Made in PAPokémon: El Mundo con Otros Ojos

Pokémon el Mundo Con Otros Ojos – Capítulo 55: ¡Final! Mezcla de sentimientos, ¡Touji vs. Rika! Parte 2

Disclaimer lavamanos tipo Disney

Esta historia fue escrita desde el 2002 al 2004, por una piba y un pibe que, al comienzo de la historia, tenían 15 años, al igual que el protagonista.
Es probable que cada tanto encuentren chistes o comentarios homofóbicos, machistas, racistas y/o de mierda en general. Básicamente, éramos literalmente nenes y bastante boludes, como la gran mayoría de las personas lo es a esa edad. Esos comentarios NO reflejan la postura actual del staff de PA y francamente, son bastante vergonzosos. Pero decidimos dejar la historia exactamente tal cual fue escrita y no lavarnos las manos de nuestros errores.

 

Capítulo 55: ¡Final! Mezcla de sentimientos, ¡Touji vs. Rika! Parte 2

-Hey, pibe –alguien tocó el hombro de Harry, quien se volvió, molesto, hacia quien distraía su concentración de la batalla, pero se sorprendió al ver que era el padre de Touji.

-¿Aún tiene oportunidad de ganar?

Harry lo meditó unos segundos.

-Sinceramente, lo dudo –dijo dura, pero realistamente. Al parecer esa no era la respuesta que el hombre quería escuchar, ya que le dio un golpe en la cabeza.

-¡De ninguna manera, Touji tiene que ganar! ¡Si pierde le voy a romper todos los huesos! –gritó muy exaltado.

-Solo le dije lo que los hechos y probabilidades muestran… -se quejó Harry mientras se frotaba la cabeza.

-Tiene razón –dijo Hikari –los hechos hablan por sí mismos, Rika tiene toda la ventaja, además de mayor experiencia como entrenadora, seguridad en sí misma, habilidad, apoyo del público, capacidad de reacción, confianza…

-¡Suficiente! –interrumpió Reiko, irritada –Tal vez sea verdad que Rika lleve las de ganar… pero… yo confío en Touji, él no es un entrenador común, sé que puede ganar… siempre se puede…

-¿No se supone que tenemos que ser imparciales? –espetó Harry.

-Así se habla, muy bien dicho Reiko –dijo el padre de Touji palmeándole el hombro –aunque mi hijo parezca un inútil, en realidad…

-Es un muy buen entrenador, y tiene oportunidad de ganar –finalizó Tim, que estaba sentado a su derecha.

Las voces de los locutores los hicieron volver a prestar atención al combate.

-¡El duelo continúa señoras y señores!

-Los rayos confusos de los Pokémon chocan y se anulan, ¡ahora Magmar corre hacia Ninetales con su puño dinámico listo!

-Los ojos de Ninetales vuelven a encenderse con un fulgor azul, ¿volverá a intentar fuego fatuo?

-No, ¡es hipnosis! ¡Volco, cuidado! –alertó Touji.

Su Pokémon se detuvo antes de que el ataque hiciera efecto, pero en ese momento de inercia recibió una serie de ataques rápidos, no muy fuertes, pero que lograron desconcentrarlo.

-¡Atento Volco, no le des ni un segundo de ventaja! ¡Pantalla de humo!

Muy pronto la zorra de fuego se vio envuelta en un denso nubarrón negro, que le dificultaba notoriamente la visión, pero las cosas empeoraron aún más cuando al viciado ambiente donde se encontraba inmersa se llenó de otra clase de humo; gas tóxico.

-La polución de Magmar está poniendo en problemas a Ninetales, a este paso no tardará en intoxicarse.

-No hay mejor oportunidad para el Pokémon de Touji que esta de sacar ventaja y tomar el control del duelo, ¿la aprovechará?

La respuesta pareció ser un contundente “si”, ya que Volco se adentró en el área de Hinari, dispuesto a asestarle tantos golpes como pudiese. Los segundos transcurrieron más lentos de lo normal para el público. Después de ver desaparecer al Magmar en la nube pestilente, contemplaban casi con desesperación la escena, aguardando un desenlace. Y no tuvieron que esperar mucho; pronto vieron reaparecer al monstruo volcánico, y ahogaron una exclamación de asombro al ver una sombra que pasó sobre él; Hinari emergió tras su oponente, saltando ágilmente por sobre su cabeza, y aterrizando con envidiable elegancia a sus espaldas.

Volco se volvió hacia ella, sumamente contrariado (e irritado), no había sido capaz de conectar un solo golpe, aún estando en un ambiente que lo favorecía.

Rika negó con la cabeza con cierto pesar, confirmando que el daño ya estaba hecho: Hinari jadeaba, y parecía costarle bastante respirar con normalidad, la polución la había envenenado. Este hecho pareció hacer que su entrenadora optase por cambiar su estrategia por una mucho más ofensiva:

-Hinari, llamarada.

Touji sabía bien que Volco podía resistir sin mayores problemas ataques de fuego, pero después de ver a Hinari reducir a cenizas en cuestión de segundos todo el campo de batalla, ya no estaba seguro de nada, y ordenó a su Pokémon defenderse.

La estrella de fuego sacudió a Volco con tal fiereza que este retrocedió una decena de metros, deshizo el ataque haciéndolo a un lado con sus manos y buscó velozmente a su enemiga, cosa que no fue necesaria, ya que esta ya estaba sobre él, mordiéndole con saña una pierna, con el abundante pelaje del cuello erizado. Antes de que pudiera arrearle una patada con la otra, la Ninetales ya había retrocedido, pero fue tan solo un instante: inmediatamente volvió a lanzarse sobre él, esta vez enterrando sus finos y agudos colmillos en su antebrazo. Volco soltó un grito de dolor, y se dispuso a darle a Hinari el mismo tratamiento que a Melfice; un puño dinámico en el punto justo y fin de la pelea.

Pero la fogosa bestia de Rika era aún más veloz que el Houndoom, si eso era posible, y evadió el puño luminoso con destreza, para después disparar un tremendo lanzallamas a quemarropa. El Magmar lo bloqueó con un puño fuego, y al quererse dar cuenta, Hinari ya lo estaba mordiendo nuevamente.

-¡Magmar está contra las cuerdas! ¡Esa Ninetales no le da respiro alguno!

-¡Quien dijo que los Ninetales son criaturas más aptas para concursos que para combates sin duda no ha visto en acción a este sorprendente ejemplar!

-¡Volco, acabala! –gritó Touji, deseando que fuera tan fácil como decirlo.

Hinari seguía aferrada obstinadamente al brazo de Volco, quien sin duda lo estaba sintiendo, concentró su poder para ejecutar el puño dinámico más dañino posible, pero cuando este estaba por tocar a su blanco, se detuvo. La mordida estaba perdiendo intensidad gradualmente, y el Magmar vio como los ojos de rubí de Hinari estaban apenas abiertos. Finalmente la presión de sus dientes desapareció, y la hermosa criatura mitológica se desplomó en brazos del Magmar, extenuada por la fatiga y el doloroso efecto del veneno.
Volco se mantuvo inmóvil sosteniéndola, sin el menor rastro de agresividad.
Grave error.

Antes de que el réferi declarara la victoria del Pokémon de Touji, los ojos de Hinari se encendieron una vez más con un fulgor azul, pero esta vez todo fue muy extraño; Volco no sufrió el efecto de ningún ataque, y sin embargo, sintió un horrible escalofrío en todo el cuerpo. La luz en los ojos de la Ninetales volvió a apagarse, y se sumió en el sueño al cual el veneno la había confinado.

-“¿Qué fue eso?” –pensó extrañado Touji, quien también sintió alguna clase de corriente siniestra proveniente del último intento de movimiento de Hinari.

Rika retiró a su Pokémon, con un asomo de sonrisa.
Los locutores se mantuvieron en silencio unos segundos, aparentemente también intentando analizar que había ocurrido.

-¡Y Magmar se queda con esta ronda!

-La carencia de ataques efectivos contra Pokémon de fuego de Ninetales fue lo que le permitió a Magmar tomar el control y lograr la victoria, ¡nada fácil, por cierto!

-Así es Alejandro, y ahora el marcador empieza a equilibrarse, Touji quiere recuperarse y lo está logrando, ¿podrá dar vuelta las cosas a su favor?

-¡El siguiente Pokémon de Rika guarda la respuesta a esa pregunta!

-Y la entrenadora ya está lanzando la pokebola… una pokebola azul, se va al estanque, ¡se fue al estanque! ¡es Lapras!

La monumental bestia, (mezcla de dinosaurio con monstruo del lago Ness) emergió de las profundidades con un rugido, y su mirada serena pero dura pronto se clavó en Volco. Touji conocía de sobra el poder y sobre todo resistencia de Freegie, sabía además que Volco estaba herido y cansado, pero también sabía que su oponente era lento y pesado. Volco perdería, si, pero no sin antes causar una buena cantidad de daño.

-Volco –llamó, a lo que su monstruo lo miró de reojo, escuchando instrucciones –su única manera de atacarte con efectividad es a distancia, si conseguís evitar sus ataques y acercarte lo suficiente como para usar puño dinámico, vas a estar bien, es tipo hielo además de agua, los ataques luchadores como ese le causan mucho daño. Sé que es difícil y que estás cansado, pero no vas a dejar pasar la oportunidad de medirte contra un Pokémon que te aventaja en tipo y salud, ¿o si?

Los pequeños ojos del Magmar recuperaron su intensidad, como dos carbones encendidos. Habían pasado muchos peligros y batallas juntos, y Touji conocía a la perfección la manera de pensar y sentir de su Pokémon.

-¡Empiezan!

-¡Lapras dispara una potente corriente de agua helada con gran exactitud, pero Magmar la elude a la carrera, parece un futbolista!

-El Pokémon de Rika no tiene pensado dejarlo ser, ahí está disparando de nuevo, ¡esta vez es fuego rápido! ¡Magmar tiene que vérselas con media docena de chorros de agua!

Sin dejar de correr, Volco se agachó, saltó, y esquivó cada ataque, sorprendiendo notoriamente al público con su habilidad. Pronto llegó al borde del estanque, y no titubeó aún al encontrarse con la imponente cara de pocos amigos que lo observaba a casi tres metros de altura. Freegie tomó aire y disparó una hidro bomba, que estalló con violencia en donde el Magmar estaba parado. Al dispersarse la bruma causada por la colisión, Freegie buscó con la mirada lo que debería quedar de Volco. No había señales de este, cosa que inquietó bastante a la bestia marina, y su preocupación no era injustificada; una vil sonrisa se dibujó en la cara del Magmar, parado sobre el caparazón de su adversaria y tensando los músculos de su brazo derecho, listo para saltar y sacudirle un puño dinámico en la nuca. Ni siquiera con toda su resistencia podría soportar un golpe efectivo en esa zona, pensaron Touji y su Pokémon. Freegie soltó un bramido de sorpresa, y Volco saltó.

-Vamos Volco… -murmuró Touji apretando un puño.

El golpe luminoso se dirigió a su blanco con casi imperceptible velocidad, pero a tan solo milímetros de su objetivo, se detuvo en seco y perdió su brillo, no precisamente por voluntad del Pokémon de fuego, quien aterrizó nuevamente en la espalda de Lapras, pero se agachó casi de inmediato, con un dolor tremendo en el brazo que había usado para el golpe.

El asombro de Touji ante tal escena parecía ser el mismo que manifestaban los rostros de los espectadores, no podía comprender la razón del ataque fallido.
Rika era la única que pareció no sorprenderse.

Los locutores estaban en silencio, al parecer investigando que había ocurrido, pero pronto dieron con la solución del enigma:

-¡Ahora todo queda claro, es el efecto del ataque Rencor de Ninetales!

-Muy cierto, el último movimiento de Ninetales no fue un intento desesperado de ataque, estaba perfectamente premeditado y con la intención de sellar el último ataque realizado por Magmar, en este caso puño dinámico.

-Esto nos demuestra una vez más que a pesar de ser un Pokémon de fuego, Ninetales tiene una relación muy cercana con los espectros y fantasmas, ¡excelente jugada de último momento por parte de Rika y su Pokémon!

-¡Mierda! –gritó Touji alarmado, que había dejado de prestar atención a la explicación de los locutores al ver que gracias a las sacudidas de Lapras, Volco había caído al agua, y la bestia se había sumergido tras él. Aquello no pintaba nada bien.

No pasó mucho tiempo para que Volco saliera a la superficie y se aferrara con desesperación el borde del estanque, trepando tan rápido como podía, para enorme alivio de su entrenador. Una vez a salvo se desplomó de rodillas, jadeante, empapado y al límite de sus fuerzas, con sus flamas tan pequeñas que apenas eran un insignificante resplandor que bailaba con el viento, y amenazaban con apagarse como una vela. Pero no tuvo tiempo de descansar, Freegie emergió abruptamente, agitando las aguas y cerniendo su imponente sombra sobre el maltratado Magmar. Conocedora de su ventaja abrumadora, tomó aire lentamente, preparándose para rematar a aquel triste despojo de Pokémon de fuego.

-¡De pie, Volco! ¡De pie! –ordenó Touji, y la orden estaba cargada de alguna clase de seguridad, basada en la confianza casi ciega que tenía en su Pokémon.

Ante el total desconcierto de Lapras (Rika estaba demasiado acostumbrada a ver al Magmar como para sorprenderse de su comportamiento), Volco se incorporó lentamente. Subió la mirada, ardiente una vez más hacia ella. Nuevamente el vínculo especial que Touji y sus Pokémon compartían afloró. Volco disparó repentinamente el lanzallamas más grande que pudo lograr, cosa tan sorpresiva que su oponente no pudo reaccionar a tiempo y recibió el ataque, que fue directo a su cara, cubriéndola de llamas. Transcurrieron tal vez tres o cuatro segundos, Volco no pudo seguir erguido y se hincó sobre una rodilla, pero jamás dejó de disparar.

Los ojos oscuros de Lapras se abrieron, dejándose ver entre el fuego, abrió la boca y de ella surgió un poderoso chorro de agua, que evaporó el lanzallamas gradualmente y sin esfuerzo, a pesar de que Volco se estaba dejando el alma en su ataque. Pero la corriente congelada siguió avanzando sin compasión, hasta finalmente llegar a él, darle de lleno en el pecho y arrastrarlo por la arena. Era evidente que por más ganas que tuviera, no se levantaría después de eso.

El estadio vibró bajo las aclamaciones de los espectadores. Freegie sumergió la cabeza en el agua, al parecer tratando de aliviar sus quemaduras.

-“Bueno, ya nada se puede hacer por Volco, concentrate en tu siguiente movimiento” –se dijo firmemente Touji tras dejar descansar al Magmar al refugio de su pokebola. Solo le quedaban dos Pokémon, Pupitar y Sceptile, mientras que a Rika le quedaban cuatro. La situación definitivamente no era buena, y bien sabía que de sus monstruos solo uno tenía oportunidad de detener a Lapras. Pero no se dejaría vencer por el sentimiento de derrota, tenía a Geroh-Kun, Pokémon un tanto incontrolable pero de indiscutible tenacidad y destreza, y Rika no tenía ningún Pokémon de fuego o volador para detenerlo, “pero tiene a Charly” –pensó casi de inmediato, y sin embargo, lo tranquilizaba saber que él tenía a Kosuke, y Kosuke nunca lo había defraudado, mucho menos lo haría en la mismísima final del torneo. Las oportunidades eran pocas, es cierto, pero estaban presentes, si sabía aprovecharlas…

-¡Vamos Geroh-Kun! –gritó mientras lanzaba la pokebola con todas sus fuerzas.

El reptil salió a la luz, agazapándose y balanceando el arbusto tropical que tenía  por cola.

-Sceptile es un Pokémon hierba rápido y fuerte, pero Lapras es a su vez muy resistente y tipo hielo además de agua, no podemos definir cuál de los dos tiene la ventaja.

-Será un enfrentamiento muy interesante, sin duda.

-Drenadoras al agua, ¡ya!

-Rayo de hielo.

Como era de esperar, el monstruo de Touji fue más veloz, y en instantes Freegie se vio rodeada de semillas que germinaron en el agua, adhiriéndose a su piel y succionando sus fluidos. Pero esto no impidió que un deslumbrante rayo blanco fuera disparado hacia su oponente, quien lo eludió parándose sobre una mano y dando un salto hacia atrás, mientras con la otra disparaba una batería de hojas sable que se dirigieron al cuello de Lapras.
La reacción de esta fue oportuna; sopló con fuerza y pronto creó una ventisca, haciendo que las hojas cayeran, convertidas en cristales. El siguiente rayo de hielo no tardó en ser disparado, pero solo logró congelar el aire, dado que el Sceptile rodeaba el estanque a toda carrera, buscando el punto ciego en la espalda de Lapras para atacarla con mayor seguridad. Al encontrarlo se detuvo en seco, levantando una polvareda, y agitó un brazo, volviendo a echar sobre su blanco una lluvia de espadas vegetales que cortaron el aire. Freegie se volvió y desapareció bajo el agua, dejando a las hojas pasar por sobre su cabeza. Geroh-Kun miraba la superficie impacientemente, atento a cualquier rastro de su rival.

-No te inquietes Geroh, mientras más se tarde en salir tanto peor para ella –le dijo Touji, sabiendo que las drenadoras seguían actuando.

El lagarto frunció el entrecejo y juntó las manos, en las que pronto empezó a reunirse energía proveniente de la escasa luz del crepúsculo.

-¡Mierda, abortá el ataque!

Pero el Pokémon apretó las mandíbulas, tratando de acelerar la carga, estaba seguro de lograrlo. Su impetuosidad nuevamente le jugaba en contra; Lapras emergió a escasos dos metros de él, y la bola de energía blanca que brillaba dentro de su boca se transformó en un rayo congelante. El ataque no pudo ser más certero; dio de lleno en el pecho de Geroh-Kun y lo impulsó con increíble fuerza hasta estamparlo contra unos anuncios publicitarios, y aún ahí siguió sufriendo el rayo, que pronto lo adhirió a la dura superficie de los carteles, dejándolo completamente inmovilizado.
El monstruo acuático no iba a esperar hasta que se liberara, por lo que preparó un nuevo rayo hielo, el cual de seguro lo remataría. Geroh-Kun aún parecía shoqueado por el ataque, estaba en problemas.

-¡Liberate! –gritó Touji alarmado, y su monstruo reaccionó al fin, troceando sin dificultad el hielo que lo apresaba con las filosas protuberancias de sus brazos. El resplandor blanquecino del rayo hielo al chocar contra los anuncios impidió a Lapras ver la zona con claridad, pero estaba segura de que su oponente le preparaba una trampa.
Miró nerviosamente a su alrededor: aquella criatura no parecía estar del todo en sus cabales, cosa que hacía que le tuviera aún mayor recelo, y los hechos no hicieron más que confirmar que estaba en lo cierto: una hoja solitaria pasó a toda velocidad, cortando su cara, que empezó a sangrar débilmente. Freegie siguió su trayectoria y encontró a su enemigo, que la miraba con la sonrisa más provocadora que pudo concebir, desafiándola.

-Geroh-Kun, sos un condenado imbécil –masculló Touji, irritado al ver que su monstruo parecía tomarse la batalla más importante de su vida como un simple juego.

Y Lapras definitivamente no compartía la actitud de su rival, ya que soltó un rugido y disparó un rayo confuso, que fue eludido sin dificultad. Freegie se sobresaltó al ver que el Sceptile corría directamente hacia ella. Un rayo hielo le llegó rápidamente, pero la bestia vegetal, gracias a sus musculosas piernas, dio un salto que fácilmente alcanzó los diez metros de altura, dejando su característica estela blanca, y aterrizó sobre ella, aferrándose a su cuello y succionando su energía. El Pokémon de Rika bramó de dolor y desapareció bajo la superficie, llevando consigo a su oponente. El agua de la piscina se agitaba ferozmente, evidencia de los desesperados intentos de Lapras por liberarse de su desagradable huésped. No pasó mucho tiempo para que volviera a emerger; dando una última y violenta sacudida, logró sacarse de encima a Geroh-Kun, quien dio una vuelta en el aire y aterrizó limpiamente sobre el campo, empapado y jadeante, pero sonriente.

Freegie, por el contrario, no parecía tener ganas de sonreír; había perdido buena parte de su energía y estaba claramente agotada. Pero no se rendiría, se lo debía a su dueña.

-Un duelo de gran intensidad señoras y señores, ¡tal y como lo imaginamos!

-Ambos Pokémon están dejando la piel en sus ataques, pero la ventaja ahora es del relámpago verde, Sceptile.

-Así parece, pero con estas bestias nunca se sabe, un revés ahora no me sorprendería para nada.

Como si los hubiera oído, Freegie tomó aire para disparar un último y devastador rayo hielo, mientras que para el completo espanto de Touji, Geroh-Kun sonreía y empezaba a cargar nuevamente su rayo solar, reuniendo poder lentamente entre sus manos.

-¡Maldición, usá tus hojas sable carajo! –gritó el entrenador desesperado.

Era evidente que no llegaría a tiempo para contrarrestar el ataque helado de Lapras, quien con lo que quedaba de sus fuerzas disparó diestramente hacia su blanco.
El poder del ataque causó que el agua en el estanque se partiera en dos a su paso, y en instantes estaba sobre el Sceptile, quien por primera vez desde que empezó el combate, borró su sonrisa, y desapareció completamente entre el resplandor.

-¡¡Nooo!! ¡¡Estúpido!! –un acceso de rabia dominó a Touji por completo. Maldijo a su insubordinado Pokémon y a sí mismo por confiar en él para un duelo tan importante.
Al final, nunca llegó a respetarlo, solo hacía lo que le venía en gana, y era su culpa, solamente su culpa. Ahora estaba perdido, Kosuke jamás podría ganar frente a un Pokémon de agua, sin importar que tan debilitado estuviese. Perdería, tal y como siempre lo supo. Cuando una lágrima de rabia estaba por escapársele, las exclamaciones de asombro de la gente lo hicieron levantar la vista hacia el cielo.

La débil luz del sol que empezaba a ocultarse resaltó la figura de Geroh-Kun, quien estaba en el aire, tenía las manos atrás, y una descomunal bola de energía palpitaba entre ellas, una expresión de seriedad que Touji jamás había visto en él se reflejaba en sus ojos, gritó, y extendió ambos brazos hacia delante, disparando el rayo solar más increíble que alguien pudiese ver, tan inmenso y poderoso, que cubrió el enorme cuerpo de Lapras por completo.

Todos dejaron de verla, hasta que un sonido de destrozos les indicó su ubicación: la fuerza del ataque había sido tal que consiguió sacar a la bestia fuera del estanque y estrellarla contra la barrera de carteles publicitarios, derribándola, por supuesto. 

Geroh-Kun aterrizó, hincado sobre una rodilla. El aspecto de Freegie en aquel momento era más que lamentable; el cuerpo cubierto de enredaderas y semillas adheridas a su piel, que había perdido todo color o brillo, estaba llena de heridas y escombros, y mantenía los ojos cerrados con fuerza.

-Evidentemente, eso ha sido todo para Lapras.

-Y era de esperar, después de recibir un ataque de semejante magnitud, no era factible que lo soportara. Sin embargo, ha enseñado una sorprendente resistencia y tenacidad, Rika ha hecho un gran trabajo con ella sin duda, ¡apláudanla!

Y los aplausos no se hicieron esperar, y retumbaron en todo el estadio. Rika fue hacia ella y le arrancó las enredaderas rápidamente. Le dio unas palmaditas en el cuello y la recogió en su bola de atracción.

Geroh-Kun se incorporó y giró la cabeza hacia Touji, con una de sus clásicas sonrisas y el pulgar levantado. El entrenador volvió a ver en su cabeza la mirada de su Pokémon antes de disparar, “En realidad sí le importa esta pelea… ¿lo está haciendo por mí?” –no estaba seguro, pero se prometió no volver a desconfiar de él nunca más.

-Aunque Rika sigue teniendo la ventaja en esta batalla, los constantes esfuerzos de los Pokémon de Touji lo están acercando más y más.

-Sceptile parece muy agitado, veamos si puede manejar el siguiente Pokémon de la entrenadora de Kanto.

-“Le quedan Ampharos, Meganium, y Charly. Zappy tiene desventaja de tipo, y de seguro va a querer guardar su mejor carta para el final, así que la única opción es…”

-¡Ve, Bronto! –Rika llamó a su confiable monstruo vegetal. 

Aquella criatura no le gustaba nada a Touji; la había visto derrotar a decenas de Pokémon que supuestamente deberían resistirlo en el torneo de Pokémon hierba sin ningún problema, y Geroh-Kun no estaba en la mejor de las condiciones. Sin importar desde qué ángulo lo viera, estaba perdido. Kosuke era tan débil al agua como a la hierba, necesitaría un milagro para salir adelante.

El Meganium era, como todos los Pokémon de Rika, de tranquila e inofensiva mirada, pero en el transcurso de su viaje Touji había aprendido a respetar (por no decir temer) a monstruos con esa apariencia.

-Dos de los Pokémon hierba más poderosos van a enfrentarse, la ventaja por cuestiones de estado general sería para Meganium, sin embargo, no sabemos que sorpresas tiene aún guardadas Sceptile.

Las bestias se clavaron la mirada mutuamente, dominadas por una competitividad extraordinaria. El duelo que nunca se llevó a cabo en el torneo de Pokémon hierba era una realidad en la mismísima final del campeonato de la Convención Plateada, con miles y miles de personas siguiendo cada movimiento con la mirada.

-¡Empiezan!

-Sceptile no parece tener ganas de esperar el primer movimiento de su oponente y se lanza a la carrera sobre él, ¡Meganium libera una nube de polvo venenoso!

-Pero el Pokémon de Touji de nuevo está abusando de sus capacidades de salto, ¡ahí lo vemos descender como un rayo y sacudirle un portazo en la cara a Meganium!

-El dinosaurio no parece feliz al respecto, sus cepas salen y toman la frondosa cola del lagarto, ¡que sacudida le ha dado!

-Y definitivamente no quiere detenerse, ¡está barriendo el suelo con él!

Meganium azotaba una y otra vez a su rival contra el suelo, sin darle chance a liberarse, Touji, al ver esto, decidió que era momento de emplear un ataque que no usaban desde hacía tiempo:

-¡Cortes furia!

Los “sables” en los brazos del monstruo se iluminaron, y cortó con ellos sin problemas las cepas que lo mantenían cautivo, justo cuando estas estaban por arrojarlo. Bronto las retiró, con un bramido de dolor, y no esperó a que Geroh-Kun se termine de incorporar para cargar contra él y asestarle un duro golpe de cuerpo.
El Pokémon de Touji clavó los pies en el suelo para evitar retroceder más de la cuenta, y saltó nuevamente sobre él, dándole un feísimo corte en la cara y aterrizando a sus espaldas. Bronto se volvió y le disparó una lluvia de hojas navaja, al tiempo que Geroh-Kun disparaba sus hojas sable, cada una de las hojas chocó con una de las su oponente, produciendo un tintineo metálico, cosa que demostraba la tremenda exactitud de ambos ataques.

Geroh saltó por sobre la zona del conflicto y repitió su ataque, esperando tomar por sorpresa a Meganium, pero este ya lo había previsto y desplegó su efectiva pantalla de luz, que bloqueó el daño de las hojas casi por completo. Y eso no fue todo: una cepa salió disparada y se enrolló alrededor del tobillo de su oponente, frustrando su aterrizaje y haciéndolo caer duramente de espaldas. Tras eso retiró la liana con presteza, temiendo que esta también sea cortada, y no se equivocó, ya que el sable luminoso rasgó el aire, troceando incluso la hierba quemada.

Sceptile se puso de pie de un salto, y no sonreía, por el contrario, parecía furioso. Furioso consigo mismo. Si perdía esta pelea jamás se lo perdonaría, sin importar que tuviera que hacer, debía ganar.

Salió a la carrera, zigzagueando para eludir las hojas navaja de Bronto, y bloqueándolas con las suyas cuando sus hábiles maniobras evasivas no eran suficientes. Llegó hasta su objetivo y le arreó un portazo en la espalda, haciendo que el dinosaurio tuviera que arrodillarse sobre sus patas delanteras por el impacto, y enseguida se alejó de él, temiendo volver a caer presa de sus cepas.

Pero Bronto demostró que era mucho más inteligente de lo que esperaba; cerró los ojos y un aroma suave y dulzón empezó a salir de sus pétalos.

-¡Geroh, no aspires eso!

Fue demasiado tarde; el Sceptile detuvo su constante carrera al penetrar en sus fosas nasales y su cerebro el agradable aroma. Parecía atontado, pero por fortuna reaccionó a tiempo al ver dos cepas dirigirse hacia él a la velocidad del rayo. Saltó en ellas y, despertando exclamaciones de asombro por doquier, corrió sobre las lianas hasta llegar a su dueño, y darle un corte furia en el pescuezo, seguido de otro en la cara, y otro, y otro más.
Bronto sufría, la sangre manaba en abundancia de sus heridas, salpicando la cara del Sceptile. Los cortes tipo insecto estaban haciendo estragos en él: no los resistiría mucho tiempo más. Pero tampoco tenía intenciones de darse por vencido; elevó sus lianas, haciendo perder el equilibrio a su rival, y le asestó un durísimo latigazo en la cara.

Geroh-Kun aterrizó bastante lejos de él, con un hilo de sangre resbalando por su mejilla.

Ambos permanecieron inmóviles unos segundos, recuperando el aliento, cuando Meganium extendió sus pétalos, empezando a reunir energía en ellos. Su oponente a su vez adoptó la postura que empleaba para realizar su mejor golpe, y también comenzó a almacenar poder.

El duelo se decidiría de la forma más espectacular imaginable: un combate de rayos solares.
Al notar esto, el público y los locutores rugieron emocionados.

Touji y Rika observaban la escena, inmóviles, con una concentración total.

El atardecer avanzaba, por lo que la energía demoraba en reunirse. Al fin, los pétalos alrededor del cuello de Bronto se iluminaron uno tras otro, y la bola de energía de Geroh-Kun había alcanzado ya un tamaño más que considerable. Las bestias dieron un gran grito de batalla, y dispararon sus devastadores ataques.

El resplandor esta vez fue excesivo; nadie pudo ver absolutamente nada durante largos segundos, cosa verdaderamente desesperante. Una tremenda explosión siguió tras el destello, una polvareda y nube de humo. Las bestias eran invisibles, cosa más desesperante aún.

Por más que lo intentaban, ningún par de ojos humanos podían ver a través de aquello, solo podían esperar. Y esperaron, muy, muy impacientemente, hasta que el polvo comenzó a asentarse y el humo a despejarse. Dos sombras irregulares se dejaban ver, y pronto adquirieron formas reconocibles.

Touji se quedó helado ante lo que vio:

Por lo menos una docena de cepas estaban enrolladas alrededor del cuerpo de Geroh-Kun, apretando despiadadamente su cuello, brazos, piernas, y abdomen. Bronto hacía rechinar los dientes mientras presionaba con todas sus fuerzas: tenía el cuerpo cubierto de severas heridas, más allá de las ocasionadas por los cortes furia, mientras que la expresión de dolor en la cara de Geroh-Kun era insoportable para su entrenador.

Cerró los ojos con fuerza y apartó la cara, negándose a ver a su Pokémon tratando de llevarse las manos a la garganta con desesperación.

-“Si me rindo, voy a perder, pero si no lo hago… Geroh…» –no tuvo que pensarlo dos veces, las palabras empezaron a salir de su boca automáticamente:

-Me rin… -sin embargo, un grito de Geroh-Kun lo detuvo, haciéndole levantar la mirada.

Una intensa aura verde bullía alrededor de su maltrecho cuerpo. No era la primera vez que Touji la veía, pero nunca la había visto tan grande y agresiva. Era la habilidad especial de Sceptile, Espesura.

Meganium seguía apretando, pero pronto la tensión fue demasiada, con un brusco movimiento, Sceptile se liberó de todas las cepas, que pronto perdieron su rigor. Y ni bien un dedo de su pie tocó el suelo, salió disparado hacia Bronto, haciéndole honor a su apodo. Levantó un brazo y la espada luminosa desgarró buena parte de la piel del pecho del Pokémon de Rika, que no tuvo tiempo de quejarse, ya que Geroh lo remató con una descarga de poderosísimas hojas sable. 

Bronto clavó la mirada en su rival, y se desplomó pesadamente.

Touji no daba crédito a lo que acababa de ver. Si alguna vez había estado enojado con Geroh-Kun, lo perdonaba definitivamente.

El público estalló en ovaciones para el Sceptile, que aún parecía incrédulo de lo que había ocurrido. Touji corrió hacia él, al tiempo que su Pokémon caía, su entrenador trató de ayudarlo a levantarse pasando su brazo por sobre sus hombros, pero no tenía caso: había llegado a sus límites. Apoyó una mano con gentileza en el herido hombro de su compañero.

-Gracias.

Ambos entrenadores guardaron a sus Pokémon en sus pokebolas, y Touji regresó a su puesto.

-Este combate ha avanzado, y realmente no falta mucho para su desenlace.

-Rika sigue en la ventaja con dos Pokémon, mientras que a Touji solo le queda uno, pero, como siempre, la posibilidad de una sorpresiva recuperación está presente.

Touji tomó su última y más preciada pokebola, cubierta de rasgaduras y arañazos.
La miró, y se le escapó una sonrisa al recordar la primera vez que arrojó esa misma pokebola en la cabeza de un Rattata.

-Ahora solo somos vos y yo.

Y lanzó la esfera con la destreza adquirida a través de meses y meses de manejarlas. Kosuke emergió, como siempre, con los oscuros ojos como único detalle destacable. Se preparó para luchar hasta el límite de su capacidad, mientras su aparición era festejada ruidosamente por el público.

-“Eevee y Ampharos, los dos tienen desventaja, pero enviar a Amparos sería un verdadero suicidio, va a elegir a Charly” –pensó Touji.

Rika arrojó con simpleza una pokebola, y al verse lo que salió de ella, un murmullo general de incomprensión se alzó entre la gente.
Era Zappy.

Aquello no le gustó a Touji, no le gustó nada. Sabía que debía de haber una muy buena razón para que Rika enviara a su Ampharos, y la descubriría muy pronto.

-Una decisión un tanto extraña por parte de Rika, sin embargo, ya ha demostrado que no tenemos motivos para cuestionar sus elecciones.

-“Mejor no me arriesgo” –pensó Touji, y ordenó un ataque bajo tierra.

Kosuke desapareció de la superficie de inmediato, mientras que Zappy se envolvía en un reflejo, por lo que soportó el daño del ataque sin mucho inconveniente. El Pupitar volvió a salir a la luz, algo contrariado.

-Terremoto, ese reflejo no va a salvarlo mucho tiempo más –ordenó Touji.

-Poder oculto.

Una extraña energía rodeó el puño de Zappy, y atacó, produciendo un blanco resplandor.

Kosuke recibió el impacto de lleno, y retrocedió una decena de metros, pero esto no impidió que invocara un poderoso terremoto. De no haber sido por el reflejo, las terrosas estacas y protuberancias que formaron un irregular caminó hacia Ampharos le habrían dado una rápida y dolorosa derrota. Aún así, el daño había sido mayor al esperado.

El poder oculto también había provocado una sorpresiva cantidad de daño, y Kosuke vio pequeños retazos de hielo adheridos a su coraza.

-“Poder oculto hielo, con que eso era…” –pensó Touji preocupado.

Ampharos amenazó con reiterar su ataque, pero una súbita tormenta de arena le bloqueó la visión por completo, y cuando por fin ubicó a su rival, estaba recibiendo un duro golpe de este en un costado, el cual lo tumbó en el suelo.

Rika soltó un suspiro, mientras veía como un último terremoto arrasaba completamente con su Pokémon, que quedó prácticamente enterrado entre los escombros.

El combate se había decidido sumamente rápido, cosa que no sorprendió ni a Touji ni a Rika, quien retiró a su malogrado monstruo eléctrico.

-¡Vaya, este enfrentamiento se ha equilibrado completamente!

-Al parecer Ampharos solo cumplió con la función de atinar ese único golpe a su oponente, para después ser derrotado.

-¡Ahora ambos entrenadores tienen un solo Pokémon!

-Y no solo eso, ambos monstruos son los más poderosos de cada uno, ¡el final de este combate será lo más espectacular visto en muchos, muchos años!

Rika deslizó entre sus dedos la pokebola que decidiría la batalla. Era por mucho su Pokémon más fuerte: a pesar de no estar evolucionado, su nivel superaba con creces los de sus compañeros, y su habilidad era incomparable. Habían superado juntos el más riguroso de los entrenamientos, y ahora era el momento de demostrar lo que todo ese trabajo había logrado.

-¡Charly, a ganar! –y los giros de la pokebola fueron seguidos por millones de pares de ojos, tanto los que estaban presentes para ver el épico combate, como los que lo veían por televisión, pegados a sus asientos.

El Eevee emergió, fijando sus grandes ojos negros en los de Kosuke.
Habían combatido juntos en muchísimas batallas, habían sido compañeros y se cuidaron las espaldas mutuamente, pero ahora todo era diferente; esta batalla decidiría el torneo, y ninguno de los dos tenía una gota menos de determinación que el otro.

-¡Atacá!

Sabrina

La gente anda diciendo...