No solo sobre mí, sino también sobre ellos… Justo después de nuestro enfrentamiento al pie del Mt. Silver, me dirigí hacia una de las tantas bases Rocket diseminadas por todo Johto. Me infiltré en ella sin mucha dificultad, y tras una larga búsqueda encontré los historiales de cada uno de los miembros del equipo dividido por categorías… no estaba seguro de lo que iba a encontrar, pero cuando acabé de leerlo, me temblaban las manos… no podía creerlo, no quería creerlo… ese tipo… ese tipo que se había hecho pasar por un amigo de mi madre… él la había… él fue quien la… -y se detuvo, con el fuego del odio ardiendo en su mirada.
-¡¡Hijos de puta!! –gritó Touji dando un puñetazo al suelo –¡¡Hijos de puta!!
-Él temía al poder de mamá… temía que fuera un verdadero peligro para ellos, y al no poder convencerla de que se uniera a su causa, decidió borrarla del mapa.
-Hijos de puta… -repitió Touji entre dientes.
-Así que, ya ves Touji –continuó Kosuke, con una sonrisa triste –todo lo que hice fue en vano… me convertí en un asesino que trabajaba para el asesino de mi madre… irónico, ¿no?
-No… no digas eso… para mí siempre vas a ser… -comenzó a decir Touji, pero casi no pensaba lo que decía.
-Quiero que me hagas un favor –lo interrumpió su hermano, mientras débilmente registraba un bolsillo de su campera negra, hasta que sacó un papel, una fotografía –Quiero que le entregues esto a mis dos amigos… según tengo entendido los conocés… -Touji recibió la foto, y la miró con cuidado, sus ojos se abrieron con asombro, era la misma foto que había visto encuadrada en el Salón de la fama de la Liga de la Convención Plateada. Ahí estaba su hermano, con el trofeo de campeón a sus pies, y abrazando por los hombros a otras dos personas, un chico de cabello gris y rostro tranquilo, y una chica rubia de ojos color miel, muy sonriente. Los tres se veían sucios y cansados, pero extremadamente felices. En aquel entonces esas dos personas se le habían hecho familiares, pero ahora era cuando las reconocía completamente; eran Nabiki y Tatewaki, los mismos Rockets… los mismos Rockets que lo habían atormentado durante todo su viaje… ¿Amigos de su hermano?
Kosuke pareció adivinar la expresión confusa de Touji.
-Nos conocimos en mi primer viaje Pokémon, el de Johto… pronto nos hicimos buenos amigos y viajamos juntos… aprendimos mucho, nos metimos en muchos problemas… -se detuvo, con una leve sonrisa –Eran mis mejores amigos, los mejores amigos que alguien podría tener… combatimos en la liga de la Meseta Añil… y nos separamos. Al cabo de un año nos reencontramos en el torneo de la Convención Plateada… fue una gran lucha… eran excelentes entrenadores. El día que el torneo terminó nos tomamos esa foto… Y cuando los volví a ver, estaban metidos en el equipo Rocket. Sus motivos diferían de los míos; en un ataque nocturno sorpresivo, les habían quitado sus Pokémon, sus amigos, todo su trabajo… casualmente Giovanni apareció al poco tiempo, ofreciéndoles ayuda para volver a empezar y hacer todo lo posible para recuperar a sus antiguos Pokémon… por supuesto que aceptaron. Éramos jóvenes e influenciables, ellos y yo… La verdad es que fue el equipo Rocket el que les arrebató a sus antiguos Pokémon. Quisiera que les digas eso, junto con esta foto… deciles que sean libres… -Kosuke tosió nuevamente, esta vez, más sangre.
-¡Aguanta hermano, aguanta!
-Mis-mis Pokémon… -dijo con la voz quebrada –dáselos al profesor Elm por favor… él los cuidará bien… y pedile disculpas de mi parte…
-¡No! ¡Las disculpas se las vas a pedir vos!
-Sm… Smaug… -llamó a su bestia, el Charizard bajó su enorme cabeza hasta estar cerca de la de su amo, este le dio unas palmaditas en el hocico –B-buen muchacho… gracias por todos estos años… no te olvidaré… -con un débil movimiento de mano, se quitó el pañuelo rojo de la frente, y con cuidado, lo amarró alrededor del brazo herido del dragón.
Solo alguien que haya visto a un Charizard llorar podría saber lo estremecedor que era ese espectáculo. Las lágrimas del Pokémon de fuego caían sobre su amo, ardientes.
-Cuida de Touji por favor… quedate con él… -Kosuke miró después a Touji –Te lo encargo, Touji… Smaug será un buen compañero…
-¡¡No vas a morir, no voy a permitirlo!! –las lágrimas rodaban por el rostro de Touji –No podés morirte ahora, no ahora que volviste a ser el de antes…
-Maestro, no muera por favor… -susurró Hikari.
-Hikari… -Kosuke volvió la vista hacia ella, con una leve sonrisa –entrena duro… maestra de dragones… perdóname por haberte hecho sufrir… sos fuerte por dentro, y lo serás siempre…
-No se disculpe, maestro… lo salvaremos… vamos a…
El joven cerró los ojos un instante, y después le habló a Touji;
-Mirá como has crecido… cuesta creer que sos la misma pulga que llevaba sobre mis hombros hace algunos años… -Se permitió, por un segundo, una auténtica pero pequeña sonrisa. -Touji, escuchá bien… -su mirada se ensombreció -vas a ser grande, vas a ser el entrenador más grande de cuantos ha habido… yo… yo me dejé consumir por el odio y la venganza… no… no cometas el mismo error, no quiero que acabes como yo… sé fuerte Touji… protegé a papá… decile que lo siento mucho…
-No… por favor no… por favor no me dejes solo… -rogó el muchacho, sujetando con fuerza la mano de su hermano.
Kosuke sonrió débilmente.
-“Aunque a menudo pienses que sos vos, lo que tenés que pensar es en nosotros” Tenés buenos amigos Touji, no lo olvides… sé… fuer-
El joven cerró los ojos con fuerza y apretó los dientes, en un gesto de dolor diferente a los anteriores, este era definitivo… dio un último suspiro, y sus facciones se relajaron.
Touji negó con la cabeza lentamente… aquello no podía ser posible, su hermano no podía estar muerto…
-No… no podés morir… por favor… despertate…
Hikari había caído de rodillas al suelo, y sollozaba.
-Te lo suplico… no me hagas esto…
Pero no obtuvo respuesta, Kosuke ya no estaba en este mundo.
-Por… favor…
Touji apoyó la frente sobre el pecho de su hermano, y lloró, lloró como nunca antes lo había hecho.
Unos metros detrás de él, Rika no se atrevía a acercarse.
Touji siguió llorando durante largo tiempo. Era tan injusto… ¿Por qué? ¿Por qué a ellos? ¿Por qué tuvo que pasarle esto a su familia? Los Rockets… ellos eran los responsables… habían matado a su madre, habían matado a la familia de Shin, habían matado a centenares de familias… Un sentimiento diferente comenzó a llenar el pecho de Touji, un sentimiento negro, alimentado por la tristeza… Por su culpa… por su culpa su hermano estaba… esos hijos de puta… habían arruinado su vida… la habían convertido en un infierno… pero eso iba a acabarse, no arruinarían ni una más: él mismo se encargaría de eso.
Dejó de llorar, apretó por última vez la mano de su hermano, lo tomó en brazos con dificultad y se puso de pie.
Rika dio un paso al frente, y pareció que iba a decir algo, pero se detuvo. Había algo diferente, algo en la mirada de Touji… no era mera tristeza, era algo más, no sabía definirlo, pero la asustaba. Los ojos verdes del muchacho carecían de expresión.
Caminó lentamente hacia el laboratorio, y los demás lo siguieron en silencio. Antes de que intentara abrir la puerta, esta se abrió de par en par. Los rostros estupefactos de su padre, Takashi, y el resto de las personas lo recibieron, junto con una avalancha de preguntas y gritos.
-¡¡Touji!! ¿Estás bi- no llegó a finalizar la pregunta cuando los ojos del padre de Touji cayeron sobre el cuerpo de su otro hijo.
-¿K-Kosuke? –balbuceó atónito. Sin decir palabra alguna, Touji se acercó a su padre y le entregó el cuerpo de su hermano.
-¡¿Qué significa esto?! ¡¿Qué le ocurrió?! ¡¡Llamen a una ambulancia!! –el hombre intentó reanimar a su hijo con desesperación.
-Está muerto –dijo Touji secamente.
Un silencio absoluto se hizo durante un instante.
-¿Qué… qué dijiste? –dijo su padre con la voz quebrada.
Touji no respondió, caminó por entre la gente, que por alguna razón se apartaba de su camino, hasta llegar a la máquina de recuperación de Pokémon. Colocó allí sus seis pokebolas y esperó.
A sus espaldas resonaba el llanto de su padre, quien limpiaba con la manga de su camisa la sangre del rostro de su hijo, y el torbellino de preguntas que hacían los demás.
-¿Cómo ocurrió esto?
-¿Qué pasó con ese monstruo?
-¿Lo derrotaron?
Ninguna de esas preguntas obtuvo respuesta. La máquina de recuperación se estaba demorando más de lo usual, seguramente debido a la gravedad de las heridas que tenía que regenerar. Finalmente, los Pokémon estuvieron listos. Los tomó, se colocó las esferas en el cinturón, y tan silencioso como había entrado, se dirigió a la salida, pero Takashi se interpuso en su camino:
-¿A dónde vas? Mirate, estás hecho mierda, ¡Tenés que ir a un hospital!
-Fuera de mi camino –replicó Touji con frialdad. Takashi se apartó, atónito, jamás había visto a su amigo actuar de esa manera.
En la puerta se cruzó con Shin, quien ingresaba al laboratorio. No se miraron.
Al salir, el resto de sus compañeros estaba en la entrada esperándolo, Hikari aún sollozaba.
-Touji… -comenzó a decir Rika, con preocupación reflejada en su mirada.
Touji no la miró, no podía mirarla. Había algo que tenía que hacer. Acabaría con el problema entero de raíz. No sabía donde se encontraba la base principal del equipo Rocket, pero había alguien que sí.
Dirigió la mirada a Smaug, quien estaba junto al grupo, la bestia a su vez lo miró. Se sostuvieron la mirada durante unos instantes, hasta que finalmente el Charizard asintió con la cabeza y se inclinó. Touji caminó hacia él, pero una mano en el hombro lo detuvo, se volvió, era Shin.
-Voy con vos –dijo, todavía sujetándose la herida del flanco. Touji asintió con la cabeza. Después de todo, no era el único que tenía cuentas que saldar.
Shin liberó a su Pidgeot, totalmente recuperado, y montó en su lomo, mientras que Touji subía sobre Smaug, lastimado y cansado, pero con ánimo suficiente de hacer un vuelo más.
-¿A dónde piensan ir? –les gritó Reiko, adelantándose.
-Esperen en este lugar –fue todo lo que dijo Shin-Tao, antes de que ambas bestias voladoras se alzaran en el firmamento.
Sus amigos los vieron alejarse. Ese comportamiento no era extraño en Shin, pero en Touji… esa mirada… no lo reconocieron.
Un muchacho barría con cara de aburrimiento el suelo grisáceo de las instalaciones donde trabajaba. Era nuevo, un simple novato, por lo que las tareas más pesadas y poco atrayentes eran para él. Después de acumular polvo un rato, se miró la gran letra roja en la pechera del traje negro. ¿Valdría realmente esto la pena? Hasta ahora unirse a la organización no le había traído demasiados beneficios, la promesa de reconocimiento y poder le parecía ahora bastante absurda.
-¡Eh, mocoso! –Alguien evidentemente de mayor rango que él le gritó desde el lado opuesto de un pasillo casi interminable -¡Deja de soñar despierto y barré! ¡Quiero ver mi cara reflejada en el suelo!
El muchacho masculló un par de maldiciones y continuó su labor de mala gana.
Fue en ese momento que un terrible estruendo se oyó desde el techo, justo mientras este caía en pedazos. Del enorme agujero aparecieron una serie de bestias de aspecto terrorífico y sumamente violento. Primero, el aparente autor del hoyo, un enorme pájaro metálico de pequeños y penetrantes ojos, tras él aterrizaron con agilidad un reptil verde de aspecto elástico y un canino sombrío, le siguieron una especie de roedor irradiante de energía eléctrica, un fantasma con sonrisa de locura, un perro amarillo de pelaje espinoso, y una criatura con el cuerpo cubierto de llamas y ojos como brasas.
En menos de un segundo también estaban cayendo en escena dos bestias del elemento acuático; un enorme cocodrilo de mandíbulas intimidantes, y una tortuga provista de cañones de agua a presión en su caparazón. Después, un monstruo gigantesco acabó por destrozar lo que quedaba del techo al caer dentro del lugar, haciendo temblar el suelo, su rostro era de pesadilla y su cuerpo blindado en roca, tras él, una pequeña y esbelta criatura aterrizó con una ágil voltereta. Era oscura, como una sombra. Cerrando el grupo, un dragón de fuego de apariencia demoníaca y un enorme halcón, ambos con dos jóvenes en su lomo, que no tardaron en bajar de un salto de los Pokémon y guardarlos en sus correspondientes esferas.
-¡¿Pero qué demo… -gritó uno de los Rockets que estaba haciendo guardia a tal vez unos treinta metros de la zona de desastre. Dos bestias se acercaban con paso solemne, un Magmar y un Houndoom.
-¡¡Intrusos, hay intrusos en el sector H-4!! –gritó otro de ellos por un radio comunicador, instantes antes de ser calcinados por un fuego infernal.
En una sala, tal vez una veintena de pisos por debajo de donde se había efectuado la invasión, varios Rockets de alto rango observaban lo que ocurría por medio de múltiples pantallas.
-¡¿Cómo lograron infiltrarse sin ser detectados?! –gritó furioso uno de ellos.
-No se infiltraron, señor… entraron por la fuerza –respondió otro lentamente.
-¡Imposible! –Sentenció el primero –¡El exterior superior de la base está protegido por una barrera psíquica y cuatro capas de acero reforzado! ¿Cómo diablos lograron destruir nuestras defensas? ¿Quiénes son ellos?
En una de las pantallas aparecieron las figuras de ambos entrenadores, señalando diferentes puntos, probablemente indicándoles a sus monstruos dónde debían concentrar sus ataques.
-¡¿Qué significa esto?! ¡Son solo un par de niños! ¡Elimínenlos de inmediato!
En otra pantalla podía verse claramente a un Jolteon electrocutando a una decena de Pokémon de diversas clases que habían sido enviados a defender. Miraron otro monitor y solo pudieron ver como un deslumbrante rayo de luz proveniente de un Tyranitar barría con todo y con todos lo que tenía enfrente. La transmisión de esa pantalla se cortó, probablemente la cámara había sido detectada y destruida.
-¡Maldición! ¡Envíen más tropas, envíen a los entrenadores de elite! –gritó el aparente comandante, histérico -¡No les permitan llegar a los sectores inferiores!
Las indicaciones fueron seguidas al pie de la letra, pronto los mejores agentes de la base estaban saliendo al encuentro de Touji y Shin. Pero las imágenes que aparecían en los monitores no podían ser más alarmantes para los Rockets: sin importar a qué se enfrentaran, esos intrusos despachaban sin miramientos todo lo que se interponía en su camino. Ni siquiera el entrenador con Pokémon del mejor nivel de la base pudo hacerles mella, la fuerza de esas bestias era abrumadora. Solo veían como sus hombres y sus Pokémon eran derrotados por ataques de una agresividad y contundencia pocas veces vista.
-¡¡Mierda, están en el sector D!! ¡¡Deténganlos, no pueden seguir bajando, DETÉNGANLOS!!
Varias sirenas resonaban ruidosamente en la sala, mientras sus ocupantes veían como los intrusos seguían avanzando a un ritmo preocupante.
-¡Violaron las puertas de seguridad del sector C! ¡¡Lo están destruyendo todo!!
-¡Están en el sector B! –el Rocket se detuvo y miró con más atención las líneas rojas del mapa virtual del establecimiento –No, no es cierto, están… ¡¡ACÁ!!
Todos los presentes se volvieron hacia la enorme puerta de acero que los separaba del resto del piso. Tras un sonoro golpe, esta salió disparada hacia delante, cayendo pesadamente sobre uno de los tantos paneles de control, y claro está, destruyéndolo.
Desde la entrada vieron el humeante exterior de la sala. Al aclararse la escena, pudieron una enorme bestia oscura, con el brazo derecho extendido, probablemente después de volar la puerta de un puñetazo. Una criatura mucho más pequeña ingresó al lugar con un par de atléticos saltos. Miró a todos con sus pequeños y torvos ojos violáceos, y con un corto movimiento de brazo se sacudió la sangre de las garras.
Tras esas dos bestias de pesadilla, dos figuras se acercaron lentamente, figuras humanas. A los ojos de los Rockets, eran solo dos muchachos. Heridos, magullados, pero con las miradas llenas de una sombría madurez.
El comandante se adelantó para dialogar.
-Dígannos que es lo que buscan, y haremos lo posible por ayudarlos –dijo tratando de que no le temblara la voz.
-¿Quiénes son? ¿Quién los envía? –preguntó otro, menos cauto.
Ninguno obtuvo respuesta, tras los dos jóvenes entrenadores, las siluetas de muchos otros Pokémon más comenzaron a perfilarse, como enviados del demonio. Sabían lo que tenían que hacer.
Smaug y Tenshi salieron disparados hacia el cielo como dos flechas, llevando a Touji y Shin en su lomo.
Cientos de metros debajo de ellos, la base Rocket madre, disfrazada como una antigua base militar abandonada, estallaba por completo, desatando una explosión que debió verse desde kilómetros y kilómetros de distancia. Los autores de toda esa destrucción contemplaban la escena desde las alturas, con los destellos anaranjados y rojizos de las llamas reflejándose en sus ojos.
Lo habían hecho. Habían destruido el principal centro de recursos y operaciones del equipo Rocket. Les sería completamente imposible recuperarse de ese golpe. La venganza había sido tomada. No habían tenido piedad de nadie.
Aun así, sentían cierta intranquilidad, faltaba algo… o mejor dicho alguien. El pez gordo se les había escapado.
Shin miró en la lejanía como dos figuras se acercaban rápidamente a ellos, Touji también las vio. Ninguno de los dos necesitó decir nada, el Pidgeot y el Charizard ya estaban en guardia. Pero al acercarse las figuras, el segundo comenzó a adoptar una actitud más calma. Ambas formas estaban ya lo suficientemente cerca como para ser distinguidas por completo; eran un Crobat y un Fearow, por supuesto, con Nabiki y Tatewaki montándolos.
Los Pokémon voladores se detuvieron frente a Touji y Shin. Estaban frente a frente. Al verlos, Touji sintió una mezcla de sentimientos. El viento sacudió el cabello de los cuatro. El cielo se había oscurecido, llovería muy pronto. Nadie dijo nada durante largos segundos.
-Se ve que estuvieron ocupados –dijo finalmente Nabiki, bajando la vista hacia lo que quedaba de la base en llamas.
Tatewaki notó el pañuelo rojo que flameaba amarrado al brazo de Smaug. Su mirada y la de su compañera fueron cruzadas por una sombra.
-Así que es verdad… Kosuke está muerto –dijo él sin poder ocultar su tristeza. Touji movió la cabeza en señal de asentimiento, y bajó la mirada.
-Murió por salvarme… –musitó.
-Siempre fue el más arriesgado de nosotros… tal vez por esa razón se volvió el más fuerte… -dijo Nabiki, recordando viejos tiempos.
-Escuchen, yo… -Touji comenzó a hablar –mi hermano me lo contó todo… toda la verdad… -entonces hundió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó la fotografía que le había entregado. La miró. La expresión de alegría en el rostro de su hermano, por un instante pudo oler el césped y oír los gritos de la multitud en la gran final… su visión se desvaneció, y alargó la foto a Nabiki –Tengan, mi hermano me dijo que ustedes tienen que tenerla.
La chica la recibió, y al verla, no pudo evitar que se le formara una sonrisa en el rostro.
-No puedo creer que la haya llevado consigo todo este tiempo… -dijo Nabiki, todavía con la vista perdida en esa vieja foto.
-Además me dijo… -Touji hizo una pausa, mirándolos a los dos –me dijo que fue el equipo Rocket quien les quitó sus antiguos Pokémon, que todo fue una trampa para hacer que se unieran a ellos…
-Eso ya lo sabemos –dijo Tatewaki.
-Dijo que ustedes… debían ser libres –finalizó Touji.
Se hizo el silencio, el viento seguía soplando.
Nabiki no lo dudó, llevó la mano a su pecho y de un tirón arrancó la R bordada en su traje, la hizo un bollo con desprecio y la dejó caer hacia las llamas.
-Hecho –dijo despreocupadamente mientras se apartaba un mechón de cabello rubio del rostro. Tatewaki, en cambio, parecía dubitativo.
-Tatewaki –le dijo su compañera –Kosuke está muerto.
-Lo sé.
-Y también sabes de quién es la culpa. Y también sabes de quién es la culpa de que hayamos desperdiciado casi dos años de nuestras vidas.
Tatewaki bajó la mirada, la decisión parecía ser muy dura para él. Miró entonces la foto en la mano de Nabiki, esos tiempos en que eran felices, felices de verdad, sin mentiras, sin falsas promesas… esos tiempos en que estaban los tres juntos…
Con un brusco movimiento, arrancó también la R de su ropa, y dejó que se la llevara el viento. Sus ojos grises la siguieron hasta que se perdió de vista.
-¿Qué es lo que van a hacer ahora? –preguntó Touji. Tras saber la verdad, se sentía de alguna forma bastante cerca de los ex Rockets.
-La policía sigue tras ustedes –agregó Shin.
Nabiki se encogió de hombros.
-No lo sé, lo único que sabemos hacer es luchar y entrenar Pokémon, pero nos las arreglaremos.
-Tal vez podamos abrir algún gimnasio clandestino en algún lugar… -sugirió Tatewaki, con su sonrisa calma de regreso.
-Me gusta como suena eso… cobraríamos buen precio a los novatos para poner en forma a sus Pokémon.
Touji esbozó una pequeña sonrisa.
-Mocoso –le dijo Nabiki –no hay duda de que sos el hermano de Kosuke, te pareces muchísimo a él. Tienen el mismo cabello, los mismos ojos, incluso la misma sonrisa.
-Al verte sobre su Charizard, siento como si todavía siguiera vivo… -suspiró Tatewaki.
-Tal vez lo está… -dijo Nabiki, mientras miraba al pañuelo rojo flamear al viento –tal vez lo está…
-Y ustedes deberían ir a un hospital, no se ven nada bien –comentó Tatewaki, sin mostrar demasiada preocupación –especialmente vos, Chino.
Shin arrugó la expresión, pensando;
-“¿Alguien más quiere llamarme así?”
La pareja de antiguos Rockets levantaron las manos para despedirse, cuando una lluvia de balas se cernió sobre ellos. Con movimientos sumamente bruscos, los cuatro Pokémon giraron para eludir los disparos, Fearow y Charizard a la derecha, y Crobat y Pidgeot a la izquierda.
-¡¿Pero qué carajo?! –gritó Shin, mientras Tenshi demostraba sus asombrosos reflejos al eludir una correntada de balas.
A tan solo una decena de metros de ellos se encontraba un helicóptero negro, no pequeño como el que empleaban Nabiki y Tatewaki, este era tan grande como un avión, y estaba armado hasta los dientes.
-¡¿Cómo mierda hicieron para acercarse sin que los viéramos?! –gritó Touji alarmado.
-Debe tener algún mecanismo de camuflaje –dijo Tatewaki.
-Jeh… el pez gordo llegó –dijo Shin mientras estrechaba los ojos amarillos.
Los disparos no cesaron, y para desgracia del grupo, dos cañones negros en la nave dispararon sendos electro cañones. Crobat y Fearow se apartaron ágilmente de su camino, pero Smaug estaba cansado y herido, y aunque intentó eludirlo, la bola de energía eléctrica le impactó en un ala, haciéndole mucho daño. El dragón comenzó a perder altura a un ritmo alarmante.
Con los continuos disparos resonando tras ellos, Shin, Tatewaki y Nabiki guiaron a sus Pokémon en ángulo recto al suelo, Pidgeot aferró con sus garras un ala del Charizard, mientras que Fearow y Crobat se colocaron bajo él, frenando su caída. Pronto los cuatro Pokémon y sus entrenadores estaban en tierra firme, no muy lejos de las ruinas de la base Rocket.
El helicóptero que los había atacado descendió también, esta vez, sin atacar. Una voz amplificada mecánicamente resonó desde su interior, una voz tranquila, pero al mismo tiempo inquietante. Nabiki y Tatewaki la conocían muy bien.
-Vaya… con que se han ensañado con mi base principal mientras estaba ocupado. Debo admitir que estoy impresionado, realmente no imaginé que solo dos de ustedes pudieran hacer tales destrozos… ¡Pero qué estoy diciendo! No podía esperar menos del mismísimo hermano de Kosuke Watsuki, y del único descendiente de la mejor familia de entrenadores de toda China…
Touji y Shin miraron hacia los vidrios negros del helicóptero con un odio imposible de describir.
-De verdad merecen mi respeto… Touji, me enteré de lo de tu hermano, es una verdadera lástima que haya acabado así, era un gran hombre…
-¡¡Callate, basura!! –gritó Touji encolerizado -¡No te permito hablar de mi hermano!
Obviando el insulto del muchacho, la voz continuó hablando con calma;
-También me enteré de que tuvieron un arduo combate con uno de mis experimentos, el M11… y que fue destruido en la lucha. Eso no estaba en mis planes… y como comprenderán me irrita mucho. Había preparado todo para mantenerlo a salvo hasta que acabara de desarrollar el medio para capturarlo y contenerlo, fue por eso que necesitaba mantener a la Elite Four alejada de él. Por eso envié a un numeroso grupo de mis hombres a tomar Lavender Town, necesitaba distraerlos de alguna forma…
-Así que todo fue una trampa… -murmuró Shin.
-Pero me llevé la desagradable sorpresa de descubrir que un grupo de entrenadores habían combatido con él y lo habían eliminado, después de los años y dinero que invertí en mantenerlo con vida…
-¡Ese experimento del que hablas como si fuera un simple producto, era un ser vivo, un Pokémon, y por lo menos ahora va a ser libre de la esclavitud que representabas! –gritó Touji, recordando las luces del M11.
-Antes de llegar al pueblo New Bark pasé por Lavender en Kanto –dijo Shin –Lance y los demás estaban barriendo el suelo con tus hombres, todos deben estar capturados o muertos. Tu base principal está destruida, tu supuesta arma secreta muerta, así como la mayoría de tus hombres, que yo mismo con gran placer me encargué de mandar al infierno durante estas últimas semanas. Estás acabado, rata miserable.
-Ah, joven Shin-Tao, me gusta ese carácter y esa forma de tratar a tus enemigos… llegarías muy lejos si trabajaras para mí, pero lamentablemente tu destino está ligado al de tus familiares… -dijo la voz tranquilamente.
-Silencio, hijo de puta –dijo Touji señalando hacia el helicóptero –Juro que hoy te haremos pagar por todo lo que hiciste.
-Veo también que mis dos mejores agentes me han traicionado, es una verdadera pena.
Nabiki y Tatewaki fruncieron el entrecejo y se pusieron en guardia. Tanto ellos como Touji y Shin inflaron sus pokebolas al unísono. Era hora de saldar cuentas.
-Afortunadamente, conseguí salvar mi nave personal de su pequeña travesura… tiene un armamento y protección muy interesante, como ya habrán notado. Ahora… comprenderían que soy un hombre muy ocupado, no puedo seguir hablando, así que por favor, mueran.
La pareja de ametralladoras comenzó nuevamente a disparar, pero Touji había sido rápido: había liberado a Moro y se cubrió tras ella. Las balas rebotaban inútilmente sobre su cuerpo de acero. Shin, por su parte, estaba a salvo tras su Blastoise, quien empleaba la protección para bloquear los disparos. Nabiki y Tatewaki usaban de escudo al Muk del segundo, quien sí recibía las balas, pero estas se perdían entre la masa viscosa de su cuerpo sin hacerle ningún daño.
Los cañones que les habían disparado electricidad fueron apuntados hacia Skarmory y comenzaron a cargar.
-Mierda, esto no sirve, tenemos que atacar, tenemos que destruir esas putas metralletas –Touji arrojó con fuerza una pokebola –¡Vamos Kosuke! ¡Hiper rayo a esa cosa!
Sin embargo se le habían adelantado; Oni pasó como un rayo corriendo por su lado, eludiendo sin dificultad los disparos. Saltó y se preparó para cortar una de las ametralladoras, pero al hacer contacto su garra con el metal, recibió una terrible descarga eléctrica que lo sacudió por completo.
-¡Oni!
-Sus Pokémon no pueden dañar esta nave… es inútil.
Shin esbozó una sonrisa.
-¿Pero por quién nos tomas, gusano? Una máquina como esta… ¡Nunca va a detenernos!
Y como haciendo coro a estas palabras, soportando el dolor de la descarga que aún lo castigaba, Oni transfirió toda su fuerza a su brazo, y cortó el arma en dos como si se tratase de la más blanda manteca.
Los disparos continuaron, pero ahora solo del lado de Touji. Nabiki y Tatewaki estaban libres y se descubrieron. En instantes un felino esbelto y ágil estaba corriendo hacia la otra ametralladora.
Tyranitar se había interpuesto para recibir el electro cañón, que le hizo muy poco daño. Persian había recibido una dura descarga y se había apartado, siendo blanco fácil de los disparos, pero súbitamente una bola de fango estalló sobre el arma, dejándola completamente inútil. El gato no perdió el tiempo y acabó de destrozarla de una cuchillada.
-¡Ja! ¿Eso es todo? –comenzó a decir Touji, pero se detuvo al ver unas diminutas esferas caer desde el helicóptero, eran… pokebolas. Una cayó justo frente a Kosuke, y al abrirse reveló al Machamp más imponente imaginable. Sus enormes músculos crujieron mientras cerraba sus cuatro puños y fijaba la vista en su objetivo.
-¡Mierda, Kosuke no tiene oportunidad contra él, Moro! –llamó Touji, y en lo que su ave metálica iba al encuentro de la bestia luchadora, un enorme Nidoking se interpuso en su camino con un rugido, disparándole una bocanada de fuego.
El Machamp tenía camino libre para encargarse de Kosuke, o eso creyó… pronto se vio levitando sin control y dando vueltas en el aire, quien jugaba con él no era otro que el Hypno de Tatewaki. Crobat y Fearow embestían una y otra vez la nave negra, alejándose en cuanto sentían la electricidad y eludiendo los electro cañones con maestría. Nabiki y Tatewaki sabían que no conseguirían dañar el helicóptero, pero su función era hacer que concentrase sus disparos eléctricos en ellos para que los demás pudieran luchar con libertad.
Moro volaba en círculos en torno al Nidoking, eludiendo con creciente dificultad sus lanzallamas. Cuando uno parecía estar a punto de alcanzarla, una hidro bomba lo interceptó, reduciéndolo a vapor. Blastoise dio un paso al frente, determinado a dejar a ese Nidoking convertido en arena.
Smaug estaba inmóvil, muy cansado como para pelear, y tampoco pareció creerlo necesario.
Kusanagi el Scyther fue enviado sin demora a encargarse de lo que quedaba del Machamp, pero frente a él surgió la monstruosa figura de un Steelix, mirándolo amenazante. El Machamp se había recuperado, ya que ahora un furioso Ursaring se estaba encargando de mantener al Hypno ocupado, por lo que se dirigió nuevamente hacia el Tyranitar. Tensó los músculos de uno de sus brazos, y lanzó un terrible puñetazo.
No llegó a tocar la coraza de roca del monstruo: algo se había interpuesto en su camino. Poliwrath tenía los pies clavados en el suelo y apretaba en su mano el enorme puño del Machamp. Subió sus ojillos rudos hacia él.
Kusanagi eludía con su característica velocidad las incansables acometidas del Steelix, pero no tenía forma de dañarlo y comenzaba a cansarse. En eso dos criaturas aparecieron a los flancos de la serpiente de acero; el Houndoom de Shin, y otra bestia de fuego, un Flareon de ardiente pelaje. Sin ningún miramiento, vomitaron flamas incandescentes que azotaron sin piedad ambos lados de la bestia metálica. Esta, en su dolor, convocó a un terrible terremoto, que provocó mucho daño en los Pokémon de fuego, para después caer pesadamente cuan largo era, con metal derretido chorreando de su cuerpo.
Poliwrath no era rival para Machamp. El cuatro brazos lo estaba moliendo a golpes. Apenas de pie, el anfibio atinó a dispararle una hidro bomba que si bien lo hizo retroceder, no ocasionó demasiado daño. Conocedor de su victoria, el Machamp se tronó los huesos de sus veinte dedos y preparó el golpe final, pero entonces sintió un pequeño peso sobre uno de sus hombros. Miró, y solo vio a un Raichu con chispas brotando de sus mejillas. Touji, Poliwrath, y Kosuke retrocedieron, mientras una descarga como pocas freía completamente al Machamp. Al terminar, Denkeshi se bajó de un salto de su cuerpo carbonizado, solo para toparse frente a frente con nada menos que un Golem, de cuando menos dos metros de diámetro.
-¡Kosuke, rápido, ataca a ese helicóptero!
El Tyranitar cargó su hiper rayo y disparó a toda potencia, pero el ataque fue reflejado hacia el cielo. Una protección muy eficiente impedía que la nave fuese dañada directamente.
Fearow y Crobat seguían sumidos en su lucha contra el aparato volador, pero estaban muy cansados para atacar directamente. Se limitaban a eludir sus ataques y emplear técnicas a distancia, como bombas de lodo y triataques. Pidgeot se les había unido; era más difícil hacer blanco en tres Pokémon que en dos.
Geroh-Kun apartó a Denkeshi de enfrente del Golem con un pie, como si estuviera diciéndole “Disculpame un momento”. Se encaró a la bestia de roca, sonrió, y arrasó con ella en cuestión de segundos con una ráfaga de hojas sable.
Touji miró a su alrededor con cautela, vio a Steelix derretido, al Nidoking empapado, a Machamp carbonizado, a Golem… eh… troceado, y a Ursaring cayendo pesadamente al suelo, después de que Volco y Kusanagi se unieran a Hypno para acabar con él. El panorama era bueno, ahora solo quedaba acabar con ese helicóptero y… un momento, se estaba olvidando de algo… cinco Pokémon… ¿No faltaba uno?
Un resplandor indicó que la última pokebola se había abierto. Reveló a una criatura grande, peluda y fornida. Pero su expresión no era de peligrosidad, por el contrario, se veía muy relajado… demasiado relajado. Se puso de pie con pereza y bostezó. Touji no había visto nunca criatura similar. Supuso enseguida que debía de tratarse de un Pokémon de Hoenn, y no se equivocaba.
De improviso, la bestia disparó un monstruoso hiper rayo, directamente sobre Nabiki y Tatewaki.
-¡¡Moro!! –gritó Touji.
La Skarmory se lanzó sin demora a interceptar el ataque, y lo logró justo a tiempo, pero la fuerza de este fue tal que la mandó a estrellarse contra la pared rocosa de un acantilado cercano. Una técnica del tipo normal jamás le había hecho tanto daño.
Touji sacó su Pokédex, tenía que saber qué era esa cosa.
“Slaking, nivel 100” recitó el aparato.
-Ay, mierda…
Arrojó frente al simio la pokebola de Dandy. El Pokémon acuático ni bien salir de la esfera intentó dar un coletazo a la criatura que tenía enfrente, pero esta le tomó la cola y lo mandó a volar sin ninguna dificultad. En ese corto lapso, Volco, Denkeshi, y Blastoise lo estaban rodeando. Los tres atacaron con sus respectivos ataques, pero para su sorpresa, pese a su tamaño, el Slaking se movió con destreza entre la electricidad, el agua, y las llamas, recibiendo escaso daño. Un puñetazo en la cara de Denkeshi bastó para sacarlo de combate, y de una patada resquebrajó el caparazón de Blastoise.
Kusanagi invocó a su danza de espadas y se lanzó sobre él, acuchillando el aire a escasos centímetros de la cara del mono. Jolteon y Gengar fueron liberados y se unieron a la lucha. El fantasma le arrojó un rayo confuso, pero el Slaking volvió su despreocupada mirada hacia él, y le sacudió de improviso una tremenda bola sombra. Gengar comió tierra, mientras que Jolteon intentaba electrocutarlo una y otra vez, pero sus rayos eran eludidos por extraños saltos y contorsiones. El monstruo normal sintió como algo le aferraba un brazo y se detuvo.
Al volverse con un puño en alto, solo vio la cabeza de un Charizard de mirada ardiente y peligrosa. La bestia abrió el hocico y expelió en plena cara del Slaking una de sus devastadoras llamaradas. Cuando acabó, el mono estaba tendido en el suelo, con el pelaje chamuscado y humeante.
-Está hecho –dijo Touji.
-No me gusta esto, ¿qué ganó con enviar a sus Pokémon si sabía que no tenía oportunidad de ganar? –dijo Shin, levantando la vista hacia la nave negra.
-Solo ganar tiempo… -dijo Nabiki.
-Ganar tiempo… -repitió Tatewaki, y entonces cayó en la cuenta –¡¡Cuidado, va a disparar!!
Un cañón enorme emergió desde la parte posterior del helicóptero, con una luz roja brillando en su interior. Sin duda había estado poniendo a punto su arma mientras ellos luchaban con sus Pokémon.
-Bah, solo es un arma ordinaria –dijo Shin sin darle demasiada importancia, pero el cañón se disparó de improviso y su fuerza fue tal que dejó un cráter en el suelo a pocos metros de él.
-¡¡Mierda, cúbranse!! –gritó Touji.
–¡Estúpidos! –gritó la voz amplificada de Giovanni –¿Realmente creyeron que podían oponerse a mí y salir con vida?
El cañón fue apuntado hacia Touji, y disparó. Pero el ataque fue interceptado por un rayo de luz blanca; Kosuke estaba frente a Touji, midiendo su hiper rayo con aquel rayo rojo.
Muy pronto el ataque del Pokémon de roca comenzó a ganar terreno. Era un poder demasiado ligado a la fuerza del espíritu como para ser detenido por una máquina.
La luz proyectaba su resplandor sobre el rostro de Touji, quien tenía la mirada fija en la escena. Vio como el ataque de su Pokémon se acercaba más y más a la nave negra. Kosuke habría tenido tantas ganas de aumentar su poder al máximo y destruirla por completo… pero no podía actuar por sí mismo, necesitaba que su entrenador lo permita.
Desde la final del torneo, había decidido firmemente no volver a perder el control.
Touji seguía mirando el helicóptero… ahí adentro estaba el hombre que había arruinado su vida, pero eso no quitaba que fuera un ser humano… Aunque, ¿realmente alguien así merecía vivir? Vio el rostro de su madre, vio la sonrisa triste de su hermano antes de morir… levantó la mirada de golpe.
-Kosuke… matá a ese hijo de puta, ¡¡MATALO!!
No tuvo que decir más. El Tyranitar fortaleció su hiper rayo con otra onda de energía, que hizo que el ataque aumentara descomunalmente su grosor; no solo se tragó por completo el rayo rojo, sino que cubrió a la nave entera como un pilar de luz mortal. Esta vez, no habría defensa capaz de salvarlo de la destrucción. Los ojos de Giovanni se agrandaron antes de perderse en la brillantez.
Y así, el helicóptero negro, el último vestigio de un imperio de sombra y muerte, era borrado de la faz de la tierra.
No quedó nada de él, nada.
Una gota cayó sobre la cabeza de Touji, seguida de muchas otras.
Comenzó a llover. Nadie hablaba.
Touji tenía la mirada oculta bajo los mechones de cabello negro que le caían sobre el rostro.
-“Hermano… sé que no querías que hiciera esto, perdóname… pero… si no lo hacía, nunca iba a poder continuar con mi vida…»
-Todo terminó… -dijo Shin en voz baja, mientras su Sneasel cojeaba lentamente hasta estar a su lado.
Nabiki se inclinó para acariciar a su Persian, mientras que Tatewaki tendía la mano para ayudar a levantar a su Poliwrath.
La venganza había sido tomada, las cuentas estaban saldadas. Ya no tenían por qué pelear.
Kosuke se acercó a su amo, y lo llamó con un gruñido. Touji se volvió, y esbozó una sonrisa, el agua resbalaba por sus rostros. Denkeshi, Dandy, Volco, Geroh-Kun y Moro se acercaron también. Sentían de alguna manera que una etapa de sus vidas acababa de finalizar.
Smaug se mantuvo rezagado, con la mirada en el firmamento.
A lo lejos, las llamas de la base Rocket se apagaban bajo la caricia de la lluvia.
Un grito lejano los sobresaltó;
-¡¡Toujiiiii, Shiiiiiin!!
Los nombrados volvieron las cabezas, y no pudieron evitar sonreír; Rika y Harry agitaban las manos sobre el Aerodactyl del primero. Un poco más atrás estaba Dragonite, con Hikari y Reiko en su lomo.
Touji miró una última vez a la mancha negra que era el único rastro de la nave de Giovanni, se dio la vuelta y saludó a sus amigos con la mano.
Una nueva etapa acababa de empezar.
La gente anda diciendo...