Made in PAPokémon: El Mundo con Otros Ojos

Pokémon el Mundo Con Otros Ojos – Capítulo 20: Lluvia de primavera. El misterio develado

Disclaimer lavamanos tipo Disney

Esta historia fue escrita desde el 2002 al 2004, por una piba y un pibe que, al comienzo de la historia, tenían 15 años, al igual que el protagonista.
Es probable que cada tanto encuentren chistes o comentarios homofóbicos, machistas, racistas y/o de mierda en general. Básicamente, éramos literalmente nenes y bastante boludes, como la gran mayoría de las personas lo es a esa edad. Esos comentarios NO reflejan la postura actual del staff de PA y francamente, son bastante vergonzosos. Pero decidimos dejar la historia exactamente tal cual fue escrita y no lavarnos las manos de nuestros errores.

 

Capítulo 20: Lluvia de primavera. El misterio develado

-Una noche más muere, dándole vida a un nuevo día, pero este no es cualquier día, hoy es el día que se decidirá nuestro futuro, y el futuro de nuestra ciudad –decía el abuelo de Reiko en tono solemne.

Reiko, Touji, Rika, y Harry estaban parados en la puerta del templo, junto a ellos se encontraban Mirage y Hasufel, pateando el suelo nerviosamente. Parecían ansiosos por salir. El abuelo de Reiko los observaba desde el interior.

-¿Estás preparada? –preguntó Touji.

-Estoy lista, ¡Abran la puerta! –gritó la chica.

La enorme puerta del templo se deslizó dejando ver el exterior desolado de la ciudad, afuera estaba una buena parte del enjambre, esperando para escoltar a Reiko hasta el lugar del duelo.

Los chicos montaron en los Rapidash y salieron del templo con paso tranquilo.

Caminaban en el centro del enjambre, echando miradas de nerviosismo a los insectos.

-¿Podemos confiar en ellos? –preguntó Touji en voz baja.

-¿No será que nos llevan a una emboscada? –inquirió Harry.

-No, los Scyther no desobedecerían las órdenes de su líder, además no creo que deshonre el desafío –dijo Reiko.

Después de unos minutos de caminata, llegaron a las afueras de la ciudad, donde los esperaban aún más Scyther dispuestos en un gran círculo. Los Rapidash y sus jinetes ingresaron en él y ahí vieron la impresionante figura del líder de los insectos, que estaba esperándolos con semblante sombrío.

-Bien, como prometí acá estoy, y no se preocupen por mis amigos –se apresuró a decir Reiko al ver las miradas que les echaban a Touji y los demás –ellos no intervendrán.

El líder asintió con la cabeza.

-Empecemos el duelo –dijo mientras inflaba una Pokebola –tal vez nos derrotaste antes, Kusanagi, pero esta vez, hemos entrenado mucho y no vamos a perder -Reiko alzó la Pokebola sobre su cabeza:

-Por Ecruteak y por mi honor, ¡Juro que te derrotaremos! – arrojó la Pokebola con vigor –¡Harusame, atacá!

Una impresionante criatura salió de la Pokebola, hincándose sobre una rodilla a la derecha de su entrenadora. Rojo metalizado y helados ojos amarillos eran sus rasgos más notorios, así como dos enormes tenazas, una en cada brazo. Desde su mirada hasta sus pinzas, cada centímetro de ese Pokémon indicaba peligrosidad.

-¡Es un Scizor! –exclamó Rika, aparentemente expresando todo el asombro en las caras de los Scyther.

-Así es, ya que como Scyther no pudimos derrotarlo, decidimos que Harusame tenía que evolucionar. ¿Estás listo, Kusanagi? –le preguntó a su oponente.

El Scyther asumió posición de batalla, con sus torvos ojos negros carentes de temor.

-¡Vamos, Harusame!

-¡¡Scizor!!

-¡¡Scyther!!

Los Pokémon se lanzaron uno contra otro, y al chocar las pinzas de Harusame contra las cuchillas de Kusanagi se escuchó un eco de acero. Touji retrocedió un paso inconscientemente.

Ambos Pokémon aprovechaban sus ventajas y habilidades para luchar: Scizor usaba su poder de ataque superior para dar duros golpes con sus tenazas, mientras Scyther usaba su gran velocidad para esquivar los ataques y adelantarse a su rival. De un momento a otro, ambos insectos estaban sumidos en un combate mano a mano (tenaza a cuchilla) de increíble rapidez, intercambiaban golpes a un ritmo tan frenético que era prácticamente imposible de seguir con la mirada. Sin duda era una batalla de los reflejos mas rápidos, y Scizor ganó; en un error de defensa, le dio un terrible golpe en un lado de la cabeza al Scyther, que se tambaleó, mareado.

-¡Ahora que está aturdido! ¡Pinza de metal!

Harusame se arrojó contra su oponente, pero este se recuperó y usó doble equipo, creando una veintena de copias de sí mismo.

-¡No te desanimes! ¡¡Golpealos a todos!!

Scizor extendió sus finas alas y levantó vuelo, sorprendiendo a todos con su gran velocidad, en pocos segundos las ilusiones del doble equipo fueron desvanecidas.

Al verse en problemas frente a la fuerza superior de su oponente, Kusanagi decidió igualar las posibilidades, y usó la danza de espadas. Con su poder de ataque potenciado, el Scyther era mucho más peligroso.

-¡¡Agilidad!!

Harusame empezó a volar a gran velocidad alrededor de su oponente, que también salió disparado del suelo.

El combate aéreo estaba lejos de ser parejo, Scyther descargó una rápida cuchillada, pero esta no causó mucho daño en el cuerpo de acero de su rival.

-¡Terminalo, ala de acero!

Scizor retrocedió, y con las alas brillantes, se lanzó como un rayo sobre Kusanagi, dándole un brutal golpe en el abdomen, sin duda quebrándole unas cuantas costillas.

El insecto continuaba en el aire, como si el golpe no lo hubiera afectado, pero después de unos segundos, hizo una mueca de dolor y se precipitó contra el suelo, inconsciente.

Harusame se adelantó y lo sujetó del cuello con una tenaza antes de que tocara el suelo.

-Está bien, dejalo –dijo Reiko, a lo que su Pokémon dejó caer a su rival sin mucho cuidado.

Ecruteak había ganado.

-¡¡Ganamos!! –gritó Reiko dando un salto, mientras Touji, Rika, y Harry festejaban.

-¡¡Estuviste excelente!! –felicitaba Reiko a su Scizor –ahora Ecruteak va a estar en paz nuevamente.

-Eso no fue tan difícil –dijo Touji en tono despreocupado.

-Como si hubieras hecho algo… –dijo Harry.

Pero entre toda la alegría de la victoria, los entrenadores habían pasado por alto un detalle: El enjambre entero de Scyther los estaba mirando con cara de odio, furiosos por la derrota de su líder. Reiko lo notó y les habló con voz firme:

-¡Nosotros ganamos! Cumplan su palabra y dejen la ciudad en paz.

Los insectos no hicieron movimiento alguno, pero era evidente que no tenían intención de marcharse, y sus ojos asesinos no habían cambiado.

-Creo que no se quieren ir… –murmuró Touji.

-¡¿No me escucharon?! –exclamó Reiko –les dije que se vayan, ¿Dónde está el famoso honor de los Scyther?

Los Pokémon no respondieron, y por las posiciones que adoptaban parecía que se estaban preparando para atacar.
El temor de Touji y los demás se estaba convirtiendo en pánico, y miraban nerviosos a los Rapidash, como si quisieran subirse de un salto a ellos y salir corriendo de ese lugar. Estaban completamente rodeados, sus posibilidades de ganar eran casi nulas.
Unos segundos que parecieron eternos transcurrieron, cuando los Scyther se lanzaron sobre ellos con un gran salto. Touji y los demás estaban ya con la mano en el cinturón, cuando un monstruoso torrente de fuego surgió del cielo creando una barrera entre ellos y los Scyther.

Todos levantaron la mirada al cielo enrojecido momentáneamente por el ataque. Las brazas llovían como nieve ardiente.
Se quedaron atónitos ante lo que vieron:
Una gigantesca bestia voladora, tan grande que su silueta cubría el sol. Sus ojos tenían un brillo escarlata, como dos brazas al rojo vivo, y en la punta de su cola ardía una gran llama que se agitaba con el viento. Las facciones de su cara eran extremadamente duras, lejos de las más suaves que tenían las bestias más jóvenes de su especie. Daba una apariencia de inmediata hostilidad, y una experiencia tremenda. Era una criatura que sin duda había librado combates durante muchos años.

Touji reconoció enseguida al Pokémon, era nada menos que el visitante de sus sueños, Charizard. Pero no cualquier Charizard, era ese Charizard.

Sobre su lomo se alzaba la figura de un hombre, de pie.
El monstruo descendió hasta que tanto él, como su jinete pudieron ser apreciados desde el suelo totalmente.
El dragón tenía una larga cicatriz que le cruzaba el ojo izquierdo, y tenía la mirada ardiente clavada en los Scyther, como si deseara fervientemente atacarlos hasta que no quede ninguno vivo.
Su domador también los miraba, era un hombre alto, joven, un largo pañuelo rojo amarrado alrededor de su cabeza ondeaba al viento. El cabello negro le caía sobre la cara, ocultando parcialmente su mirada.
Se dirigió a los insectos con una voz profunda y clara, pero a la vez sombría.

-Fracasaron, márchense… antes de que me arrepienta.

Esas palabras fueron como un huracán que arrasó a todos los Scyther de ese lugar; levantaron vuelo y desaparecieron, esfumándose como si nunca hubieran estado. En su lugar quedó una nube de polvo.

Kusanagi seguía en el suelo.

El joven posó su mirada en Reiko, y luego en Touji, y ahí se quedó.

Touji se quedó de piedra, mirándolo, movió los labios para hablar, realmente quería hablar, pero las palabras no le salían, estaba petrificado. El corazón parecía a punto de salírsele del pecho.

Finalmente, unas débiles, casi inaudibles palabras salieron de su boca:

-¿He-hermano…? –musitó mirándolo con los ojos abiertos de par en par.

Un par de serenos ojos verdes le devolvieron la mirada.

-¿Touji? ¿Sos vos? –respondió el joven con la voz súbitamente cálida, como si fuera otra persona.

-No… no es posible… realmente… ¿sos vos, hermano…?

-¡¿HERMANO?! –gritaron todos los demás a coro.

-Touji… esto no debió pasar… vos no tendrías que estar acá –dijo el recién llegado con un dejo de tristeza en la voz.

-¡¡Hermano!! –estalló Touji con lágrimas de alegría en los ojos –¡¡No puedo creerlo!! ¡¡Estás vivo!! ¿Qué haces acá? ¿Dónde estuviste todo este tiempo? –Touji se secó las lágrimas, recordando que Rika lo estaba viendo.

-Touji…

El muchacho recordó algo súbitamente, y se le heló el corazón, sintiendo lo más parecido a un baldazo de agua fría en la espalda.

-Entonces… –dijo con un hilo de voz –eso significa que… Cherrygrove… –No pudo terminar la frase, era demasiado doloroso. No quería creerlo, no podía ser cierto… pero finalmente lo dijo:

-El incendio de Cherrygrove… toda la ciudad destruida… los muertos… ¿Fuiste vos?

Las miradas de todos los presentes se clavaron en el recién llegado, ansiosos por una respuesta.

Él no respondió, pero bajó la mirada.

Touji se quedó congelado.

-¡¡Es mentira!! ¡¡Vos sos mi hermano!! ¡¡¡Nunca habrías hecho una cosa como esa!!! ¡¡¡Es mentira!!! -gritó, con lágrimas brotando de sus ojos nuevamente.

-Touji, este no es el momento ni el lugar para hablar de esto –dijo con serenidad.

-¡¿Pero qué estás diciendo?! ¡¡Desapareciste por más de un año!! ¡¡Todos pensábamos que estabas muerto!! Papá estaba destruido… ¡¿Y me venís con eso de que este no es el lugar para hablar?! ¡¿Qué fue lo que te pasó?! ¡¿Por qué no volviste a casa?! –Touji interrumpió su interrogatorio al notar algo en la ropa de su hermano; algo tan simple como una letra, pero era una letra cargada de respuestas.

-Touji, tienen que irse.

-¿R? … ¿Rocket? –dijo Touji repentinamente –¡¿Estás con los Rockets?!

Todos lo miraron con espanto. La mirada del hermano de Touji se ensombreció:

-Te lo explicaré todo en otro momento, por ahora debo irme. Y ustedes también.

-¡¡No!! ¡¡No te vayas!! ¡¡Tenemos mucho de que hablar!!

El enorme Charizard descendió hasta donde yacía Kusanagi, y lo levantó sin dificultad con una mano por un ala. Después volvió a subir, llevándose al Scyther consigo.

-Adiós, Touji.

-¡¡Espera!!

En un arrebato de repentina velocidad, el joven y su dragón se perdieron en la lejanía.

Un pesado silencio embargó el lugar. Aunque no hablaba, la mente de Touji corría a miles de kilómetros por hora. Tenía tantas cosas en que pensar, todo era muy confuso.

-“¿Mi hermano? ¿Con los Rocket? ¿Por qué?”

Rika se le acercó lentamente.

-Touji… volvamos al templo, ¿si?

Cuando relataron lo sucedido con respecto a los Scyther, toda la gente estalló en festejos, y clamaban el nombre de Reiko y su Scizor.
La gente salió a la calle a festejar, y las personas que vivían en el templo pudieron volver a sus hogares. La ciudad era segura una vez más.

Pasó la tarde rápidamente. Reiko, Rika, y Harry ayudaban a la gente a reconstruir sus casas que habían sido destruidas por los insectos.
Touji se quedó en el templo, no había comido nada en todo el día, y no había pronunciado palabra.

La noche había caído al fin, y en el templo se celebraba una gran fiesta en honor a Reiko y a su valiente Pokémon. Abundaban la buena comida y (sobre todo) bebida.

Touji salió al exterior del templo y se sentó solo en una roca frente al estanque, lejos del bullicio de la fiesta, que era en el interior.

Estuvo horas así, contemplando las suaves ondas en el agua.

Se sobresaltó al sentir de repente una mano en el hombro, se dio vuelta, era Rika.

-¿Me puedo sentar?

-Claro.

Los dos se quedaron en silencio un rato, las estrellas brillaban sobre sus cabezas, y una nube de luciérnagas revoloteaba sobre el estanque, describiendo espirales y círculos.

-¿Te sentís bien? Hoy no probaste bocado… –dijo ella.

-Sí, estoy… algo confundido… nada más.

-¿Querés contarme? Tal vez te pueda ayudar…

Hubo un silencio de unos segundos. Hasta que Touji lo quebró.

-Kosuke Watsuki… –dijo Touji en tono sombrío –Ese es el nombre de mi hermano.

-Entiendo… así que por eso llamaste así a tu Larvitar.

-Cuando éramos chicos, Kosuke era… como un héroe para mí. Era fuerte, siempre sonreía pese a todo, y no le temía a nada. Todo lo que yo quería era llegar a ser como él algún día. Cuando se fue a su viaje Pokémon, todos lo despidieron como a un héroe. No tardó en participar en el torneo de la liga Johto… y por supuesto ganó. Cuando regresó, se quedó en casa durante un tiempo. Recuerdo que siempre me contaba historias de sus batallas y las aventuras que había tenido en su viaje. Después de cerca de un año y medio, partió hacia Kanto y participó en la liga de la Meseta Añil, donde también ganó.
Pero entonces… después de que la Liga Añil terminó, mi… mi madre… –Touji se detuvo, tenía un nudo en la garganta, y estaba tratando de contener las lágrimas que asomaban de sus ojos. Llorar frente a Rika era algo que de ninguna manera haría por segunda vez.

-No tenés que contarme si no querés… –le dijo Rika en tono comprensivo.

-No, quiero contártelo, desde hace tiempo, solo que nunca tuve la oportunidad.

-¿Estás seguro?

Touji asintió con la cabeza, tomo aire y continuó.

-Mi madre… fue… ella fue… asesinada.

Rika ahogó una exclamación de horror, y en ese momento, al ver a Touji con la mirada triste, lo vio tan solo, tan solo, sin nadie que lo entienda, nadie quien le preste el hombro. No pudo evitar abrazarlo.

Estuvieron así unos segundos. Touji se sintió reconfortado, cálido, y tuvo deseos de echarse a llorar ahí mismo, pero se contuvo con firmeza. Hacía tanto que nadie lo abrazaba…

Rika se volvió a sentar a su lado, ambos clavaron la vista en el estanque, ruborizados.

Después de unos segundos, Rika dijo con voz tímida:

-Lo siento…

-No, no te disculpes -se apresuró a decir el muchacho. 

Después de unos minutos de silencio, Touji continuó hablando.

-Nadie nunca supo quien fue el asesino, ni que motivos tuvo para hacer lo que hizo. Mi madre era una entrenadora Pokémon, y no una cualquiera; en su época era una de las mejores, y tenía muchos amigos y colegas entrenadores. No entiendo por qué alguien querría…
Bueno, cuando esto ocurrió, Kosuke acababa de regresar de su viaje por Kanto, y no pudo aceptar los hechos. No estaba conforme con la investigación de la policía, así que, decidió buscar al asesino él mismo. Ese era Kosuke, siempre fuerte, siempre decidido. Pero cada vez estaba menos en casa, y salía con personas extrañas. Después de varios años, nunca regresó… y no supe nada más de él, hasta ahora –concluyó Touji.

Un silenció profundo se cernió sobre el lugar, solo interrumpido por el canto de los grillos y el rumor distante de la fiesta.

-No sé cuáles son las palabras apropiadas para una situación como esta… –admitió Rika en voz baja.

-No es necesario que digas nada, con que me hayas escuchado es más que suficiente… gracias.

Rika sonrió.

-Supongo que ahora querés estar solo… además, Harry se debe estar preguntando donde estamos, mejor le voy a avisar. No te quedes acá mucho tiempo, o te vas a resfriar –dijo la chica, y se alejó hacia el templo.

Touji permaneció un tiempo más en silencio, con la vista perdida en algún punto del estanque. Vio la puerta del templo abrirse y a la gente que empezó a salir. Después de una hora, solo Reiko, su abuelo, y Rika estaban limpiando los restos de la fiesta.

Touji se quedó mirando las estrellas, que empezaban a cubrirse de nubes oscuras, hasta que súbitamente, y sin razón aparente, empezó a hablarle a un arbusto:

-¿Te pensás quedar ahí toda la noche?

Harry salió de entre los arbustos, enrojecido:

-¿Hace cuanto te diste cuenta?

-Desde hace horas… no sos muy discreto.

-Estee… ehhh… yo…

-No digas nada, sé que no lo hiciste con mala intención, pero me gustaría que te ocuparas de tus asuntos, pendejo.

-Sabes… desde donde estaba tenía vista panorámica…

-¿Panorámica? –preguntó con nerviosismo.

Harry se acercó y se sentó al lado de Touji.

-No disimules más, no tiene caso que lo escondas, ya sé que te gusta Rika.

Touji se quedó de piedra:

-“¡¡Mierdaaaaa!! ¡¡El pendejo forro me descubrió!!”

-Un poco más y…

-¡¡Callate boludo!! –gritó y le dio un puñetazo en la cabeza –¡¡te puede escuchar!!

-¿Entonces lo admitís?

-¡¿Qué?! ¡No! ¡Yo nunca dije nada!

Touji se sentó en la piedra con aire pesado. Pero a pesar de todo, se le escapó una sonrisa.

-¡Ja! ¡Sonreíste! ¡Al fin!

-Pendejo, parece que nunca voy a poder con vos… -dijo con un suspiro.

-De nada.

-Tendríamos que entrar a ayudarlos, ¿no?

-Tendríamos…

Los dos chicos se quedaron en silencio unos segundos.

-¡Naaah! –soltaron ambos.

Unas pequeñas gotas de llovizna cayeron sobre las cabezas de los dos, para luego convertirse en una suave lluvia que los refrescaba en esa noche de primavera.

En ese momento, mientras reía con su amigo, Touji recordó algo importante, algo que empezaba a borrarse de su memoria…

-Si no te doblas, te vas a partir. Aunque a menudo pienses que sos vos, en realidad lo que tenés que pensar es en nosotros.

-¿Y eso? –preguntó Harry extrañado.

-Me vino a la mente -dijo Touji mientras miraba el cielo nublado.

Sabrina

La gente anda diciendo...