Disclaimer lavamanos tipo Disney
Esta historia fue escrita desde el 2002 al 2004, por una piba y un pibe que, al comienzo de la historia, tenían 15 años, al igual que el protagonista.
Es probable que cada tanto encuentren chistes o comentarios homofóbicos, machistas, racistas y/o de mierda en general. Básicamente, éramos literalmente nenes y bastante boludes, como la gran mayoría de las personas lo es a esa edad. Esos comentarios NO reflejan la postura actual del staff de PA y francamente, son bastante vergonzosos. Pero decidimos dejar la historia exactamente tal cual fue escrita y no lavarnos las manos de nuestros errores.
Capítulo 45: Peleando por quien amas. Touji vs. Kosuke.
-¡¿Cómo pudieron fallarme así?! –los puños de cierto hombre vestido de traje golpearon una mesa, que estaba fuera de vista de la pantalla –ya estaba todo hecho, el lugar estaba firmemente custodiado, ¡tuvimos muchas bajas humanas y Pokémon por culpa de su incompetencia! ¡¿Cómo es posible que solo seis entrenadores hayan podido desbaratar un plan de esa complejidad?! ¡Ustedes estaban ahí para evitar que esa clase de cosas pasaran!
Nabiki y Tatewaki no emitían palabra.
-¿Acaso creen que esa cantidad de Masterballs que íbamos a conseguir con el rescate las quería para decorar mi oficina? ¡¡Ni siquiera con todas esas tenemos asegurada la recaptura del M11!!
-El M11…
-¡¿Qué demonios está pasando con ustedes?! ¡Desde que apareció ese chico Watsuki no hacen más que fracasar en todo lo que les encomiendo!
-Lo sentimos… recibimos información de que fue al Mt. Marfil a hacer un entrenamiento, pero nuestros Donphan no consiguieron eliminarlo.
-Es hora de acabar con este problema de raíz. Voy a cortar por lo sano, hasta ahora ese mocoso y sus compañeros se las arreglaron para escapar, pero esta vez no tendrán chance.
-¿Qué va a hacer? –preguntó en voz baja Nabiki.
-Lo que debí hacer desde el principio. Ahora descubriré hasta dónde llega su lealtad hacia mí –dijo con voz sombría mientras se sacaba un celular del bolsillo.
Una voz se escuchó detrás del líder del Equipo Rocket:
-¡Señor! Tenemos informes de avistamientos de una criatura desconocida en ciudad Petalburg en Hoenn, en Saffron y en la vieja planta eléctrica de Kanto.
-Maldición… se está tele transportando muy rápido –murmuró muy contrariado –¡No le pierdan el rastro, hay que mantenerlo vigilado a toda costa!
***
-Pobrecito… -dijo Reiko mientras echaba una mirada a Touji, quien dormía sobre una cómoda cama del hospital del pueblo, con el brazo derecho enyesado –el doctor dijo que estaba hipotérmico, tenía treinta y dos contusiones, y el hueso del brazo quebrado en tres partes…
-Tuvo suerte, debería agradecer el estar vivo –dijo Hikari sin entonación en la voz.
-¿Era necesario enviarlo a ese lugar? –preguntó Reiko al profesor Elm.
-No suelo enviar a los entrenadores ahí nunca. Que yo recuerde, solo envíe a dos.
-¿Quiénes? –preguntó Rika.
-A Touji y a… su hermano.
Hikari estuvo a punto de decir algo al respecto, pero recordó que el padre de Touji estaba ahí, y decidió que era mejor guardárselo.
-Duele… -fue lo primero que dijo Touji al despertar.
-Al fin, pendejo irresponsable, ¡ya era hora de que despertaras!
-¿Eh? ¿Qué día es hoy? –dijo el chico mientras se sentaba.
-Tomalo con calma, ¿si? –le dijo Rika amablemente –estuviste durmiendo dos días enteros.
-¡¿Dos días?! –Touji comenzó a contar con los dedos -¡Entonces falta solo una semana para que empiece el torneo! ¿Por qué no me llamaron antes? –se destapó y se incorporó rápidamente –¡tengo que irme o voy a llegar tarde!
Rika, Hikari y Reiko se dieron la vuelta presurosamente, con las mejillas teñidas de rojo.
-¿Qué pas…
-¡Estúpido! –su padre le dio un golpe en la cabeza –¡no tenés pantalones!
La cara de Touji enrojeció mucho más que las de las chicas; se sentó y se cubrió con la sabana tan rápido como le dieron las manos, deseando que un Onix saliera de la tierra y se lo tragara entero.
-Dis… disculpen…
El profesor Elm soltó una risita, para a continuación llamar al médico que se había encargado de Touji.
-Bien, bien –dijo este evaluando con la mirada al entrenador –Vamos a hacer algunos estudios más, pero parece que ya estás recuperado. Vas a tener que usar ese yeso por quince días más, o no sanará correctamente.
-¡¿Quince días?!
-Así es, y además vas a tener que tener cuidado, no hagas nada riesgoso, ¿entendiste?
-Está bien… -Touji se dirigió ahora al profesor -pero profesor, ¿cómo voy a hacer para llegar a tiempo?
-No te preocupes, llegarás, solo tenés que ir a un paso mucho más rápido que el usual…
-Bueno, voy a buscar a tus Pokémon –dijo Rika mientras salía del cuarto, Reiko y Hikari fueron con ella, y el profesor fue a buscar algo a su laboratorio.
-Ahora vuelvo.
-¿A dónde vas? –le preguntó Touji a su padre.
-¡Vos quedate ahí y no jodas!
-Ok, ok…
Al cabo de diez minutos regresó.
-Toma, ponete esto –dijo mientras arrojaba unos paquetes a la cama de Touji.
-Esto… ¡ropa nueva!
-Sí, si te va a ver tanta gente y además vas a salir en televisión, tenés que estar presentable. Además toda la ropa que te llevaste para el viaje está arruinada.
Touji se vistió felizmente.
-Bueno, ahora sí me voy –dijo mientras terminaba de acomodarse los guantes negros y se ataba los cordones de las botas.
-Esperá, llevate esto también –su padre dejó caer sobre el regazo del chico una caja rectangular bastante pesada.
-¿Qué es esto? –preguntó sorprendido.
-¡Abrila pelotudo!
Al quitarle la tapa descubrió dentro cinco pequeñas cajitas plateadas de metal, cada una con un número que la distinguía.
Touji abrió mucho los ojos.
-Sí, es un set de TMs, TM Día soleado, TM Tóxico, TM Terremoto, TM Rayo Solar, y TM Puño Dinámico. Me gasté casi tres sueldos en esto, ¡así que más te vale que les des buen uso!
Touji se quedó momentáneamente sin palabras.
-Mu-muchas gracias –dijo finalmente, mientras contemplaba su brillo y pasaba una mano por la reluciente superficie metálica –en serio, gracias papá.
-Deja de agradecer y mejor demostralo en batalla, ¡quiero verte ganar esa competencia!
***
Ya estaban todos en la entrada del pueblo, listos para irse. Bastante gente estaba reunida ahí.
-¡Touji, te ves muy lindo con esa ropa! –dijo Reiko mientras lo agarraba del brazo. El chico trató de ocultar su nerviosismo.
-No lo olviden, sigan siempre por el camino que les indiqué, y no van a tener que pasar por el Victory Road, así van a ahorrar mucho tiempo.
-Y tratá de no romperte ningún hueso más –le dijo Takashi burlonamente.
-¡Y más te vale que ganes! –amenazó su padre.
-Cuídense, y Touji, ¡te veré allá! –le dijo finalmente el profesor Elm.
-Ok, ok, ¿podemos irnos de una vez antes de que vomite? –dijo Hikari con una mueca de desagrado –estos lugares están llenos de gentuza…
-Mocosa engreída –soltó Reiko.
Con despedidas de la pequeña multitud, Touji, Rika, Reiko, y Hikari dejaron el pueblo New Bark con destino a la Convención Plateada, al pie del Mt. Silver.
No tardaron mucho en llegar a la costa. Tendrían que cruzar hasta llegar a las cascadas Tohjo, y desde ahí solo era caminar.
Cruzaron sobre Feraligatr y Lapras. El viaje fue bastante ligero, el paisaje iba cambiando paulatinamente, así como las clases de Pokémon acuáticos que podían verse.
En solo unas horas llegaron a la entrada de la cueva, era inconfundible.
-¿Seguro que es acá? –preguntó Touji escrutando las rocosas paredes de la caverna lamidas por las pequeñas olas del mar.
-Por supuesto que sí, ¿vivís a solo unos kilómetros y me vas a decir que nunca viniste acá? –preguntó Hikari.
-No… nunca había salido del pueblo hasta que empecé con el entrenamiento Pokémon.
-Esta es la entrada de las cascadas Tohjo, no hay duda, ¡entremos! –dijo Rika alegremente.
El interior era como el de cualquier otra cueva en la que hubieran estado, húmedo y oscuro, con algunas sutiles diferencias, como el techo, del que colgaban afiladas estalactitas a más de cincuenta metros de altura. Por no mencionar el hecho de que tenían que cruzar la mitad del tiempo sobre sus Pokémon de agua, ya que el océano entraba constantemente y producto de eso eran las lagunas de agua salada que se habían formado en el lugar. Los Zubat y Golbat que habitaban la cueva eran abundantes, y sus chillidos les ponían los pelos de punta, así como los Seaking de gran tamaño que se habían acostumbrado a las oscuras aguas del interior.
-¡Es enorme! –exclamó Reiko alzando la vista hacia una inmensa cascada. El agua golpeaba las rocas que bordeaban el lago con furia, la espuma era tan blanca y abundante que el lugar parecía una bañera colosal.
-Este es el corazón de las cascadas Tohjo, tenemos que cruzarla para llegar al otro lado –dijo Rika.
-¿Ehh? ¿Tenemos que pasar a través de eso?
-Claro que no.
-Ahhh –Touji suspiró aliviado.
-Tenemos que subir por ella –agregó la chica sonriente.
-¡¿Queeé?!
-¿Cómo vamos a subir? Debe tener más de cuarenta metros de altura –dijo Reiko.
-Ignorantes, para estos casos se usa el movimiento Cascada –explicó Hikari.
-Así es, no se lo he enseñado a mi Freegie aún, pero tengo la HM –Rika comenzó a buscar en su mochila.
-No hace falta, mi Dragonair sabe ese movimiento.
Así, Lapras y Feraligatr fueron guardados, y todos subieron al Pokémon dragón, quien ascendió por la inmensa caída de agua como una serpiente gigante. Cuando llegaron arriba, Touji volvió a respirar.
-Bueno, ahora hay que bajar por esa –Rika y los demás revisaron que no haya entrado agua en sus mochilas, y después, para la desgracia de Touji, no les quedó más que bajar de la misma forma en que subieron.
-Creo que voy a vomitar… -dijo con voz temblorosa el entrenador.
-¡Ni se te ocurra hacerlo sobre mi Haku!
Finalmente salieron de la cueva, inhalando profundamente el aire limpio.
-Estamos en Kanto… de nuevo –dijo Reiko mientras miraba a su alrededor.
Tras unas horas más de viaje acuático llegaron a tierra firme, comieron, y a pesar de que estaba anocheciendo siguieron su trayecto. Viajaron alrededor de tres días, siguiendo las indicaciones del profesor Elm, y durmiendo lo mínimo indispensable para mantenerse en pie. Llegaron a un edificio donde se les exigió mostrar sus medallas para darles el permiso para pasar.
-Bueno muchachos, esta es la ruta que conduce al Mt. Silver, les advierto que es muy peligrosa, los Pokémon salvajes que la habitan atacaran sin previo aviso a cualquiera que se atreva a pasar, y son mucho más fuertes que cualquier Pokémon salvaje a los que se hayan enfrentado. Tendrán que estar preparados para cualquier cosa, nosotros no nos hacemos responsables de lo que les pueda pasar ahí, ¿está claro? –dijo uno de los guardias que vigilaban la entrada, mientras se apartaba del camino y abría la pesada puerta de acero.
Como Touji temió, el viaje era una pesadilla. Ya hacía varias horas que se habían adentrado en la ruta, cuyo camino estaba completamente cubierto de altísima hierba, cosa bastante molesta, ya que impedía una buena visión de los alrededores. A lo lejos, la inconfundible silueta del Mt. Silver se divisaba, envuelta en una mística bruma, Touji pensó que el Mt. Marfil era inmenso, pero nada de lo que había visto en su vida se podía comparar con esto. El aire de majestuosidad de la montaña hacía parecer que se encontraban en otra dimensión.
Tal como les habían dicho, los Pokémon salvajes eran sumamente feroces: durante el día, incluso criaturas normalmente tranquilas como Tangelas y Rapidash los atacaban sin cuartel. Salían de cada rincón imaginable sin ningún otro propósito más que el de ocasionar todo el daño posible.
De cualquier manera, los Pokémon de Touji se estaban encargando de ellos sin mayores dificultades, pero en ocasiones el factor sorpresa les jugaba en contra, y recibían más golpes de los necesarios.
Los días pasaban, y el ritmo al que se movía el grupo era casi inhumano. Apenas se detenían diez minutos a comer y solo dormían tres horas diarias. Tuvieron que cruzar ríos, bosques de zarzas espinosas, colinas escarpadas, y pastizales tan altos que era imposible ver algo más allá de las matas de hierba amarillenta.
-¡Ya casi llegamos, ánimo! –dijo Rika sonriente. Todos estaban agotadísimos, llenos de raspones y magullones, ojerosos y hambrientos. Se suponía que este era el último día que les quedaba para llegar, y según cálculos de Rika solo estaban a unos pocos kilómetros de su meta. La montaña se veía cada vez más cercana e imponente.
Pese a que en lo últimos días el único pensamiento en su cabeza había sido el de llegar a la condenada convención para descansar, Touji se sintió bastante nervioso al estar tan cerca de su destino, ¿qué tan grande sería ese lugar? ¿Habría mucha gente? ¿Vería caras conocidas? Lo sabría muy pronto.
El manto pesado y oscuro de la noche había caído sobre el grupo, pero a pesar del cansancio no se detuvieron a descansar, estaban demasiado cerca como para hacerlo, y el corazón de Touji parecía ocupar más y más espacio en su pecho conforme avanzaba.
Un viento frío lo hizo estremecer, y sin saber si fue por esa sensación, por la expresión en el rostro de Hikari, o por el brazo extendido de Reiko señalando hacia el cielo, levantó la vista hacia la luna llena, y se detuvo, como paralizado.
Ahí estaba de nuevo: ese dragón inmenso cuya figura bloqueaba buena parte de la luz lunar. Una imagen que, lejos de resultarle agradable a Touji, le causaba escalofríos, escalofríos por no saber que podía ocurrir, escalofríos por saber que la persona sobre ese dragón no era del todo su hermano.
El Charizard descendió con envidiable elegancia frente al grupo, y el hombre de cabellos oscuros se bajó de un limpio salto.
-¡Maestro! –exclamó Hikari con alegría.
-Hola, Touji –dijo con calma Kosuke.
Los ojos verdes de ambos se encontraron, y se clavaron unos en los otros.
Antes de que cualquiera de los dos dijera una palabra, Rika comenzó a avanzar.
-Rika, esperá, ¿a dónde vas?
La chica siguió caminando hasta pararse frente a Kosuke, sin dudar ni un instante. Una ráfaga de viento les sacudió el cabello.
-Tenemos que llegar a la Convención Plateada. Lo siento mucho, pero ahora no tenemos tiempo para charlar, así que vamos a pasar.
Dio un paso al frente, pero Kosuke la agarró de un brazo.
-¿Vas a intentar detenernos? –los ojos azules de la chica parecieron destellar un fulgor frío al fijarse en los de él, mientras en su otra mano una Pokebola ya inflada esperaba a ser arrojada. Nadie había podido ver cuando la había sacado.
Touji pensó que a veces el comportamiento de Rika lo asustaba un poco.
Se mantuvieron un segundo inmóviles. Kosuke parecía estar midiendo la determinación en la mirada de Rika, hasta que finalmente la soltó.
La chica miró a sus compañeros, indicando que la siguieran. Caminó pasando por al lado del hermano de Touji, quien mantenía una expresión impasible en su cara.
El movimiento fue demasiado rápido como para ser captado completamente por los ojos de los presentes, pero al terminar, Touji solo pudo ver a Rika cayendo en brazos de Kosuke.
-¡¡Rikaaa!! –gritó Touji desesperadamente -¡¿Qué le hiciste?!
-Tranquilo, solo la puse a dormir para que no interfiera. Pero claro que… eso puede arreglarse…
-¡¡Si te atreves a tocarle un pelo te juro que… -la mirada de Touji irradiaba una furia pocas veces vista.
-¿Qué, qué vas a hacer? –su hermano lo observaba con intensidad, muy serio –¿me vas a matar?
-Maestro… ¿qué está haciendo? –preguntó Hikari con incredulidad, sin recibir respuesta.
Touji apretó los dientes, lleno de ira, lleno de impotencia, lleno de desconcierto, lleno de tristeza.
-¿Por qué estás haciendo esto…? ¿Cómo pudiste convertirte en alguien tan… despreciable?
-No me has respondido –replicó Kosuke con frialdad –vas a combatir contra mí… y si perdés, voy a llevármela, y nunca más vas a volver a verla, ¿qué podés decirme de eso?
-¡¡NO VOY A PERMITIRLO!! –gritó colérico.
-Bien, entonces pelea, y demostrame hasta donde podés llegar para proteger a tus seres queridos. Demostrámelo ahora.
Con su mano izquierda, Touji sacó bruscamente una Pokebola. Su brazo entero temblaba, la ira dominaba su ser, no le importaba qué tuviera que hacer, salvaría a Rika a toda costa, incluso si tenía que enfrentarse y derrotar a su hermano para conseguirlo.
-¡Touji, no pelees con él! ¡Es demasiado peligroso! –le dijo Reiko parándose entre él y Kosuke.
-Salí del camino –dijo el entrenador con un tono de voz que no era normal en él, y mucho menos para dirigirse a Reiko.
La pelirroja se apartó, sintiendo que no estaba hablando con la misma persona de siempre.
Un espectáculo impactante era ese, impactante, más también triste. La visión de dos hermanos que en otros tiempos eran unidos como uña y carne, ahora enfrentándose en un duelo a muerte. Uno tenía los ojos ardiendo de odio. El otro, tranquilos y apacibles como la corriente de un río, pero también fríos como un témpano de hielo.
-¡¡Ve, Kosuke!! –gritó mientras arrojaba la Pokebola al suelo con tanta fuerza, que provocó una diminuta fisura. Pupitar salió, y en pocos segundos se dio cuenta de la gravedad de la situación, pelearía con todo lo que tenía en este combate.
-Kosuke… -repitió su homónimo humano con una extraña sonrisa –llamaste a tu Pokémon como yo… ¿Por qué lo hiciste?
Touji se quedó helado, y recordó el día en que salió de viaje, el instante en que nombró a su Larvitar como Kosuke… ¿Por qué lo había hecho? Él lo sabía muy bien, pero no quería pensarlo, no quería recordarlo, no quería admitirlo.
-Eso no importa. Envía a tu Pokémon ahora.
-Como gustes.
Kosuke dejó a Rika en la custodia de su Charizard.
-Smaug, si la chica pelirroja intenta algo, mátalas a ambas.
Una Pokebola color violeta se deslizó entre los dedos de Kosuke.
Touji tenía una mezcla de sentimientos al ver la Pokebola girar en el aire. Estaba claramente asustado, pero gran parte de ese temor era bloqueado por la aversión hacia su hermano, por la ira que sentía al ver amenazada la vida de Rika. La esfera se abrió, y cuando la luz que rodeaba la figura que salió de ella se extinguió, todos ahogaron una exclamación de asombro.
De todos los Pokémon psíquicos que había visto, nunca antes uno había proyectado tanto poder con su sola apariencia, su piel dorada estaba envuelta en un aura violeta muy leve, en sus manos sujetaba dos utensilios de cocina, los cuales no eran usados precisamente para cocinar. Sus ojos pequeños y alargados tenían un brillo que solo pueden tener los Pokémon que han alcanzado un nivel de poder elevadísimo.
El monstruo psíquico arrojó sus dos cucharas al aire; una ráfaga de viento despedida por él arrastró a Pupitar varios metros hacia atrás, sin que este pudiera resistirse.
Alakazam volvió a recoger sus cucharas.
-“Mierda… esa cosa… es insanamente fuerte… pero hemos entrenado mucho, Kosuke podrá con él” –pensó el entrenador –¡Vamos, tormenta de arena!
El cuerpo de roca de Kosuke brilló unos segundos, y una poderosa tempestad rocosa fue expedida de su figura. Alakazam extendió un brazo, y Touji vio como la arena y el pedregullo rebotaban en un escudo transparente.
-¡No importa, enséñale la furia de la tierra! ¡¡Terremoto!!
La expresión del entrenador de Alakazam pareció ponerse más alerta al oír esto.
-Protegete con reflejo ahora.
-¡Taaaar! –la tierra comenzó a temblar violentamente y una marea de estacas salieron de ella, formando un camino que se dirigió hacia el Alakazam. Este levitó en el aire y se rodeó de una esfera de protección, que contuvo oportunamente el ataque terroso. Una vez que este se deshizo, el Pokémon psíquico volvió a pisar tierra, y antes de cualquier reacción de su rival colocó sus cucharas en cruz, un aura azul emanaba de ellas, Kosuke sintió que estaba siendo inmovilizado por una fuerza superior.
-Su manera de defenderse es impecable… -murmuró Reiko, mientras que Hikari parecía más sorprendida por la actitud de su maestro que por el poder desplegado por Alakazam.
Pupitar intentaba en vano hacer algún movimiento, ya que la presión ejercida por la mente de su enemigo era demasiada para él.
-¡Kosuke, si vas bajo tierra podrás liberarte de su control!
-No se lo permitas.
El monstruo de roca concentró toda su energía en enterrarse en el suelo, el Pokémon psíquico hacía todo para impedirlo, y parecía estar dándole resultados. Ambos estaban dando su mayor esfuerzo, o al menos eso parecía.
La presión desapareció súbitamente, por lo que el Pupitar logró adentrarse en las profundidades de la tierra.
-¡Bien, ahora ataca!
El hermano de Touji esbozó una sonrisa, idéntica a la que se formó en la cara de su Pokémon.
-“¿Qué es lo que lo divierte?” –pensó el muchacho mientras sentía bajo sus pies la vibración que provocaba Kosuke al desplazarse a toda marcha hacia su rival. Ya casi había llegado a él, le daría el golpe de su vida y lograría que su hermano lo tome en serio, estaba seguro de eso.
Contra todas sus expectativas, los temblores cesaron, Pupitar salió despedido de la tierra justo en frente del Alakazam, como si se tratase de un papa gigante. Estaba levitando de cara a su oponente, quien evidentemente lo controlaba a su voluntad.
-Mierda… -Touji se sentía confuso, en ninguna batalla le había ocurrido algo semejante -Kosuke, trata de…
Alakazam volvió a sonreír y comenzó a hacer girar a su presa sobre sí misma.
-“Esa cosa no nos va a humillar así” –pensó Touji con un acceso de ira, su mirada se cruzó con la de su Pokémon, y no hizo falta ninguna palabra.
-Acaba ya –dijo el dueño de Alakazam sin entonación.
El aura que rodeaba a ambos Pokémon se intensificó aún más, y Kosuke recibió de lleno un ataque psíquico tan poderoso que sintió que su coraza se desintegraría en ese instante. Sin embargo, no permitiría una derrota de esa magnitud.
-¿Ese era tu Pokémon más fuerte?
Touji vio como era arrojado sin dificultad alguna por el confiado monstruo psíquico, pero este apenas llegó a notar que una enorme estaca afilada surgía de la tierra justo bajo sus pies. Gracias a su increíble velocidad se teletransportó a salvo, pero durante ese valioso segundo perdido, una enorme avalancha cayó sobre él, dejándolo invisible bajo toneladas de rocas. Y todo eso ocurrió mientras Kosuke caía al suelo.
La expresión en la cara del hermano de Touji no parecía perturbada, aunque se podía notar un cierto aire de respeto hacia el caído Pokémon de su hermano.
Touji guardó a Kosuke, sintiendo más orgullo que decepción, pero sorprendentemente vio que su hermano no guardaba al suyo.
Para su completo horror, las rocas que cubrían al Alakazam salieron despedidas por los poderes de este. Estaba cubierto de tierra, pero prácticamente intacto.
-Cómo pudo…
-Debe haber usado una protección psíquica antes de recibir el ataque… -dijo Reiko sin salir de su asombro. Todos los presentes habrían jurado que eso era puré de Alakazam, sin embargo, de alguna forma reaccionó a tiempo.
-Envía al próximo.
-“Los tipo acero son resistentes a los psíquicos” –recordó Touji –¡Vamos, Moro!
El ave de metal dio un intimidante graznido y clavó la mirada en Alakazam, quien no parecía para nada preocupado.
-¡Ala de acero!
Sin preámbulos, Skarmory se lanzó al ataque, con sus alas envueltas en un destello metálico. Su rival no se movió de su sitio, pero Touji vio como su mano derecha, que se mantenía baja y fuera de la vista del pájaro, se encendía cuál antorcha.
-¡Esperá Moro, alejate! –gritó Touji alarmado.
Demasiado tarde, Alakazam recibió a su enemigo volador como el mejor beisbolista, dándole en plena cara con su puño fuego. Tras recibir semejante ataque, Skarmory se alejó sin perdida de tiempo de él, tratando de recomponerse, estaba muy dañada.
-“Carajo, Moro ya no va a poder hacer nada contra esa mierda, se ve que está preparado para cualquier cosa… será mejor que la retire antes de que siga recibiendo daño”
Sin embargo, Touji sabía que Moro tenía otros planes, y decidió que sería una falta de respeto hacia ella retirarla si aún quería combatir.
Ante la casi sorprendida mirada del Alakazam y su amo, Skarmory reanudó el vuelo. Esta vez se mantuvo unos segundos concentrando su velocidad; usando su agilidad, sus posibilidades de conectar un ataque se multiplicaban varias veces.
-¡Usa pico taladro!
Alakazam se cubrió con su reflejo y usó su anulación de la misma forma que lo había hecho con Kosuke, parándola en seco en medio vuelo.
El pájaro comenzó a aletear furiosamente, tratando de liberarse, y sin duda le estaba dando problemas a su oponente mantenerla bajo control, ya que el metal que cubría su cuerpo repelía las corrientes psíquicas. Después de unos segundos de insistentes y desesperados intentos, Moro se liberó de la influencia mental y se abalanzó sobre Alakazam, enterrando su pico giratorio en la esfera de luz que lo protegía.
Mantener eficiente el reflejo y atacar al mismo tiempo era algo imposible, incluso para ese Pokémon. Skarmory retiró su pico y volvió a golpear el escudo una y otra vez hasta despedazarlo. Tal y como cabía predecir, Alakazam tenía ya preparado su puño fuego, pero Moro se elevó sobre su cabeza y desde ahí lanzó una lluvia de afiladísimas ondas de viento. El aire afilado estaba zanjando la tierra, pero no a su blanco, quien se transportaba psíquicamente de un lugar a otro a tal velocidad que era imposible asestar en golpe.
Finalmente, encontró un hueco de defensa y apareció en las alturas, justo sobre Skarmory, y antes de que esta pudiese escapar o atacar, le propinó un fogoso golpe en un ala, dejándole una abolladura y derritiendo varias de sus plumas de acero.
-Maldición… -murmuró Touji mientras su Pokémon caía pesadamente al suelo. Alakazam también había aterrizado, pero sobre un solo pie y con mucha elegancia.
-El siguiente –dijo Kosuke fríamente.
-¡Dandy, atacá! –gritó con los ojos encendidos. Su honor y el de sus Pokémon estaba siendo pisoteado como hierba quemada. “¡¿En qué carajo estoy pensando?! ¡Estoy peleando para salvar a Rika, no para ganar o demostrar algo! ¿Pero qué es esto que siento…?”
Kosuke sonrió, una sonrisa libre de malicia. Acababa de comprobar algo, algo que lo llenaba de satisfacción.
El enorme lagarto gruñó a su rival, quien con un dedo le indico que se acercara. Dandy no toleró semejante provocación y cargó contra él, rugiendo furiosamente. Alakazam lo detuvo extendiendo un brazo, pero esto no impidió que una hidro bomba saliera de su enorme hocico. El Pokémon psíquico se protegió con una pantalla de luz, pero el impacto fue tan fuerte que hizo que temblaran sus manos. Cuando fue a fijarse en su oponente nuevamente, este ya había logrado llegar hasta él, y sus inmensas mandíbulas se cerraron a escasos centímetros de su cara.
Comenzó a retroceder, esquivando uno a uno los mordiscos, bloqueando los chorros de agua y las hidro bombas, y básicamente defendiéndose de todo lo que le llegaba.
-¡Vamos, lo tenés corriendo Dandy, seguí así!
Alakazam detuvo en seco una hidro bomba antes de que terminara de ser expulsada, pero no contó con que Dandy barrería su potente cola. El Pokémon psíquico no reaccionó y recibió el coletazo en su estómago. Estaba en el suelo.
-¡¡Terminalo!!
Feraligatr llenó su garganta de agua y disparó.
La tremenda presión del agua hundió la tierra como si se tratase de arena, pero no había señal de Alakazam.
-¡Mierda, no otra vez!
Ahí estaba, justo detrás de Dandy, rodeado invariablemente por su aura violeta, que había vuelto a crecer.
Y la escena se repetía, un ataque psíquico con tal intensidad que arrasó completamente con el cocodrilo, mandándolo a volar como si se tratase de una hoja seca en el viento.
Touji lo guardó sin emitir sonido. Nunca le había ocurrido algo semejante, tres de sus Pokémon habían sido derrotados por uno solo, y parecía listo para más.
-Denkeshi… vamos –el Raichu atendió a las indicaciones de su amo –Si logras paralizarlo esto estará hecho, esa cosa depende de su velocidad, sin su capacidad de reacción no puede defenderse de los ataques, ¡ahora ve por él!
-¡Lai!
Denkeshi corrió sin dejar de disparar ondas trueno, que eran fácilmente esquivadas o bloqueadas. El ratón no se detenía ni un segundo, y sus constantes ataques no daban a su oponente la menor chance de contraatacar, solo podía defenderse.
Pero Touji sabía bien que no podía confiarse en esa criatura, ya había visto que era muy capaz de revertir la situación a su favor en cuestión de segundos.
Denkeshi saltó y disparó una descarga, la pantalla de luz actuó de nuevo, pero ya no tenía la misma fortaleza de antes, y cedió. Alakazam se detuvo un segundo para recobrar el aliento.
-¡Ahora, trueno!
Las nubes rugieron y expulsaron un rayo que pareció partir el cielo en pedazos, para caer justo sobre su blanco.
-¡Esta vez sí! ¡No pudo soportar ese ataque, tiene que estar derrotado!
Efectivamente, cuando se despejó la polvareda, vio al Alakazam en el suelo, cubierto de quemaduras.
Sin embargo, su amo no lo retiraba, y Touji vio como su cuerpo se iluminaba y se ponía nuevamente de pie, aparentemente en perfectas condiciones.
-¡¡No es posible!!
-Alakazam tiene la facultad de recuperarse a sí mismo.
-¿Acaso no hay manera…?
Un psíquico de Alakazam dejó a Denkeshi en malas condiciones, y para el segundo ya no pudo ponerse de pie.
Volco fue el siguiente en salir, aparentemente, a encontrarse con la derrota.
El Pokémon de fuego combatió con fiereza, y la batalla parecía ardua para ambos bandos. Alakazam esquivó incontables lanzallamas, pero cuando Volco empleó su cortina de humo, las cosas parecieron complicárseles al psíquico, que terminó recibiendo de lleno un par de llamaradas. Los rayos confusos empleados por el Magmar también le estaban poniendo las cosas negras.
En total Alakazam tuvo que usar su recuperación cinco veces, y sus oportunidades de contraataque eran muy bajas. Comprensiblemente, Volco se agotó después de un tiempo de intensa lucha, el Pokémon psíquico finalmente encontró su espacio para atacar, y lo hizo ferozmente.
-Regresa, Volco…
-Solo te queda un Pokémon, ¿crees que hay alguna posibilidad de que derrotes a mis seis Pokémon con uno solo?
Touji sintió que el mundo caía sobre él. No había manera de ganar, era imposible, imposible… solo le quedaba rendirse, y dejar que se lleve a Rika… no, eso jamás, antes de permitir eso pelearía con sus puños contra esa bestia, no le importaba, pero seguiría peleando, mientras exista una oportunidad…
-Geroh-Kun, te necesito ahora, necesito que ganes, no me importa cómo lo hagas, pero tenés que ganar –murmuró a la Pokebola antes de lanzarla.
La lagartija fijó sus pequeños ojos amarillos en su imponente rival, ya que a pesar de estar bastante dañado, su mirada imponía respeto.
-Ni siquiera está evolucionado… esta pelea no tiene caso -suspiró Kosuke.
-¡Ya veremos eso! ¡Usa cortes furia!
Un reflejo fue levantado antes de que Grovyle hundiera sus garras en él. El segundo golpe fue más fuerte que el primero, y así con el tercero, y todos los que le siguieron a ese. El reflejo se destrozó, pero antes de que su cuerpo quedara vulnerable, Alakazam le propinó un puño fuego en la quijada. Geroh-Kun voló varios metros, hasta caer pesadamente.
-¿Eso fue todo?
-Mierda…
-Si es así, entonces…
-G-gro… -el Pokémon hierba estaba de pie.
-¿Qué intentas hacer?
-¿Geroh-Kun?
Grovyle estrechó los ojos, de ninguna manera toleraría semejante humillación. De por sí detestaba las derrotas, pero perder sin siquiera tocar a su rival era completamente inadmisible. ¿O acaso era una excusa? ¿Y si lo que en realidad quería era pelear por su amo?
Ya lo pensaría después, ahora tenía un combate que ganar.
Ante la muda sorpresa de todos, su cuerpo se iluminó.
La figura creció muchísimo. Touji levantó la mirada hacia el nuevo Pokémon que se encontraba frente a él:
El color verde de su piel era ahora mucho más intenso. Seguía estando en una postura bípeda, pero esa postura estaba lejos de ser convencional; estaba agazapado, balanceando de un lado al otro su frondosa cola, similar a un arbusto tropical, a un ritmo que nadie más que él podía oír. Sus piernas flexionadas dejaban ver sus músculos sin que la bestia hiciera el menor movimiento con ellas. En sus largos brazos habían crecido hojas con apariencia de sables, y Touji no quiso probar si estaban afiladas o no. Su cabeza era pequeña y mantenía su mirada de reptil, pero ahora parecía mucho más salvaje.
”Sceptile: Pokémon jungla, este Pokémon tipo hierba es la forma final de Treecko. Su altísima velocidad es difícilmente alcanzada por otros Pokémon. En estado salvaje, vive en las selvas más profundas y calurosas del mundo, desplazándose por los árboles con suma agilidad, a pesar de su gran tamaño. Los sables en sus brazos son usados como armas y herramientas. Es un Pokémon que rechaza la compañía humana”.
El Pokédex fue guardado tras brindar la información, pero Touji aún miraba con incredulidad al Sceptile.
-Atacá –dijo con algo de inseguridad.
Kosuke observaba con interés, pero mucho más alerta que antes.
Las piernas de Geroh-Kun se estiraron, nunca hubieran parecido tan largas: de una sola zancada avanzó más de diez metros, dejando un haz de luz a su paso. De sus brazos disparó una tempestad de hojas sable, mucho más largas y filosas que las que empleaba en sus tiempos de Grovyle.
Alakazam salió de su ensimismamiento y rápidamente se colocó fuera de la línea de fuego, pero el problema era que Sceptile no tenía línea de fuego: su alcance era inagotable; las hojas iban tras el Pokémon psíquico sin importar hacia dónde se teletransportara. Al recibir un corte en la cara finalmente decidió que huir no le llevaría a nada, por lo que decidió enfrentarse a él directamente.
Los puños fuego eran muy rápidos, pero aun así ni siquiera rozaban al reptil. Su manera de moverse era algo que ni Touji, ni Reiko, ni Hikari habían visto nunca en su vida, sus movimientos eran difíciles de seguir para el ojo humano.
-¡Alaka! -gritó la bestia psíquica al atacar con su puño envuelto en llamas.
Geroh-Kun apenas movió su cabeza a un lado unos centímetros, dejando pasar de largo el brazo extendido del Alakazam, y lo sujetó con una mano. La reacción inmediata del cautivo fue golpear con la otra mano, pero esta también fue aferrada con fuerza.
El monstruo de Kosuke estaba en problemas; sin poder usar sus manos no tenía posibilidad de invocar a sus defensas o ataques.
Sceptile le dio un brutal cabezazo, dejando mareado a su rival, para después comenzar a arrearle terribles rodillazos en el abdomen.
Alakazam la estaba pasando muy mal, y ya no tenía chance de escapar. Geroh-Kun se detuvo unos segundos, con el entrecejo fruncido. No parecía satisfecho. Sus manos soltaron los brazos de su enemigo, quien se alejó de él dando tumbos, y enseguida usó su recuperación.
-¡¿Qué está haciendo?! –gritó Reiko atónita –¡¡acaba con él!!
-Es que Geroh-Kun quiere una lucha en igualdad de condiciones –dijo Touji, finalmente entendiendo los sentimientos de su Pokémon.
Alakazam y Sceptile se observaron unos segundos. El primero levitó a pocos centímetros del suelo y encendió su mano derecha, el otro solo movía su cola de un lado a otro y miraba con algo de ligereza a su oponente.
Ambos fueron al ataque.
Alakazam estaba sobre su blanco, pero entonces ya no pudo verlo, solo vio verdor, un verdor que lo envolvía, a donde quiera que mirara. Por primera vez en mucho tiempo, se desesperó.
Las hojas se despejaron, dejando ver en el suelo lo que quedaba del Pokémon psíquico, tenía tantos cortes que no podían ser contados.
-¡Atacalo de nuevo, seguro se va a levantar!
El rayo de la Pokebola violeta recogió al malogrado monstruo.
-Bien hecho, Touji… -dijo Kosuke mientras aplaudía pausadamente –nunca imaginé que ni con todos tus Pokémon juntos podrías vencer a mi Alakazam, muy pocas personas en el mundo son capaces de tal proeza… bien hecho… pero…
En un instante una sombra se cernió sobre Geroh-Kun, y unos ojos brillantes se clavaron en él. Sintió que era agarrado de un brazo y estrellado violentamente contra el suelo, después vio al mismísimo fuego del infierno salir de la boca del demonio, tan intenso que no pudo soportarlo ni un solo segundo.
Smaug dejó salir un poco de humo de su nariz, y se apartó para que Touji viera lo que había quedado de su Pokémon.
Ya no era verde, era negro.
-Qu…
-Es un diablo… -dijo Reiko mientras desviaba la mirada del desagradable espectáculo.
Touji guardó a su Sceptile, mientras Charizard regresaba al lado de su amo.
-Perdiste –dijo este último.
Antes de que cualquiera pudiera pronunciar palabra, un sonido que parecía el galope de un Pokémon grande llegó a sus oídos. Se acercaba a enorme velocidad. Al fin, una figura se paró en medio de la escena de un magistral salto.
-Con que estás acá –dijo la voz de una niña, niña que se bajó de su Pokémon, un esbelto Manectric.
-¡Es la mocosa que nos atacó en las Whirl Islands! –exclamó Reiko mientras la señalaba.
-Hola Mariah –dijo Kosuke sin inmutarse –¿en qué puedo ayudarte?
-Traigo órdenes, órdenes directas para vos del líder.
La niña, que aparentaba no ser mayor que Hikari, miró de soslayo a Touji.
-Debes eliminarlo. A él y a todos los demás. Cuando termines debes buscar al muchacho de China, y luego al que está en Cerulean.
Kosuke no habló.
-Matalo.
Una ráfaga de viento sopló con fuerza, Touji estaba inmóvil, con la vista fija en su hermano.
-Matalo ahora.
Reiko llevó su mano al cinturón velozmente, Hikari dudó unos instantes, pero hizo lo mismo. Charizard rugió y abrió la boca en dirección a Rika, que seguía inconsciente. Touji seguía inmóvil. La tensión en el ambiente había llegado a su punto culminante, la más mínima acción por parte de cualquier bando desencadenaría el caos.
-No –dijo Kosuke con calma.
Todos abrieron los ojos de par en par, en especial Touji.
-¡¿Qué dijiste?! –gritó Maríah.
-Dije que no lo haré, no voy a matarlo.
Nuevamente, el silencio invadió el lugar.
-¿Te das cuenta de lo que significa lo que acabas de decir? ¿Sabes cuáles son las consecuencias de esas palabras?
No obtuvo respuesta.
-Si no lo haces, entonces yo lo mataré.
-Inténtalo –dijo con un repentino destello de peligrosidad en sus ojos. Solo un necio habría ignorado esa mirada.
Mariah volvió a subir en la espalda del Pokémon eléctrico.
-Sabía que el jefe hacía mal en confiar en vos. Pagarás por esto, ingrato, ¡nadie traiciona al equipo Rocket! –gritó antes de alejarse a la carrera.
-Hermano…
-Es hora de irme, tengo algo que descubrir.
Kosuke caminó hacia su hermano, llevando a Rika, ante la dudosa mirada de Reiko.
Después de dejarla en sus brazos, esbozó una sonrisa cálida:
-Ganá el torneo Touji, y hacete más fuerte.
Esas fueron las palabras que se grabaron en su cabeza, mientras veía al magnífico Charizard y a su amo perderse en el cielo nocturno.
La gente anda diciendo...