Made in PAPokémon: El Mundo con Otros Ojos

Pokémon el Mundo Con Otros Ojos – Capítulo 36: Atardecer con el Muchacho sin Nombre

Disclaimer lavamanos tipo Disney

Esta historia fue escrita desde el 2002 al 2004, por una piba y un pibe que, al comienzo de la historia, tenían 15 años, al igual que el protagonista.
Es probable que cada tanto encuentren chistes o comentarios homofóbicos, machistas, racistas y/o de mierda en general. Básicamente, éramos literalmente nenes y bastante boludes, como la gran mayoría de las personas lo es a esa edad. Esos comentarios NO reflejan la postura actual del staff de PA y francamente, son bastante vergonzosos. Pero decidimos dejar la historia exactamente tal cual fue escrita y no lavarnos las manos de nuestros errores.

 

Capítulo 36: Atardecer con el Muchacho sin Nombre

-¿A dónde vamos? ¿Y por qué querés ayudarme?

El viento golpeaba con mucha fuerza la cara de la chica, volaban a una velocidad tremenda.
Hikari se asomó a ver hacia abajo, pudo ver solo una macha verdusca que corría bajo ellos, iban tan rápido que nada se distinguía bien. Estaba un poco asustada.

-¡Contestame! –gritó con voz imperativa.

-Regla número uno –dijo el extraño con voz cortante –Si querés ser fuerte, intenta preguntar lo menos posible.

-Pero… -Empezó a decir la niña, pero al final optó por dejar la frase inconclusa.

En ese momento, el Pokémon en el que volaban aceleró repentinamente, desapareciendo entre las nubes sin dejar rastro.

-¡Al carajo con los dragones de mierda! Yo voy igual –dijo Touji poniéndose de pie.

-Ok, hacé lo que quieras, me voy a reír cuando esa mina y sus dragones te den por atrás –respondió Harry risueño.

-¿No sería mejor que esperes hasta obtener más información de ella? –dijo Rika.

-Mmm…

-¡Dale Touji, seguro te va a ir bien! –lo animó Reiko.

-Está bien, después de todo, si perdés, siempre podés volver a intentarlo, y vas a estar mejor preparado –Dijo Rika.

-Estás demasiado seguro… te apuesto a que no durás más de seis minutos y medio. Si le ganas hago lo que vos quieras, pero si perdés vas a tener que disfrazarte de un Gloom, y tenés que ir a comprar a una farmacia una docena de enemas –desafió con expresión maliciosa.

-¡¿Qué?!

Reiko soltó una carcajada, mientras que Rika reía con disimulo.

-Ok, vas a ver que voy a ganar, y vas a tener que ponerte un vestido rosa y gritar en medio de la ciudad “¡No soy Gaaaaaay!” como el señor Garrison.

-Hecho –aceptó, y estrecharon manos.

-Pendejo pervertido… -murmuro Touji cuando estaban saliendo del centro Pokémon.

-Homofóbico de mierda, andá ensayando porque Clair no es ninguna joda…

El grupo se dirigió al último gimnasio, su último obstáculo oficial antes de poner sus pies en la Convención Plateada, el destino de su viaje.
Se pararon frente al imponente edificio, era el gimnasio más impresionante que habían visto, con sus enormes puertas de roca tallada decoradas con las figuras de dos hermosos Dragonair entrelazados.

Touji dio un paso al frente, y algo temeroso extendió la mano para golpear la puerta, pero esta se abrió de par en par antes de que llegue a tocarla, chirriando como un animal herido.

El entrenador retrocedió, algo sorprendido.

-Un desafío es un acto sagrado, una vez que empezás no podés volver atrás –anuncio una voz femenina y fría –Jóvenes retadores, bienvenidos al Gimnasio Blackthorn, soy la Gym leader, Clair. Por favor acompáñenme.

-¿Y esta de que libro salió? –murmuró Harry.

-No sé, pero yo no entro ahí ni en pedo –contestó Touji.

-¿Te busco el disfraz?

-Shhh, dejen de decir boludeces y entren –cortó Reiko mientras los empujaba adentro.

Caminaron algo dudosos. El interior del gimnasio era por lejos lo más moderno que habían visto en esa ciudad hasta ahora.
La plataforma también era de roca, pero pulida de una manera tal que brillaba como plata.

-¿Quién de ustedes tendrá el honor de ser derrotado por mí?

-No tenés confianza, no tenés… -acotó Harry en voz baja.

-Este… yo –dijo Touji sin mucha seguridad en su tono de voz.

-Bien, tomá posición y empecemos a jugar, quiero terminar rápido.

Touji se presentó y se puso en su lugar. El réferi anunció en voz muy alta:

-Esta es una batalla oficial entre la Líder de Gimnasio Clair, y el retador, Touji Watsuki del pueblo New Bark, usarán dos Pokémon cada uno, sin límite de tiempo, ¡que comience la batalla!

-¡Bien, vamos Denkeshi! –gritó Touji mientras arrojaba con mucha fuerza la Pokebola al campo de batalla.

-¿Denkeshi? –Preguntó Reiko incrédula –¡Está loco, como va a mandarlo a él contra Pokémon dragones!

-No sé que tenga planeado Touji, pero espero que funcione –dijo Rika algo preocupada.

-Ju ju ju –rio despectivamente Clair mientras señalaba al pequeño Pokémon de Touji –¿un Pikachu? ¿Llegaste hasta acá usando un Pikachu? Esto va a ser más rápido de lo que pensaba. Dragonair, deslumbra a estos ingenuos con tu belleza y poder.

La mujer arrojó una Pokebola muy alto, la cual se abrió, encandilando con su resplandor a Touji y su Pokémon.
Una mística criatura se dejó ver, de movimientos gráciles y elegantes. Un aura azulada lo rodeaba.

Touji era incapaz de pronunciar una orden, no podía dejar de mirar al dragón que levitaba frente a él.
Denkeshi miró un segundo a su amo, como esperando que le dijera que hacer.

-¿No pensás atacar? Muy bien, entonces ataco yo. Dragonair, usa tu portazo.

-¡Mierda! ¡Usa Doble equipo!

La serpiente se lanzó como una bala hacia su adversario, mostrando una asombrosa velocidad, pero este estaba lejos de dejarse golpear, se multiplicó velozmente, justo en el momento en que Dragonair descargaba un terrible golpe con su cola sobre él, sin embargo, solo deshizo una ilusión.

-¡Muy bien Denkeshi! ¡Usa Rayo!

-Solo fue suerte, pero ya me aburrí de jugar con ratones, ¡Dragonair, Hiper Rayo ahora!

Pikachu lanzó su descarga, al tiempo que una esfera de luz se formaba en la boca del dragón. Disparó su descomunal ataque en el instante en que la descarga iba a alcanzarlo.
Ambos ataques chocaron provocando un furioso estrépito, el gimnasio entero tembló por completo.
Pikachu sudaba horrores para contener semejante poder, el Hiper Rayo ganaba terreno a un ritmo preocupante. Touji miraba aterrado como el mortal ataque se acercaba más y más a su Pokémon.

Denkeshi se esforzaba con toda su alma, pero no era suficiente, Dragonair frunció en entrecejo al ver resistencia y aumentó la presión. Eso fue demasiado; el Hiper Rayo arrastró la electricidad de Denkeshi por completo, y estalló sobre él.

-¡Mierdaaa!

De entre la gran explosión, Touji pudo ver un pequeño cuerpo amarillo que salió despedido violentamente, se estrelló contra el techo del Gym (del cual se desprendió un pedazo) y cayó como un peso muerto al suelo.

Touji no podía creerlo, nunca había visto a su Pokémon caer tan rápido y de una manera tan brutal.

-Eso te pasa por venir a jugar a mi gimnasio, esto no es un jardín de infantes, ¿sabías? –dijo Clair en tono despreciativo.

El entrenador no respondió a eso, solo levantó a Denkeshi para comprobar su estado, el cual como cabría esperar era lastimoso.
Con las manos temblando de ira y a la vez terror, lo guardó en su Pokebola.

-Esa mierda no va a salir entera de acá –dijo Touji amenazante.

Dragonair levantó su cabeza orgullosamente.

-¡Volco, vamos a enseñarles!

-¡No seas pelotudo! –le gritó Harry, sin poder evitar levantarse de su lugar –empiezo a creer que de verdad quiere pedir esos enemas… -murmuró.

-¡Callate! ¡Ya vas a ver que Volco va a vencer! –contestó, molesto.

Volco se tronó los huesos del cuello, echó una mirada desafiante al dragón, y de repente cada flama de su cuerpo ardió con furia.

-Buena actitud, pero se necesita mucho más que eso para derrotarme –acotó la Líder en tono desalentador.

La rabia de Touji hacía que no prestara atención a los comentarios de su rival, y sin pensar más ordenó:

-¡¡Lanzallamas!!

-¡Rayo de Burbujas!

Los ataques fueron disparados al mismo tiempo, y su colisión provocó que las flamas se convirtieran en vapor, el cual se extendió por todo el Gym, dejando a los dos Pokémon a ciegas.

-¡Volco, no te descuides!

El Magmar se quedó quieto, agudizando todos sus sentidos, buscando cualquier sombra, cualquier sonido, cualquier olor que pudiera indicar la posición de su oponente.
Todo estaba muy silencioso.
Algo brilló repentinamente detrás de Volco.

-¡Cuidado!

Una gran cantidad de pequeñas esferas resplandecientes se dirigieron a una velocidad pasmosa hacia él.
En una demostración de reflejos y exactitud increíble, el Pokémon de fuego se volvió hacia el ataque, encendió sus puños y deshizo con ellos cada una de las burbujas, provocando montones de pequeños estallidos de vapor.
Las blancas orejas del dragón se dejaron ver entre el vaho.

-¡Atacá con Polución!

El contaminado humo negro fue disparado hacia él, pero la bestia de Clair se elevó a gran altura para evitar intoxicarse y descendió en picado hacia Magmar.

-¡Concentrate, Volco! ¡No podemos perder contra ese gusano de mierda, usa rayo confuso!

-¡Mag! –gritó el fogoso monstruo, al tiempo que formaba una esfera negra entre sus manos.

Cuando el vapor se dispersó, los ojos ensombrecidos de Magmar estaban fijos en su rival.

-¡¡Dispara!!

-¡No dejes que lo haga! –ordenó Clair.

Cuando estuvo suficientemente cerca, el guerrero de fuego le disparó el rayo confuso en plena cara. El dragón siguió de largo, pero en lugar de golpear a su oponente, se dio de cabeza contra el suelo.
Una sonrisa burlona se dibujó en la cara del Magmar.

-¡Bien! ¡Aprovechá ahora para atacarlo! –dijo Touji triunfalmente.

Volco se volvió hacia su caído rival, con el puño derecho encendido se dispuso a terminar con él, pero Dragonair fue más rápido y enrolló su alargado cuerpo alrededor del de su enemigo, presionando cada músculo con su fuerza descomunal.

-¡Carajo! ¡Tratá de soltarte!

Volco intentó liberarse, pero estaba completamente inmovilizado, Dragonair presionaba con cada vez mayor fuerza.

-¡Vamos Volco! ¡Acordate de como te liberaste del Steelix de Jasmine!!

Pero Touji pronto comprendió que eso no iba a funcionar por segunda vez, la piel de dragón de Dragonair era altamente resistente a las altas temperaturas.
En las facciones del Pokémon de fuego se reflejaba mucho dolor, se estaba asfixiando.

-Es lo que mereces por tratar de ponernos en ridículo –dijo Clair con frialdad.

Dragonair seguía apretando a su presa, oprimiéndolo despiadadamente.

-¡¡Mierda!!

-Rendite Touji, esto puede traer consecuencias graves –dijo Rika con seriedad.

-¡¡No!! Volco puede hacerlo…

-¡No vale la pena! –exclamó Reiko.

-P-pero…

-¡Estás actuando como esa mocosa! -le gritó Harry repentinamente.

Touji abrió los ojos de par en par, shoqueeado por las palabras de su amigo.

Se escuchó un crujido estremecedor, y en ese momento Volco dejó de resistirse, había perdido el sentido.

-¡Dale pelotudo! ¡¡Si sigue así lo va a matar!!

-Me-me rin…

-Dragonair, suficiente, soltalo.

El dragón aflojó sus ataduras y Volco se deslizó hasta el suelo, mientras que el Pokémon de Clair se posó con elegancia detrás de su dueña.
Touji corrió hacia Volco, y se arrodilló a su lado.

-¡Volco, reaccioná! –gritó desesperado. El Magmar no daba señales de vida.

-Perdoname… por mi culpa… por mi culpa estás… -dijo mientras aferraba la mano de su bestia.

-Evidentemente no aprendiste mucho con tu viaje, si por orgullo permitiste que tu Pokémon terminara así. No estás preparado para mi gimnasio, y mucho menos para el Torneo de la Liga Johto –dijo Clair fríamente.

Touji no emitió palabra, en realidad no sabía qué decir. Solo guardó a Volco, se puso de pie, dio media vuelta y se retiró.
Sus compañeros fueron tras él en silencio.


En una apartada zona montañosa, la tranquilidad del atardecer solo era interrumpida por una salvaje colisión de ataques. Una bandada de Pidgey salió volando del lugar a toda prisa.

-Basta, es suficiente por ahora.

-Sí, está bien.

El joven y la niña se sentaron tranquilamente a descansar.

-¿De verdad voy a hacerme más fuerte con esto? –Preguntó Hikari, algo dudosa –Ah, perdón, me olvidé, regla número uno… -agregó en tono irónico.

El extraño no se inmutó, solamente siguió mirando la puesta de sol.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué no hablas?

-Porque hablás por los dos –respondió él sin dejar de ver el espectáculo.

-Qué simpático… Todavía no me dijiste por qué me querés ayudar.

-Ya lo vas a saber.

El silencio invadió la montaña, el sol estaba casi oculto en el horizonte.

-Me pregunto si en casa me estarán buscando… -dijo la niña en voz baja y algo distante –Ya hace una semana completa desde que estamos acá, entrenando.

Se mantuvo callada unos segundos, y continuó:

-En casa siempre… siempre hay alguien que se preocupa por mí, pero solo porque le pagan para hacerlo, no es como si a alguien en verdad le interesara…

La persona a su lado no emitió palabra alguna.

-Antes era diferente… no estábamos tan bien económicamente, pero al menos era más feliz, y creo que mis padres también. Quisiera volver a esa época, ahora rara vez los veo y cuando lo hago es muy poco el tiempo que pasamos sin que empiecen a discutir…

-No vale la pena soñar con recuerdos, el tiempo avanza en línea recta y no nos está permitido interferir.

Hikari lo miró unos instantes.

-Debes haber pasado por momentos difíciles…

-¿Qué te hace pensar eso?

-Tenés una mirada muy tranquila, pero a la vez muy triste…

-Nuestro pasado hace lo que somos en el presente… pero hay veces que no comprendo cómo es que llegué a esto…

El silencio los envolvió nuevamente, y Hikari comprendió entonces que no era momento para más preguntas.

Touji había pasado toda la semana entrenando duramente. Tras la trágica derrota contra Clair, sus ánimos se habían ido al suelo.
Decidió investigar todo lo posible sobre su oponente, no iba a correr riesgos esta vez, eso era seguro. Gracias a ello, ahora sabía muchas más cosas que antes, algunas positivas, otras… no tanto.
Sabía que ese Dragonair no representaba ni un 30% del poder de la líder, sabía que no había mostrado todo su potencial, y también sabía de la existencia de una bestia en su arsenal, una que temió enfrentar desde el mismo momento en el que llegó a Blackthorn.

Para esos momentos Touji descansaba de su entrenamiento y se dirigía con paso tranquilo al centro Pokémon a ver el estado de Volco, ya había pasado una semana y seguía enyesado, pero estable. Tenía dos costillas rotas y muchas contusiones.
Sabía que tendría que soportar otro sermón de la enfermera Joy, pero ya estaba acostumbrado a ellos.
Después de visitar a su Pokémon, Touji decidió irse a dormir para despertarse temprano y seguir entrenando.

-Touji -lo interrumpió Rika cuando subía la escalera con paso cansado.

-¿Qué pasa?

-Bajá un segundo, tengo algo para vos.

-Eh… ¿para mí? ¡S-si, enseguida! –dijo, y bajó apresuradamente la escalera.

-Dame la mano.

Touji extendió la mano temblorosa.

Rika puso su mano sobre la de él, entregándole algo.

-Te la regalo, usarla es tu decisión… Buenas noches –dijo con una sonrisa y subió las escaleras camino a su habitación.

-Bu-buenas no-noches –respondió, sonrojado –“¿qué me dio?” –pensó, mirando su mano –¡Pero! Esto… esto es…

La noche ya había caído en la montaña donde Hikari era entrenada por el joven misterioso.

-Hacía mucho que no veía un atardecer, la verdad fue muy…

-Hubo un tiempo en el que veía atardeceres como esos a diario…

-¿Y qué pasó entonces?

El muchacho se puso de pie, mirando a las estrellas que se asomaban tímidamente en la noche.

-Es tarde, ¿vamos a comer?

-¿Así evitas siempre las preguntas comprometedoras?

-Smaug -llamó el joven.

De entre las sombras apareció una oscura e imponente bestia, que descendió suave y silenciosamente junto a su amo. Su mirada era tranquila, pero muchos bien sabían que en ciertos momentos era comparable a un volcán en erupción.

-No te gustaría saber como evito las preguntas comprometedoras –dijo, con una sonrisa gentil.

-Claro… -dijo Hikari mientras daba un paso hacia atrás.

-Vamos.

-Espera –dijo, y extendió la mano hacia él –Me llamo Hikari Hokari, ¿y vos sos…?

Hubo un momento de silencio y duda. Un fuerte viento azotó la montaña, que agitó los cabellos claros de Hikari, así como los del joven, de un matiz azabache. Lo único que contrastaba con su sombría apariencia general era un largo pañuelo de un rojo brillante, que volaba junto a su pelo.

-Kosuke… -dijo, estrechando la mano de la niña –Kosuke Watsuki.

Sabrina

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