Made in PAPokémon: El Mundo con Otros Ojos

Pokémon el Mundo Con Otros Ojos – Capítulo 58: Una ola de oscuridad. Entra el M11

Disclaimer lavamanos tipo Disney

Esta historia fue escrita desde el 2002 al 2004, por una piba y un pibe que, al comienzo de la historia, tenían 15 años, al igual que el protagonista.
Es probable que cada tanto encuentren chistes o comentarios homofóbicos, machistas, racistas y/o de mierda en general. Básicamente, éramos literalmente nenes y bastante boludes, como la gran mayoría de las personas lo es a esa edad. Esos comentarios NO reflejan la postura actual del staff de PA y francamente, son bastante vergonzosos. Pero decidimos dejar la historia exactamente tal cual fue escrita y no lavarnos las manos de nuestros errores.

Capítulo 58: Una ola de oscuridad. Entra el M11

Tal vez era porque hacía tiempo que no volaba, pero a Touji le pareció que Moro nunca surcó el cielo a tal velocidad.

La noche se cernía sobre ellos, devorándolos. Ni una estrella que sirviera de guía quedaba ya, mucho menos la luna, pero Moro no parecía necesitarlas; era como una flecha de plata rasgando la oscuridad absoluta que los asfixiaba, aun cuando el viento helado los azotaba con furia y hacía vibrar al Pokémon como si fuese una avioneta.

Touji no hablaba, Rika tampoco. Ninguno de los dos había traído mochila, solo contaban con sus pokebolas para enfrentar los que sea que los esperaba en el pueblo New Bark.

Si algo le pasaba a su padre… El muchacho se esforzó por apartar esos pensamientos de su cabeza, y entornó los ojos, intentando distinguir alguna luz de una ciudad, pero le fue imposible. Los tenía muy húmedos por culpa del viento, y el frío les estaba helando los huesos.

Incapaces de calcular el paso del tiempo, o distinguir dónde se encontraban, todo lo que podían hacer era aferrase al Pokémon con fuerza y escuchar el sonido constante del flamear de su ropa golpeando contra el metal.

Después de un rato, finalmente notaron algo; una mancha rojiza anaranjada irregular enturbiaba la negrura del horizonte; fuego.

Touji contemplaba el área con incredulidad, y recuerdos del incendio de Cherrygrove inundaron su cabeza irremediablemente. No necesitó dar la orden de acelerar, Moro ya lo había hecho, iba como una bala, descendiendo gradualmente. El viento era más fuerte que nunca y los sacudía sin descanso.

Mientras se acercaban empezaron a distinguir las muchísimas volutas de humo que ascendían, caracoleando y retorciéndose en formas extrañas.   

En el mismo instante en que ingresaron al pueblo, sintieron como si hubieran cruzado una puerta invisible. Tuvieron una horrible sensación; un escalofrío y el pecho oprimido de angustia, sin saber qué lo provocaba.

-¡Moro, a casa, rápido! –ordenó Touji cuando se hubo recuperado de aquello. Miró fugazmente a Rika, preguntándose si acaso también ella lo había sentido. 

En el trayecto hacia la casa de Touji, volaron hábilmente por entre las llamas, que teñían el pueblo de un resplandor rojo que dañaba la vista. Vieron montones de casas ardiendo, que se distinguían por sobre las que ya se habían carbonizado, y a lo lejos distinguieron una luz bastante débil, no rojiza, una luz normal. También notaron sombras inertes en el suelo, dispersadas por todas partes, sabían bien qué eran, pero se esforzaron en no mirarlas.

El pájaro de acero aterrizó al lado de un montón de escombros humeantes.

-¡Dije que a casa! –pero pronto Touji comprendió la triste verdad; esa era su casa.

Ya nada quedaba de ella, salvo unos pocos maderos que aún ardían débilmente. Touji y Rika desmontaron del Pokémon y se acercaron lentamente.

-No es posible… papá… -antes de que Touji empezara a sollozar, Rika creyó oportuno intervenir:

-No pienses en eso, todavía no revisamos todo el pueblo, puede estar refugiado en algún lado.

Fue entonces cuando un pensamiento iluminó sus cabezas:

-¡La luz! –dijeron al unísono.

-Quedaba en la dirección del laboratorio…

-¡Claro! Debe haber gente resguardándose ahí, ¡vamos!

Volvieron a despegar sin demora y pronto hallaron el punto luminoso nuevamente. Al acortar distancia confirmaron sus teorías: se trataba del laboratorio del profesor Elm, con sus cristales sucios y alrededores destruidos, pero extrañamente intacto. También notaron otra cosa; mientras se acercaban a la entrada, numerosos Pokémon de las más variadas especies yacían inertes, probablemente habían sido enviados desde el laboratorio para defenderlo, pero…

-Esto es una masacre… si mi hermano se atrevió a hacerlo… -murmuró Touji mientras veía un gran Snorlax tumbado de espaldas junto a un árbol derribado, con un fino hilo de sangre brotando de su boca.

-Acá hay algo raro –dijo Rika, frunciendo el entrecejo como lo hacía cada vez que se concentraba en algo.

-¿Qué?

-Tu hermano no pudo hacer esto, al menos no él solo. Mira todos estos Pokémon, no son salvajes, son los enviados por todos los entrenadores que viajan por Johto, muchos son poderosos, y con solo verlos se nota, son demasiados para que solo tu hermano haya podido con todos.

Touji iba a replicar, pero se dio cuenta de que Rika estaba en lo cierto. Probablemente Kosuke había atacado al pueblo con toda una legión de Rockets. Fuere como fuere, lo sabrían muy pronto.

Después de mirar con nerviosismo a su alrededor, se acercaron cautelosamente a la puerta, Moro les cuidaba las espaldas, escrutándolo todo con sus pequeños y amarillentos ojos. Empujaron, pero estaba firmemente cerrada.

-Deben haberla bloqueado con algo –dijo Touji.

-Hay que hacerles ver que somos nosotros, si la forzamos podrían atacarnos –dijo Rika, y Touji estuvo de acuerdo, pero no se les ocurría un método para llamar la atención de la gente de adentro sin hacer demasiado ruido.

No llegaron a pensar mucho, pronto un ruido de pasos, seguido de un graznido de advertencia de Moro los distrajo;

-¡No, sáquenme a esta cosa!

En la penumbra Touji tardó un poco en reconocer a la persona que gritaba, era Takashi.

-Moro, ya está bien, es un amigo –al oír esto, la Skarmory levantó una pesada garra de acero, liberando al muchacho bajo ella, que se incorporó con ayuda de Touji.

-¿Cómo… cómo sabías que? –comenzó a decir Takashi, cuya cara estaba magullada y ropa hecha jirones.

-¡No importa, quiero saber qué mierda pasa acá! ¿Está bien mi viejo?

-Mejor lo hablamos adentro, estamos llamando mucho la atención –dijo Rika, a lo que Takashi asintió y golpeó la puerta siete veces, las primeras tres muy rápidas y las siguientes más lentas y pausadas. Del otro lado de la puerta se oyeron ruidos de muebles arrastrados y estanterías que chirriaban al moverse. La puerta se entornó.

-¡Pasen!

El interior estaba bien iluminado e intacto. Ni bien entrar volvieron a correr todos los muebles para bloquear la entrada. Touji vio mucha gente dentro del laboratorio, muchísima, entre ellos varios asistentes del Profesor Elm.

-Alguien explíquenos por favor qué carajo está pasando –dijo el entrenador con toda la calma que pudo, pero solo le respondieron miradas llenas de dolor y desesperanza.

-¡Pibe! –gritó una voz conocida.

-¡Papá! Estás…

-Vivo, ya sé –replicó este, borrando por completo el toque emotivo que debería tener esta escena –No sé cómo te enteraste de esto, pero no debiste dejar la Convención Plateada, ¡sos un idiota!

-¡Pero qué estás diciendo! –Estalló Touji –un tipo medio muerto cae con su Pidgeot en medio del salón de la convención diciendo que “algo” estaba destruyendo mi pueblo, ¿y querías que me quedara tranquilo tomando sake?

-¿Un tipo con un Pidgeot? –preguntó Takashi –entonces el mensaje fue entregado, ¡la Elite Four debe estar en camino!

Touji negó con la cabeza:

-La Elite Four no va a venir, están ocupados en otros asuntos –el chico vio como las caras perdían la poca esperanza que les quedaba -¡Pero nosotros podemos ayudar!

-No entendés, esto va más allá de todo lo que ustedes puedan hacer, mucho más allá.

-Creo que primero deberíamos saber quién o quiénes hicieron esto, ya tendremos tiempo de decidir si somos útiles o no –dijo Rika, sin poder disimular su molestia.

-¿No… No lo vieron? –dijo alguien con voz temblorosa.

-¿Ver a quién? ¿A mi hermano?

-¿Tu hermano? ¿Kosuke?

-¡Esto no tiene nada que ver con él! –bramó el padre de Touji.

Ese comentario desconcertó al entrenador;

-¿Cómo que no tiene nada que ver? ¿Entonces quién hizo esto?

El silencio embargó el lugar, Touji creyó no poder seguir soportándolo:

-¡Tenemos que saberlo!

-Fue… un… un Pokémon –dijo de los asistentes de Elm, con el guardapolvo hecho trizas.

-¡¿Un Pokémon?! –soltaron Touji y Rika al unísono.

-¡Eso no es un Pokémon! –gritó una mujer que estaba ahí, con los ojos llenos de lágrimas –Ningún Pokémon puede ser capaz de…

-Diga lo que quiera, señora –replicó el asistente –pero yo lo vi, y tiene todas las características fisiológicas de un Pokémon.

-¿Qué Pokémon es? –preguntó Touji de inmediato.

-No lo sabemos –respondió su padre.

-¿Cómo que no…? –Empezó a preguntar, confuso –Pero… ¿por qué no ataca el laboratorio?

-Eso es un misterio para nosotros, por alguna razón se rehúsa a atacar este lugar –respondió otro asistente.

Touji y Rika intercambiaron miradas, y asintieron con la cabeza.

-Nosotros vamos a distraerlo, así ustedes pueden escapar del pueblo –dijo Rika.

Takashi negó con pesadumbre:

-No, es imposible escapar, ha rodeado todo el pueblo con un campo de energía muy extraño.

-¿Ah si? Entonces explícanos como entramos, o mejor aún, como salió el mensajero del Pidgeot –replicó Touji.

-Se puede entrar, pero no salir, no lo permite… -dijo el primer asistente –el muchacho logró escapar antes de que creara el campo, y aun así fue atacado.

Touji y Rika volvieron a cruzar miradas, pero esta vez de duda y extrañeza, nunca habrían imaginado un Pokémon que pudiera hacer tales cosas. Finalmente, Touji dio su solución al problema:

-Si es un Pokémon, podemos vencerlo.

-¡Te prohíbo que salgas a enfrentarte a esa cosa! –rugió su padre.

-¡La gente está sufriendo ante nuestros ojos, no voy a quedarme sin hacer nada! ¡No voy a permitir que siga matando!

-¡¡No te crié para que seas un necio!!

-¡¡Tampoco un cobarde!!

Padre e hijo se clavaban intensas miradas, ante el completo silencio de todos los presentes. Los dos tenían la misma determinación, la misma expresión de terquedad en sus caras.

Para sorpresa del muchacho, el rostro de su padre se ablandó.

-Has madurado tanto… te convertiste en el hombre que siempre quise que fueras, por eso… no puedo perderte ahora, no puedo permitir que vayas.

-No podés detenerme –replicó, y sin embargo, estaba shoqueado por las palabras que acababa de oír.

-Por favor…

-Si permito que esa cosa juegue con nosotros… entonces todo lo que hice no habrá servido de nada, ¡abran la puerta!

-¡Touji!

***

La noche rojiza los saludaba nuevamente. Desde el lomo de Skarmory, sobrevolaban a poca altura las destruidas calles del pueblo, revisando, buscando, apartando la mirada de los cadáveres, tanto humanos como Pokémon, mientras protegían sus ojos de las brazas que ascendían formando finos listones escarlata.

-Sea lo que sea, no está en ninguna parte –dijo Touji.

-Tiene que estar… -Rika permaneció un segundo en silencio –Lo estoy sintiendo de nuevo, tiene que estar cerca.

-¿Sentir qué?

-Vos también lo sentiste, ¿o no? Cuando entramos al pueblo, fue como si…

-Como si nos llenáramos de desesperación… como si hubiéramos perdido las ganas de seguir. Pensé que había sido solo yo…

Rika asintió.

-Creo que eso nos está indicando que nos acercamos… ¿Estás seguro de esto?

-¿Por qué lo preguntas? –a Touji no le gustó nada el tono dudoso de Rika: si ella tenía miedo, era porque la situación era más grave de lo que imaginaba.

-Es que… ese Pokémon… -se detuvo, con la expresión congelada, idéntica a la que tenía Touji en ese momento. Lo habían oído, lo habían oído claramente en su cabeza; una voz profunda y helada, como un frío puñal:

-Ya no pueden regresar.

En el más completo silencio, siguieron avanzando, y parecía que el área se oscurecía conforme se acercaban. Aguzaron la mirada todo lo posible, para distinguir algo entre el humo. Después de unos minutos llegaron a un área limpia de escombros, pero con un inmenso cráter renegrido en el suelo.

-¡Mira eso! –exclamó Touji señalando el cielo.

Miles, por no decir millones de diminutos puntos de luz roja bailaban misteriosamente en el aire, formando figuras que si bien al principio los entrenadores no reconocieron, pronto adquirieron formas muy conocidas por ellos; un Eevee hecho de luces les sonreía, se mantuvo unos segundos, y se disolvió. Las luces caracolearon y danzaron, para a continuación dar vida a un Charmander. El proceso se repitió, y esta vez un Mudkip fue el que apareció.

Cuando pudieron apartar la vista de aquel espectáculo, notaron una sola columna de que se erguía retorcida extrañamente en forma de espiral. Y los entrenadores no tardaron en ver la figura que estaba parada en la cima; una figura bípeda, ¿era un humano? No, por supuesto que no.

La curiosidad fue más fuerte que el recelo, y si bien Moro daba claras muestras de no querer seguir avanzando, se acercaron un poco más.

La criatura era extremadamente delgada, tanto que daba impresión verla, de su cabeza brotaban varias protuberancias, así como también de su espalda y codos, su rostro era estrecho y ni corto ni largo, y lo único que parecía expresar era serenidad. Tenía los brazos extendidos hacia las alturas, y los movía rítmicamente, como el director de una orquesta. Pero lo más impresionante eran sus ojos, grandes y alargados, completamente blancos. Pero no brillantes, eran de un blanco opaco, carentes de pupilas, similares a los de un ciego.

-Q… qué carajo es…

-No lo sé –dijo Rika en voz baja –jamás había visto algo semejante, pero se parece a…

La voz volvió a retumbar en sus mentes, pero esta vez autoritaria, y hasta furiosa:

-¡No lo nombres!

Touji se sujetó la cabeza, le dolía.

-Cómo lo hace…

-Es tipo psíquico… Gary me contó de algo similar, cuando hizo su viaje de entrenador por Kanto, en el gimnasio de Viridian, fue atacado por un Pokémon misterioso, me dijo que se llamaba…

-¡Te dije que no lo nombres!

Los ojos blanquecinos de la criatura se encendieron con un fulgor rojo, el Wartortle que se había formado con las lucecitas rojas se desintegró, y los puntos cayeron como luciérnagas muertas.

Un viento huracanado los azotó con tal fuerza que Moro no pudo resistirlo, y fue expulsada con increíble poder hacia el suelo, dándose un duro golpe. Se levantó enseguida y buscó a su entrenador.

Touji se incorporó trabajosamente, le dolían las costillas, pero estaba seguro de que no se había roto ninguna.

-¡Rika!

-Estoy bien –dijo ella, mientras su Meganium la depositaba en el suelo con cuidado. Al parecer la entrenadora había reaccionado más rápido que él, y eso le evitó un buen golpe.

-Esa cosa nos atacó… no fue un viento normal.

-Pero… ¿De dónde salió? ¿Por qué destruyó el pueblo? ¿Por qué está matando?

Volvieron a mirar al Pokémon, cuyos ojos habían vuelto a la normalidad inexpresiva, y volvía a concentrarse en sus figuras de luces rojas.

-Son hermosas, ¿No lo creen?

El comentario los tomó por sorpresa. Touji hizo todo lo posible por no demostrar su ira. Tomó aire, y a pesar de no estar seguro de que la criatura lo escuchara, con su tono más educado dijo:

-Deja mi pueblo, por favor.

-¿Por qué?

-Porque ya has hecho demasiado daño.

-Pero esto es solo un juego. Un juego muy divertido, ¿Qué pasa, humanos? ¿No les gusta este juego?

-¡¿Por qué haces esto?! –gritó Touji, furioso -¡¿Por qué matas y destruyes como si la vida fuera insignificante?!

-Silencio.

Touji fue golpeado por una fuerza invisible, y se habría estrellado contra un árbol chamuscado, de no ser por la oportuna intervención de las cepas de Bronto, que lo atraparon y dejaron en el suelo.

-Gracias, no pasó nada –dijo el muchacho tranquilizando a Rika, y dirigió una mirada de odio hacia su agresor.

-Si para los humanos soy solo un juguete, ¿Por qué ellos habrían de significar algo más para mí?

-No sé de dónde saliste o qué te han hecho, pero nada te da derecho a hacer lo que haces, ¡la gente que matás no es la culpable!

-Todos los humanos son iguales, la misma basura. Se creen superiores, pero no son nada, son insectos… no, son menos que insectos…

-¡Andate de este lugar ahora!

-¿Me das órdenes? No, así no es como funcionan las cosas… ¿Serán mis nuevos compañeros de juego? Muy bien.

-¡¡Maldito!! –rugió Touji, y con ambas manos infló y arrojó todas sus pokebolas. Tyranitar, Feraligatr, Sceptile, Magmar y Raichu emergieron, Skarmory se unió a ellos.

-Esperá, no sé si debamos pelear contra él, hasta no saber algo más… –dijo Rika.

-¿Qué otra cosa podemos hacer? ¿No ves que si no nos defendemos nos va a matar?

-Lo sé, pero…

-Los tipo siniestro como Tyranitar y Umbreon son inmunes a sus poderes –dijo Touji muy seguro de sí mismo.

Kosuke dio un paso al frente y rugió con fuerza, carente de temor.

-¡Hiper rayo!

La bestia inhaló mientras cargaba su mortífero ataque. Sería tan destructivo como el que usó en el torneo. La criatura en la cima de la columna ni siquiera lo miraba, volvía a jugar con sus pequeñas esferas luminosas, esta vez formando un Ponyta al galope.

Un rugido precedió al monumental disparo, que se dirigió a su objetivo a toda velocidad.

Mientras con un brazo seguía dirigiendo las luces, extendió el otro hacia el monstruoso hiper rayo, el cual para completo espanto de Touji rebotó sobre una esfera invisible y se dirigió hacia los entrenadores.

-¡¡Mierda!!

Moro levantó vuelvo como un rayo y se interpuso entre el ataque y sus compañeros, recibiéndolo de lleno. La explosión fue tan poderosa que la onda expansiva arrastró tanto a humanos como a Pokémon.

Tosiendo y protegiéndose de las rocas de variados tamaños que llovían, el entrenador buscó a su pájaro, y no tardó en encontrarlo, hundido en el centro de un cráter. Sin embargo Touji sabía de la descomunal resistencia de Moro a ataques normales, y tal como lo sospechó, el Pokémon se incorporó y voló junto a los demás, sacudiéndose las cenizas del plumaje al posarse. Lo había soportado sin problemas.

-Gracias Moro –dijo Touji –Rika, ¿estás bien?

La chica había liberado a Lunita, quien la protegió con su reflejo de la explosión. Todos los Pokémon estaban bien, físicamente al menos, pero el shock que les había provocado ver como semejante ataque era repelido sin ningún esfuerzo era algo que no olvidarían fácilmente, especialmente Kosuke. Incluso sus pequeños y helados ojos expresaban incredulidad.

-Tu Pokémon es fuerte –Observó la criatura, sin más sorpresa que tranquilidad, mientras se miraba los tres dedos redondeados en los que terminaba su mano –Tal vez sí pueda jugar con ustedes un poco después de todo.

-No es posible… ¿Cómo pudo repeler el mejor ataque de Kosuke?

La bestia siniestra se había recuperado de la impresión, y sin ningún miramiento fue contra la columna donde se hallaba el Pokémon psíquico, derribándola de un poderosísimo coletazo.

Mientras apartaba los escombros que caían con manotazos, buscaba con la vista a su enemigo, que se había puesto a levitar, envuelto en una burbuja violácea. Enseguida disparó un nuevo hiper rayo, que volvió a rebotar contra la misteriosa defensa, sin hacerle el menor rasguño, perdiéndose en la negrura rojiza del cielo. La criatura se posó suavemente frente a Kosuke, o eso parecía, ya que al mirar con atención Touji notó que sus pies no tocaban el suelo.
El brillante escudo que lo protegía desapareció, era una invitación firmada.

El Tyranitar bramó y cargó, haciendo temblar el suelo. Tensó los músculos de su brazo derecho y lanzó un puñetazo con todas sus fuerzas, pero la bestia desconocida lo detuvo con su propia mano, sin hacer uso de ningún poder psíquico, lo levantó en el aire y lo lanzó, ayudado por el propio impulso del Pokémon de roca, hizo que se estrellara contra lo que quedaba de una pared derruida, la cual por supuesto se vino abajo. 

Touji miraba a su Pokémon sin poder creerlo, nunca imaginó que existiera oponente que doblegara con tan pasmosa facilidad la bestial fuerza física de Kosuke.

-No es un Pokémon normal, no vamos a poder derrotarlo, hay que salir de acá –le dijo Rika con seriedad.

Después de ver semejante demostración de poder, Touji no se atrevía a replicar.

-Pero… ¿qué va a pasar con todo el mundo en el laboratorio?

-Tenemos que encontrar a la Elite Four, ellos son los únicos que se pueden medir con esta cosa. Por algún motivo no ataca el laboratorio, así que van a estar bien, ¡tenemos que irnos!

Todavía sin salir de su asombro, Touji recogió a todos sus Pokémon, Rika hizo lo mismo, y subieron de un salto sobre Moro. La orden fue clara:

-¡Vámonos!

-No escaparán.

Volaron a la velocidad del relámpago a poca altura del suelo, esquivando casas y troncos muertos, Rika se volvió y vio una esfera violácea tras ellos.

-¡Nos sigue!

-No importa, ya estamos dejando el pueblo, ¡Vamos moro! –exclamó Touji animado al ver el cielo de un límpido negro, libre de humo y fuego. Estar en ese sitio le oprimía el pecho más y más, estaba ansioso por salir de ahí.

El ave aumentó la velocidad, pero solo para estrellarse brutalmente contra una pared, ¿era una pared? No, no lo era, pero al tocarla una horrible descarga, no precisamente de electricidad, recorrió de pies a cabeza a Pokémon y jinetes. Moro se precipitó contra el suelo con un lastimero graznido, y los entrenadores con ella.

El golpe fue tan duro que Touji creyó que moriría. Sintió su cerebro sacudirse y apagarse temporalmente, y un horrible crujido en un costado; esta vez alguna de sus costillas sí lo había sentido.

Se levantó, escupiendo tierra que le había entrado en la boca, y el dolor en las costillas lo atenazó con crueldad. Buscó a Rika con la mirada enturbiada, y no tardó en hallarla cerca de Moro. Fue hacia ellas pero tropezó, se levantó y siguió andando. Rika se incorporaba, para alivio de Touji, pero no había aterrizado tan bien como la vez anterior, y aunque no parecía estar tan mal como Touji, no tenía buen semblante. Moro también se incorporó despacio, sacudiendo la cabeza.

-Eso del campo de energía no era joda… -dijo Touji tratando de sonreír.

-No va a dejarnos salir…

-Debe haber una manera de cruzarlo, no te preocupes –dijo intentando sonar animado.

Dicho esto, liberó a todos sus Pokémon y ordenó a Kosuke atravesar la barrera.

La bestia de roca, ya recuperada del golpazo que le habían dado, palpó con ambas manos la pared invisible, y la misma terrible descarga lo estremeció.

-Es imposible salir, no gasten energía en vano, mejor jueguen conmigo.

El misterioso Pokémon (si así puede llamarse) se había posado sobre un poste de electricidad.

Touji y Rika se miraron, y esta última dejó salir a sus bestias.

-¡Todos, ataquen esa barrera! –ordenaron ambos entrenadores.

Magmar, Ninetales, y Clefable escupieron sus llamaradas, Feraligatr y Lapras sus hidro bombas, Raichu y Ampharos truenos, Sceptile y Meganium hojas sable y navaja respectivamente, Skarmory sus ondas de aire afilado, Umbreon una bola sombra, y Tyranitar su hiper rayo.

Los ataques en combinación resultaron tan devastadores que de no haber sido protegidos por sus Pokémon, los entrenadores habrían muerto por la explosión. Cuando el polvo se asentó, todos esperaban haber derribado la barrera, pero no, ahí estaba, había dejado de ser invisible, pero estaba ahí, intacta.

-Imposible…

-Si no quieren jugar conmigo… yo seré quien juegue con ustedes.

-¡¡Kosuke!!

-¡Charly!

El Pokémon de roca disparó una vez más su hiper rayo hacia la bestia psíquica, mientras que la oscura bestia de Rika corrió como una sombra hacia él, pero ambos fueron repelidos con facilidad.
Volco vomitó un torrente de fuego, Bronto latigaba sin resultados la burbuja de energía que protegía al Pokémon, Freegie disparó un rayo de hielo con todas sus fuerzas, mientras que Geroh-Kun saltó por la espalda de su blanco, dispuesto a asestarle un ataque directo, pero nada dio resultados. Los ataques especiales eran repelidos, y los agresores que se acercaban recibían una descarga de energía muy similar a la del campo que rodeaba el pueblo.

Dandy y Freegie dispararon sus hidro bombas combinadas, las cuales se unieron con los poderosos rayos de Denkeshi y Zappy, pero el ataque múltiple estalló contra la protección de su enemigo, sin hacerle un rasguño.

Hinari intentó una hipnosis en vano, Kosuke descargó una poderosísima avalancha, pero las rocas solo rebotaban. Lunita sacudió su mejor puño meteoro al escudo, pero solo recibió una descarga negri-púrpura de regreso. Ataques de todas las variedades impactaban una y otra vez sobre su blanco, pero nada funcionaba.

-Ahora es mi turno.

Sus ojos se volvieron rojos de nuevo, y con solo extender un brazo barrió completamente con la docena de poderosas bestias que le hacían frente, incluidos sus entrenadores. Denkeshi, Lunita, Zappy, y Hinari rodaron por el suelo, muy magullados, Geroh-Kun se aferró a un tronco para no salir volando, pero este se partió en dos y no hizo más que acrecentar el dolor de su caída al aplastarlo. Kosuke enterró los pies en la tierra para evitar retroceder, pero la fuerza era demasiada, y termino a casi cincuenta metros de donde estaba. Volco se protegió tras una pared, que no tardó en desintegrarse. Charly se desvaneció para evitar el poder desconocido, pero aun así fue arrastrado. Y Dandy, quien intentó con menos éxito el método de Kosuke, terminó cayendo sobre Moro.

Una vez más Touji se levantó, más dolorido que nunca. Se sujetó las costillas con una mano mientras era ayudado por Rika a levantarse, pero su expresión de dolor se trasformó en urgencia cuando vio un largo corte en el hombro de la chica.

-Estoy bien –aseguró –solo es superficial.

-Rika, ¿Qué… que vamos a hacer? –balbuceó Touji con voz temblorosa, mientras veía a todos sus Pokémon dispersados, algunos incorporándose trabajosamente.

-No hay nada que puedan hacer –dijo la criatura, apareciendo súbitamente frente a ellos. Su mirada vacía le causó a Touji un sentimiento de desesperación que no conocía.

¿Eso es todo? Qué juego tan aburrido, es hora de terminarlo.

Pero algo lo sacudió por la espalda, y los entrenadores pudieron notar un leve estremecimiento en el Pokémon, quien se volvió, y vio a Kosuke y a Charly mirándolo desafiantes. Pronto se les unieron todos los demás.

-Son bastante persistentes –comentó –sin embargo…

El Pokémon daba ahora la espalda a Touji y Rika, y miraba directamente a la horda de monstruos que se atrevían a enfrentarlo. Alzó una mano, y una bola de energía púrpura comenzó a crecer en ella. Estaba a punto de arrojarla, cuando recibió otro inesperado impacto desde atrás, un hiper rayo. Se dio vuelta, deshaciendo la esfera de energía, y miró hacia arriba; Un Aerodactyl lo miraba, con humo saliendo de su boca. Dos personas estaban montadas sobre él.

-Idiotas, ¿pensaban divertirse sin nosotros?

-¡Harry!

Una pokebola descendió desde la bestia prehistórica, y la figura de un magnífico Rapidash se formó entre los entrenadores y su agresor, una chica aterrizó a su lado.

-Ya me hacía falta algo de acción –dijo la pelirroja, tronándose los dedos y liberando al resto de sus Pokémon: Golduck, Scizor, Zangoose, Seviper, y Sandslash, que inmediatamente adoptaron posición de batalla. Y como si fuera poco, cinco monstruos más se le unieron; Typhlosion, Electabuzz, Breloom, Stantler, y un imponente Gyarados rojo. De un lado los monstruos de Touji y Rika, y del otro los de Reiko y Harry, todos mirando con ojos encendidos a la criatura desconocida.

-¿Están bien? –preguntó Reiko a sus compañeros, mientras Kenji se posaba en tierra y permitía a Harry bajar.

-¿Qué es esa cosa? –preguntó este último, mirando al Pokémon con los ojos abiertos de par en par.

-No sabemos exactamente –dijo Rika con una mueca de dolor.

-Sea lo que sea, está loco, está loco y es peligroso, los sobrevivientes del pueblo están en el laboratorio del profesor Elm –explicó Touji, en no mejor estado que Rika.

-Este lugar… es extraño, no me gusta nada, me hace sentir… -comenzó a decir Harry.

-Lo sabemos –cortó Touji.

-No podemos derrotarlo, es demasiado fuerte… -dijo Rika en voz baja.

-Rika, ¿desde cuándo hablas así? –le reprochó Reiko –vamos a ganarle a esta cosa, ya lo verán.

Harry asintió con la cabeza. Touji y Rika se irguieron y se unieron a los demás. Este no era el momento de flaquear.

-Llegaron más compañeros de juego… son extraños –observó la criatura, dejando oír en las cabezas de los recién llegados su profunda y punzante voz.

-¡No sé quién seas, pero no vamos a perdonarte lo que hiciste! –le gritó Reiko.

-¡Vamos todos! –gritó Harry señalándolo.

Touji y Rika asintieron, y todas las bestias se prepararon para atacar.

-¡¡Vayan!! –gritaron los cuatro al unísono.

Tras un grito de batalla como no se había oído en mucho tiempo, el ejército de bestias se lanzó al ataque, en una escena que (si sobrevivían) quedaría en la memoria de los entrenadores por el resto de sus vidas; la polvareda levantada ascendió hasta cubrirlo todo. Scizor, Zangoose, Stantler y Clefable embestían una y otra vez el escudo que protegía al Pokémon, dando espectaculares saltos. Kenji y Kosuke unieron sus hiper rayos y disparaban con todas sus fuerzas, haciéndolo vibrar entero, Geroh-Kun y Charly se habían trepado a la esfera, y soportando valientemente la terrible descarga, lo mordían y cortaban sin descanso. Cindy, Mirage, Volco, y Hinari atacaban con sus lanzallamas desde cada ángulo imaginable, y al unirlos desataban un poder tan grande que el resto de los monstruos tenía que darles paso. Denkeshi, Zappy, y Spark empleaban el mismo método, mientras que los de agua alternaban ataques tanto de hielo como de su elemento, y Dandy sacudía cuchilladas al escudo una y otra vez, aun cuando esto le causaba un dolor tremendo.

Los entrenadores apenas y podían ver la burbuja violácea con tal cantidad de Pokémon sobre ella, atacándola sin cesar, pero con gran alegría notaron que la burbuja temblaba cada vez más, y comenzaba a ceder.

Fue entonces cuando el agredido decidió defenderse más activamente.

Todos los Pokémon que estaban ceñidos al escudo salieron disparados por un poder descomunal, y una vez tuvo su campo visual despejado, comenzó a atacar con pequeñas bolas de energía uno a uno a los monstruos que lo atacaban a distancia, los cuales al recibir el impacto volaban con violencia hasta caer al suelo, formando cráteres y retorciéndose de dolor en ellos.

La energía era sin duda de fuentes psíquicas, porque ni Kosuke ni Charly recibieron daño, sin embargo, todos sus compañeros se hallaban gravemente lastimados.

-Qué… qué clase de ataques usa esa cosa… nunca había visto nada igual… -balbuceó Harry, ahora tomándose en serio la situación.

Reiko veía a su Golduck con un brazo roto, incorporándose dolorosamente.

-¿Cómo lo hace…? no solo es poderoso, está lleno de… -comenzó a decir la chica.

-Maldad –finalizó Rika –y no sabemos hasta qué punto puede llegar.

-No, eso es imposible –dijo Harry, negando con la cabeza lentamente, pero como si no acabara de creerse el mismo sus palabras –ningún Pokémon puede tener maldad…

-Pensé que esto sería más interesante –dijo la bestia mientras apartaba el humo de la escena con un movimiento de mano. Fijó la mirada vacía en el dolorido cuerpo de Cindy, que empezó a levitar –Mataré a este primero, ¿les parece?

Sabrina

La gente anda diciendo...